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- 18/06/2024 23:00
Los buenos amigos
Terminado el proceso político que culminó con la elección de José Raúl Mulino para presidir el gobierno a partir del 1 de julio 2024, me pareció adecuado volver al teclado para otro de mis ocasionales artículos de opinión. ¿Sobre qué? Hay muchos temas que hubiera podido considerar ante el nuevo gobierno y de haber sido otro el elegido, el tema que escogí para este escrito hubiera sido el mismo: los buenos amigos. Me sumo al optimismo de un gobierno cuyo principal mandante nos promete imparcialidad, justicia, respeto, trabajo honesto, cumplimiento de metas y trabajo; a tratar con empeño enderezar lo torcido que nos trae por la calle de la amargura: basura, apagones, carreteras y calles en vergonzoso abandono, carencia de agua, escuelas y hospitales sin personal ni equipos, etc. Es una realidad que en política la amistad no está exenta de riesgos y confrontaciones. El político avezado sabe que algunas de las donaciones son de los que creen en él, en su voluntad y honestidad, en que hará un buen gobierno. Creo que también sabe que otros “amigos” lo apoyan porque ya tienen preparada la factura; que estar cerca del poder es “el salve” para algunos.
Son muy importantes los señores que se dicen “amigos” de los que detentan posiciones de poder; no me refiero únicamente al presidente de la República, aunque es, para muchos, la amistad más apreciada, codiciada, perseguida, usada y citada. La política puede ser una “enredavidas” y suele ocurrir que son los “amigos” los que le buscan zaperocos a los que tienen cargos políticos. Incluso las relaciones familiares, o las que se han cultivado en diferentes esferas, pueden causar incomodidad a los que al llegar al poder empiezan a recibir presión de los “amigos”. En esta situación, si no es posible complacer las peticiones de los “amigos”, y a veces de los “amigos” de los “amigos”, pueden surgir resentimientos, pases de factura y hasta la pérdida de los “amigos”; y como consecuencia, que los resentidos “amigos” a quienes no se complace se mudan al bando opositor. De veras que el poder y la amistad son asuntos complejos.
Los que están por ocupar importantes cargos en el nuevo gobierno enfrentarán circunstancias en las que tendrán que tomar decisiones difíciles, incluso si implican confrontaciones con quienes estuvieron unidos en el pasado. La lealtad y las relaciones personales son importantes; pero también deberían ser secundarias en situaciones en las que el mandatario debe tener como meta cumplir promesas con honestidad, a tiempo, objetivamente. No conducirse de esta manera puede crearle conflictos mayúsculos especialmente si se trata del mandatario que elegimos nosotros, que tantas veces hemos sido defraudados. Y por el otro lado, quedar bien con nosotros, los de a pie, puede ser inconveniente para el “amigo” cuyo interés va en otra vía.
Alguna vez leí que los buenos políticos no deben tener amigos, argumento con el que discrepo. Los buenos amigos no pondrían al amigo con poder (y no solo poder político) ante un dilema moral o ético. Amparados por sus contactos los “amigos” del poder han logrado hacer pingües negocios por tierra y por mar como dice la canción “Si Adelita se fuera con otro”; y también por aire porque aviones y helicópteros sobran. Así se apoderan de tierras y propiedades; emplanillan parentela en descarado nepotismo; a chorreteada de “botellas” para el “cash back”, que tanto dio que hablar en el actual gobierno, viejo e incorregible mal en la Asamblea Legislativa, alcaldías, etc.; en el uso de partidas discrecionales para frivolidades; para cirugía del “amigo” y del “amigo del amigo” en clínicas privadas. ¡Hasta para cirugías estéticas! Porque la “palanca” y la complicidad deshonesta funciona en todo lo que pueda rendir beneficios.
Hemos visto ¡tantas veces!, sin disimulo, que en el mundo de la política los intereses personales están por encima del bien común. Basta un repaso rápido de los últimos años para comprobar que mientras se saquea el Erario carecen de la debida atención hospitales públicos, escuelas, carreteras (a menos que sean para pasar cerca o frente a la propiedad o proyecto de un “amigo”), etc. Todo esto es muestra del perjuicio que pueden causar “los amigos”. Si una amistad es percibida como vía para conseguir beneficios personales puede empañar la gestión política y arrojar sombras de duda sobre la honestidad del que tiene poder; y más allá, sobre los que están cercanos al gobernante aunque no hayan participado en actos deshonestos.
No miro con ojos de desconfianza a todos los que se acercan al que tiene poder, a los que tienen “la sartén por el mango”. En lo absoluto. Conozco ciudadanos y asociaciones con voluntad de servicio que solicitan ayuda del gobierno para causas nobles. Y también a muchos en distintas esferas que por razón de sus quehaceres deben tener vínculos con funcionarios de alta jerarquía. Los buenos amigos del presidente Mulino, y los funcionarios que lo acompañarán en la espinosa jornada que tiene por delante, deberían ser red de apoyo para el cumplimiento de sus promesas. Es lo que hacen los buenos amigos.