• 10/12/2024 17:19

Malas madres, buenas y madres asesinas

Pasado el Día de las Madres, celebrado desde 1930 en honor de la Virgen de la Inmaculada Concepción, amanecieron los mariachis con sus serenatas, no faltaron las reuniones familiares y demás eventos en lugares de trabajo y escuelas, los obsequios perfectos u odiados, aunque las flores nunca fallan.

Con ello hubo manifestaciones de gratitud a las madres que, con amor incondicional y desvelo, cuidan a sus hijos, los protegen, y hay una frase que dice “No hay amor tan grande como el amor de madre”, y se tiene la idea de que todas las madres son buenas, aunque hay malas madres y madres asesinas.

El calificativo de “buena madre” dentro del imaginario social se construye sobre la idea de una madre abnegada y de lo que se espera de la mujer-madre, que es una madre perfecta, afectuosa, comprensiva, paciente, disponible y amable, entre otros. “Estamos ante el mito de la mujer-madre, basado en la creencia en el instinto materno, en el amor materno y en el sacrificio y la entrega gustosa de las mujeres a la maternidad” (Palomar Verea, 2004), que es una visión cultural e histórica de la maternidad de la mujer (López, 2022).

Por su parte, las “malas madres,” son aquellas que no tienen esa entrega total y vocación por la maternidad, en algunos casos porque han sido madres sin desearlo, o que lo desean pero no tienen un apoyo, o es la que quiere serlo sin renunciar mucho; las que no desean ser madres, las que no saben hacerlo bien, o también las que no son capaces de cumplir con las necesidades de sus hijos a la perfección.

Y, en efecto, la madre ideal se contrapone a aquellas madres tóxicas ( supercontroladora, absorbente, posesiva), a las madres ausentes (que delegan la maternidad), las impredecibles (estilo de crianza caótico de acuerdo con su estado emocional del día a día), la madre gallina (sobreprotectora), o las que utilizan a sus hijos para vengarse de su exesposo, acusándolo de supuesto abuso sexual en perjuicio de su hijo, o para que deje de dedicarle amor a su progenitor (síndrome de alienación parental), y las que abandonan a sus hijos o los maltratan.

No falta tampoco la supuesta madrastra que manipula, envenena emocionalmente a su pareja para alejar a los hijos de un matrimonio previo, con toda clase de maniobras engañosas y difamatorias, y este supuesto, como todos las anteriores tienen en común que son malas madres que afectan el bienestar psicológico y mental de sus hijos.

Pero, lo anterior no es nada comparado con las madres que matan a sus hijos, de manera violenta, cometen homicidio por parentesco (parricidio, filicidio), o en otros casos se identifica como infanticidio, la muerte de niños recién nacidos o de corta edad por parte de sus progenitores, en la que la madre comete este acto brutal y deshumanizador, y no faltan las preguntas: ¿Cómo pudieron hacerlo?

Solo hay que recordar a Medea, en la mitología griega, hechicera, esposa de Jason, líder de los argonautas, que recuperó el vellocino de oro en poder de Etes, con la ayuda de Medea. Esta, para castigar a Jason, que la había dejado por Glauce, la hija del rey Creonte de Corinto, mata a los dos hijos de ambos.

Pero las madres asesinas todavía existen, aunque se contabilicen solo los casos en que el hombre es el homicida, hay madres que asfixian a sus bebés por diversos motivos o porque no paran de llorar, los degollan tras nacer (Ondarra, 2024), o la madre que ahoga al bebé en la bañera (Gutiérrez, 2024).

Por otro lado, el rol de la mujer ha ido variando, aunque persiste aún esa visión de la maternidad y del matrimonio desde la cultura patriarcal, de que la mujer está obligada a renunciar para dedicar su vida a su marido y a sus hijos por completo, sin espacio y tiempo para nada, pero de la otra mano, está la mujer del siglo XXI, esposa, madre que hace sus tareas domésticas y de los hijos, unas veces compartidas con su pareja, y es trabajadora fuera de casa.

En resumen, es necesario, ir eliminando esa imagen anticuada de que la mujer solo se realiza cuando es madre y hay que reconocer los derechos reproductivos de todas las mujeres, en cuanto a tener hijos y cuándo tenerlos, y no estigmatizar a aquellas que no quieran serlo, pues no todas las mujeres pueden ser madres, y se puede correr el riesgo de tener malas madres y madres asesinas, por lo que la maternidad debe ser una decisión bien informada y pensada, y no hacer caso a los que nos digan: “para cuándo los hijos? “El reloj biológico tiene límites”.

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