• 10/01/2020 00:00

Lloremos a conciencia sobre las tumbas de los héroes

Debo decir con mucho dolor en mi alma que cuando estudiaba derecho en la Universidad de Panamá, me solidaricé en contra del aje o las afrentas que habían sufrido los estudiantes institutores que fueron a izar la bandera panameña en Balboa como se había acordado entre el presidente Kennedy de los Estados Unidos y el de Panamá, Roberto F.

Debo decir con mucho dolor en mi alma que cuando estudiaba derecho en la Universidad de Panamá, me solidaricé en contra del aje o las afrentas que habían sufrido los estudiantes institutores que fueron a izar la bandera panameña en Balboa como se había acordado entre el presidente Kennedy de los Estados Unidos y el de Panamá, Roberto F. Chiari.

La historia registra que el rector del Instituto Nacional, profesor Dídimo Ríos, había puesto en las manos de esos estudiantes patriotas, llenos de coraje, nuestro Pabellón Nacional histórico, el mismo que había abanderado el 12 de enero de 1947 en contra del convenio Filós-Hines.

Era una reliquia bien guardada en aquella jornada de lucha para que no se renovara el convenio de más de 100 sitios de defensa que se había aceptado o convenido durante la Segunda Guerra Mundial y que aparecieron diseminados a lo largo de todo nuestro territorio.

Nada justificaba que en defensa de la democracia contra el narcisismo fuera aceptada la presencia de esas bases norteamericanas en nuestro suelo patrio, ya que se había logrado la paz mundial o se había vencido la barbarie contra Hitler y Mussolini. En esa lucha se inmoló al estudiante Sebastián Tapia, baleado por uno de los miembros de la Policía Nacional, el cual fue identificado, pero no me atrevería a repetir su nombre ahora.

Como testimonio auténtico digo que la sangre derramada el 9 de enero, fue la de un estudiantado universitario que salió sin miedo, sin armas, solo con algunas piedras que encontramos en el camino.

Entre esos estudiantes a los cuales me uní está principalmente Adolfo Ahumada, Eligio Salas, Álvaro Menéndez Franco, Diógenes de la Rosa hijo y muchos otros líderes universitarios de la época y con destacada actuación, como Floyd Brito, quien como se recordará al inicio de la dictadura que encabezaba Doris Martínez —del golpe del 11 de octubre de 1968— fue asesinado en Coiba.

A Brito lo recordaré siempre muy heroico al lado de Ascanio Arosemena, quien fue el primero que se inmoló al inicio de las hostilidades que protagonizaron los institutores, cuya bandera fue raída por la policía colonialista, entrándole a toletazos.

Finalizo haciendo la observación de que todos los mártires son legítimos así como los 500 heridos, los enemigos calumniarán a los muertos de que algunos no eran patriotas, nada de eso discurre en mi concepto, todos son dignos de todos los honores.

Abogado y periodista
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