• 16/03/2025 00:00

Los fabricantes de sodas mienten descaradamente

Hay pruebas abrumadoras que vinculan el consumo de sus refrescos con una mala salud y como contribuyentes clave a las enfermedades crónicas

Las ventas de bebidas azucaradas, dietéticas y artificialmente endulzadas, han estado cayendo por más de quince años y una encuesta reciente de Gallup dice que el 60 % de los consumidores están tratando de evitar las sodas (https://www.wsj.com/articles/pepsi-cola-replaces-diet-coke-as-no-2-soda-1427388559).

En un intento por revertir estas tendencias y desviar las preocupaciones sobre los efectos de las bebidas azucaradas en la salud, la industria de las gaseosas invoca elementos del clásico manual de la industria tabacalera: poner en duda la ciencia, desacreditar a los críticos, invocar el estatismo de niñera y atribuir la obesidad a la irresponsabilidad personal.

Poner en duda la ciencia es importante para estos fabricantes. Hay pruebas abrumadoras que vinculan el consumo de sus productos con una mala salud. Son tantos los estudios que identifican a las sodas como contribuyentes clave a las enfermedades crónicas (obesidad, diabetes tipo 2 y padecimientos coronarios) que lo primero que debe hacer cualquiera persona que intente mantenerse saludable es dejar de consumirlas.

Y las empresas embotelladoras lo saben. Durante los últimos años, los informes anuales de estas empresas a sus accionistas y a la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos han enumerado la obesidad y sus consecuencias para la salud como la mayor amenaza para las ganancias de sus empresas. La industria contrarresta esta amenaza con marketing intensivo, lobby y millones de dólares en campañas para impedir los impuestos a las sodas o limitar la porción del tamaño de las bebidas azucaradas.

Pero también invierte millones en convencer a investigadores y profesionales de la salud de que consideren que las sodas son buenas y que no se deben preocupar por los efectos de sus productos en la salud. Mayo Clinic Proceedings publicó un estudio en el que se sostiene que los resultados de encuestas, como las que vinculan las bebidas azucaradas con la diabetes tipo 2, son tan defectuosos que constituyen un importante mal uso de los fondos públicos (https://www.mayoclinicproceedings.org/article/S0025-6196(15)00319-5/fulltext). Los autores informan honorarios, pagos por conferencias y consultoría de la industria de las sodas.

La mayoría de las revistas profesionales de nutrición ahora exigen que los investigadores declaren quién financia sus estudios, lo que permite comparar los resultados de los estudios con las fuentes de financiación. Los estudios patrocinados por las empresas embotelladoras casi invariablemente no reportan ninguna asociación entre las bebidas azucaradas y la diabetes, cuestionan la validez de los estudios que sí encuentran tales asociaciones o, como en el caso de los investigadores de Global Energy Balance Network, encuentran que el ejercicio físico es el determinante más importante del peso corporal.

Los análisis de estudios financiados por la industria o su asociación comercial demuestran que tienen un 83 % de probabilidad de producir resultados que sugieran que el consumo de sodas no es perjudicial. En contraste, el mismo porcentaje de estudios financiados por agencias gubernamentales o fundaciones independientes encuentran vínculos claros entre las bebidas azucaradas y tales condiciones. ¿Coincidencia? No parece.

Cada vez que encuentro un estudio que muestra que las bebidas azucaradas no son perjudiciales, inmediatamente miro para ver quién pagó por ello. Y adivinen. Por supuesto, la industria tiene su mano peluda en ellos. Las empresas embotelladoras gastan millones de dólares todos los años para desvirtuar la verdad y enredar al público.

Pero ¿por qué los investigadores y científicos aceptan el dinero? Es demasiado simplista decir que están “comprados”. Los investigadores financiados por la industria dicen que creen que la financiación no tiene ningún efecto en el diseño, la realización o la interpretación de su investigación. Pero la investigación implica elegir preguntas, supuestos y métodos. No es difícil llevar a cabo un estudio que parece cumplir con altos estándares científicos pero que no incluye controles críticos que puedan llevar a conclusiones alternativas.

Los investigadores financiados por la industria embotelladora deben tener especial cuidado en controlar los sesgos inconscientes, pero sólo pueden hacerlo si reconocen la posibilidad. Muchos no lo hacen. Tampoco lo hacen muchos editores de revistas científicas. Aunque el apoyo financiero a las empresas alimentarias no necesariamente debería sesgar los resultados, parece que sí lo hace en la práctica.

A los científicos financiados por la industria les molesta que se les cuestione la influencia del patrocinio en la calidad de su investigación. Afirman que los científicos que encuentran efectos adversos de las sodas en la salud están igualmente sesgados por objetivos profesionales, celo o moralidad anticorporativa. Sí, los científicos independientes pueden tener sus propios prejuicios, pero su objetivo principal de investigación es mejorar la salud pública. Por el contrario, el objetivo de las empresas embotelladoras y fabricantes de sodas es utilizar la investigación como herramienta de marketing.

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