• 21/07/2024 23:00

Los jueves del presidente, un ejercicio positivo

[...] era necesario preguntarle al presidente, José Raúl Mulino, que, a 18 días de su gobierno, ¿Cuándo se iba a hacer cumplir las normas internacionales sobre el asilo diplomático [...] ?

Primero la crítica y es con los periodistas. Después de una refriega en las redes sociales el miércoles en la tarde entre el exilado en la embajada de Nicaragua y la diputada Alexandra Brenes de la bancada “Vamos”, era necesario preguntarle al presidente, José Raúl Mulino, que, a 18 días de su gobierno, ¿Cuándo se iba a hacer cumplir las normas internacionales sobre el asilo diplomático y no seguir permitiendo lo que se da desde esa sede diplomática? Si no hay pregunta, no hay respuesta. Dicho eso, creo que este primer ejercicio de comunicación en este formato el jueves pasado, ha sido positivo. Los siguientes párrafos fueron publicados hace algunos años y hoy sirven para darle algo de sentido, un ejercicio de comunicación que, en nuestro entorno, luce algo diferente.

El primer artículo que publiqué en este espacio se tituló: Comunicación, realidad y cambio. En esa columna decía que mi interés en el estudio de la comunicación y sus procesos era primordialmente por: “la influencia que ejerce sobre las interrelaciones y el comportamiento del ser humano en la construcción de su entorno social. Esto va más allá de expresar, por ejemplo, una opinión sobre el periodismo, las relaciones públicas, sobre la publicidad o sobre el desempeño de los medios y su influencia en la sociedad (...) es mucho más abarcador y complejo”.

Mi intención de entonces (y continúa siéndolo) era hacer un intento por “poner a prueba las teorías, observar y estudiar cómo el ejercicio de un proceso de comunicación influye sobre las estructuras sociales y los cambios que puede ocasionar, entendiendo que cada proceso de comunicación está – intrínsecamente – destinado a fomentar un cambio en la conducta humana y por consiguiente en el ordenamiento social, a cualquier nivel que se realiza”.

La realidad – decía – “es otro elemento que influye dramáticamente en que los objetivos de un proceso de comunicación se lleven a cabo exitosamente o no, y por consiguiente, la transformación social. La realidad es volátil, impredecible y circunstancial, pero también puede ser cruda y prejuiciosa. Es decir, el objetivo de cambio que el modelo de comunicación utilizado busca, se dará si las variables del entorno están expresamente organizadas para que el objetivo sea exitoso y el proceso logre su cometido”.

Hay más de cuatro que siempre señalan “los buenos somos más” o que “hay esperanzas” cada vez que un compatriota hace algo ligeramente bueno. Siempre se subrayan las excepciones. Pero lo que vivimos en materia de comunicación cotidiana (medios audiovisuales con sus noticieros, programas de producción nacional y a través de las redes sociales) deja mucho que decir sobre el crecimiento intelectual y positivo de la sociedad en este tiempo que vivimos.

Las agrias y dañinas interacciones que se dan en las redes sociales a cada minuto del día son claras evidencias de que la conducta intrínseca del ser humano está modelando sus procesos e interacciones de comunicación, ante todo, de manera negativa y egoísta. Y es más que evidente el uso que se le viene dando para alcanzar objetivos políticos que a la postre y, al parecer, buscan retorcer aspectos y decisiones legales.

No dejo de pensar en ese momento en que un colega me decía que las redes sociales eran el futuro. Dudé en ese momento ... y el tiempo me hace dudar mucho más. Lo que queda por estudiar es, ¿cómo superamos esto? Yo no veo evidencias de que el comportamiento humano en la utilización de las redes sociales pueda revertirse clara y decididamente para convertirlos en mecanismos comunicacionales que contribuyan al desarrollo y crecimiento positivo de la sociedad.

Cada acto de comunicación responsable debe tener como fundamento el propósito de contribuir con mejorar la condición de vida de todos. Debe llevarse a cabo para asistir en la construcción de un mejor entorno. Debe concebirse para moldear positivamente el marco social. Y debe realizarse con la intención de mejorar y preservar la especie. Eso no lo estamos haciendo. El común del ciudadano (y otros actores sociales que tienen posibilidades de influir en las cosas que importan) no entienden el daño que nos hace este modelo comunicacional que nos ha secuestrado a todos.

En el artículo inicial decía que Peter Senge, teorizando sobre las culturas organizacionales en su definición de Metanoia, sostiene que es necesario “una revisión profunda y una transformación radical, principalmente de los modelos mentales”. El deterioro que ha dejado los últimos tres gobiernos obliga a enfrentar el futuro, entre otros aspectos, con un modelo de comunicación franco y dinámico pero que vaya de la mano con las otras responsabilidades correctivas que son necesarias para acabar con la burla y garantizar la paz que se necesita para construir un mejor futuro.

El autor es comunicador social
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