• 03/11/2023 00:00

¿Estamos listos para ser mineros?

Es importante valorar que actualmente nuestro país no cuenta con instituciones políticas eficientes, ni reglas que permitan que el bienestar común sea abastecido equitativamente con el producto de la explotación de los recursos naturales [...]

Albert Einstein es quizá el científico mundialmente más conocido por el desarrollo de la Teoría de la Relatividad que revolucionó la ciencia conocida hasta el siglo XX. Él llegó a decir: “El mundo que hemos creado es un proceso de nuestro pensamiento. No se puede cambiar sin cambiar nuestra forma de pensar”.

Hace un par de años leí el libro “Por qué fracasan los países”, un trabajo maravilloso de los economistas Daron Acemoglu (Turquía) y James A. Robinson (Reino Unido). Estos te llevan en una aventura que interpola la historia del mundo moderno, pero en principio, como las naciones colonizadas por la corona británica son muy distintas en materia económica en comparación con las colonizadas por la corona española. Las primeras casi todas en la actualidad de primer mundo y las segundas todas sin excepción, condenadas al subdesarrollo y a la pobreza.

A pesar de no hacer referencias subjetivas, el recorrido histórico nos otorga una clara percepción que nos permite sacar nuestras propias conclusiones de las razones que producen esta gran diferencia entre las naciones.

Sin embargo, las condiciones históricamente se han dado producto de la forma en que se orientó el interés particular de quien los colonizó. Por un lado, la corona española, en las Américas fue la de extraer los recursos naturales hallados en estos territorios, y por el otro, la corona británica que no corrió con la misma suerte debido a que las tierras que encontró en América del norte no tenían la misma abundancia de minerales que las de centro y sur América.

Por lo tanto, las instituciones económicas y las políticas de las colonias españolas eran extractivas (en función de extraer para el imperio); y las británicas, inclusivas en función de sacarle provecho a los nuevos territorios para beneficio de la mancomunidad. Dando a lugar a una reorganización fundamental de las instituciones económicas a favor de innovadores y emprendedores, basada en la aparición de derechos de propiedad más seguros y eficientes.

Al momento que estos territorios se insubordinaron de los imperios por medio de actos de independencia, los líderes socio políticos adoptaron las mismas políticas (extractivas o inclusivas) que procedían de sus colonizadores. Con certeza se dieron cambios políticos importantes, pero las instituciones económicas se mantuvieron al margen de las circunstancias.

Esto permitió que Estados Unidos se convirtiera en superpotencia y México aún esté en vías de desarrollo. Porque solamente los países con instituciones y políticas económicas inclusivas son capaces de adoptar rápidamente las innovaciones y las nuevas tecnologías que desarrollan la mentalidad de la clase política en función de la prosperidad y bienestar, mientras que las naciones con políticas e instituciones económicas extractivas concentran una mentalidad en la clase política que no separa lo público de la privado, es decir, lo público puede meter mano a lo privado y viceversa.

En resumen, el éxito económico de los países difiere debido a las diferencias entre sus instituciones, a las reglas que influyen en cómo funciona la economía y a los incentivos que motivan a los individuos.

Es aquí donde la mentalidad de la clase política y de los individuos toman las decisiones que marcan la diferencia. Por ejemplo, Estados Unidos extrae sus recursos minerales y naturales y los reserva como un gran tesoro, mientras que en los países sub desarrollados se los venden al mejor postor.

Es importante valorar que actualmente nuestro país no cuenta con instituciones políticas eficientes, ni reglas que permitan que el bienestar común sea abastecido equitativamente con el producto de la explotación de los recursos naturales y que simultáneamente se preserve la conservación del medio ambiente.

Esto no quiere decir que hay que oponerse a sacarle provecho a nuestras riquezas naturales, sino más bien a que primero se preparen las condiciones que permitan de manera justa, sostenida y sostenible a través de estos recursos construir tesoros y que esto este acompañado de herramientas económicas, ambientales y políticas que faculten e incentiven a los individuos a cosechar un interés colectivo superior que no de espacio a que esto converja con los interese propios de individuos en el poder político o el de corporaciones nacionales o extranjeras, en detrimento de los intereses nacionales.

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