• 06/06/2024 08:51

Los incas, Carli y la independencia

Ferrante (2021), estudiosa de las ideas políticas de Carli, señala que éste “expone detalladamente tanto la historia como las costumbres de los antiguos Incas

“Diré solamente que, si nosotros hemos enseñado alguna cosa a la América, es fuera de duda, que nosotros hemos aprendido de ella muchísimas cosas, y de muchas otras nos habríamos quedado a obscuras por más que quisiéramos haberlas conseguido” (Conde Carli, 1780, citado por Ferrante, 2021).

Se sostiene, no sin cierto apasionamiento, la indiscutible impronta gala en el período de La Ilustración que impactó en la América Latina prerevolucionaria de finales del siglo s. XVIII. Sin embargo, la conmemoración del Bicentenario de la Batalla de Ayacucho (1824) brindó la oportunidad para que los especialistas planteasen nuevos enfoques sobre el desarrollo de las ideas independentistas del Nuevo Mundo y la influencia de otras lecturas que, adscritas al Siglo de las Luces, no provenían de Francia sino de Italia. Tal es el caso de Gianrinaldo Carli y su obra “Le lettere americane” (1780) donde hace un panegírico de la estructura social y política del Imperio de los Incas. Carli -que era un académico dedicado a la economía y que tenía título nobiliario de “conde”- quedó hechizado por la lectura de los “Comentarios Reales” (1609) del Inca Garcilaso.

Ferrante (2021), estudiosa de las ideas políticas de Carli, señala que éste “expone detalladamente tanto la historia como las costumbres de los antiguos Incas a partir de Manco Cápac, mítico fundador que instaura el culto del Sol sobre el que se apoya la monarquía teocrática incaica”. Añade que Carli, “dejándose llevar por el entusiasmo y la extrema idealización del que considera el más perfecto sistema de gobierno que jamás haya existido, dedica varias cartas a la organización social y productiva del imperio, al estricto sistema de control sobre los comportamientos y deberes de los súbditos, así como también a los usos y las costumbres civiles y religiosas. En este sistema en que no existe la propiedad privada ni el lujo superfluo, cada miembro de la comunidad tiene un rol preestablecido que hace funcionar sin sobresaltos la inmensa maquinaria estatal”.

Carli llega a afirmar que “conviene saber que era máxima fundamental de aquellos Príncipes [incas] obligar á todos sus súbditos á ser felices. Ningún Imperio llegó jamás á un fin tan digno y tan útil á la humanidad, fuera del Perú” (texto de 1821 citado por Ferrante, 2021).

Tan apasionante como los escritos de Carli es la forma cómo sus ideas llegaron al Nuevo Continente. Fue Agustín Pomposo Fernández de San Salvador, mexicano, quien traduce y publica, en 1821, bajo el pseudónimo de “Fernando Pimentel Ixtliulxuchitl”, el pensamiento de Carli bajo el novedoso sistema de entrega por fascículos. Cada pliego tuvo valor de un peso y se llegaron a publicar doce fascículos sumando un total de 87 páginas. Desafortunadamente el esfuerzo editorial desarrollado en México quedó trunco debido al excesivo costo del papel que se importaba de Europa, a la escasez de tinta que se producía, entre otros lugares, en Guatemala y a la deserción de los lectores que incumplían con los pagos aun cuando recibían los ejemplares pactados. A pesar de ello “Pimentel Ixtliulxuchitl” sostuvo la producción con su propio dinero hasta 1822 en que desistió de su esfuerzo. Y, así, las ideas de Carli no llegaron a conocerse en su totalidad.

Lo anecdótico es que los pocos lotes dispersos de los fascículos que aún le quedaban, “Pimentel Ixtliulxuchitl” los remató a un arriero que iba con una carga de publicaciones para un librero en Guatemala y de ahí, como lectura para los pasajeros de cabina de los barcos que iban al sur así los papeles llegaron a Panamá y después a Guayaquil, iniciándose un nuevo capítulo en la travesía de los pliegos de Carli hacia tierras sudamericanas.

El arribo desordenado de estos textos traducidos dejó en los lectores peruanos la impresión de que estaban ante una reflexión providencialista de los acontecimientos históricos vinculada a los incas y que buscaba orientar acerca del tipo de gobierno que pudiesen adoptar los territorios que aspiraban a la independencia. Téngase presente que, en 1823, cuando circulan brevemente los escritos del italiano en Lima, la situación política peruana era confusa y no se estabiliza sino hasta la llegada del Libertador Simón Bolívar en el bergantín “Chimborazo” en setiembre de ese año en que el gobierno muta hacia un modelo dictatorial distanciándose de la utopía que propone Carli. En 1824, se produjo la Batalla de Ayacucho que selló la independencia de América y se reabrieron los debates sobre el futuro de la República.

Como indica Ferrante (2021) “la traducción de la obra de Carli es un testimonio privilegiado de las múltiples formas en que la circulación de textos respondía y a la vez contribuía a los avatares histórico-políticos durante el periodo de la revolución y de la independencia continental”.

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