• 01/09/2020 00:00

El legado revolucionario

Omar Jaén Suárez en conferencia magistral, en Udelas el 30 de julio de 2020, asedia el legado de la Revolución francesa desde la perspectiva del mundo actual.

Omar Jaén Suárez en conferencia magistral, en Udelas el 30 de julio de 2020, asedia el legado de la Revolución francesa desde la perspectiva del mundo actual.

Los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 son lo más trascendental de ese devenir que tiene como antecedentes la Carta Magna de 1215 y el “Bill of Rights” de 1689. El imaginario que rompe paradigmas es creado por los filósofos de la Ilustración, como Montesquieu, Rousseau, Voltaire y Condorcert. Francia, en ese momento, es el eje intelectual de Europa.

La Iglesia católica, al respaldar los regímenes monárquicos, se opone a la libertad de cultos y de conciencia, lo cual genera posteriormente las guerras de religión, como la de los cristeros en México y la expropiación de bienes eclesiásticos por Benito Juárez y Tomás Cipriano de Mosquera. El Registro Civil, instrumento de control social, institución de la Francia revolucionaria, es rechazado por el clero.

Los Estados de confesión islámica en África y Asia prohíben, hasta con la pena de muerte, la libertad de cultos, la igualdad de las mujeres y el respeto a las minorías. Putin, Trump, Bolsonaro y Xi Jinping limitan los derechos de sus ciudadanos, como lo hacen las autocracias de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Siria y Corea del Norte.

Panamá vive un peligroso deslizamiento hacia un Estado neoconfesional, contrario al Estado laico creado por los fundadores de la República. La complicidad de políticos populistas y corruptos confunde sus creencias personales con la dignidad del laicismo.

La Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas promovida, principalmente por Eleanor Roosevelt, establece que los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos.

La libertad es el primer derecho humano, se opone a la tiranía y la esclavitud. África exportó más de 26 millones de esclavos. El Imperio otomano, en los Balcanes, Ucrania y Rusia, captura 1.3 millones de esclavos blancos.

Francia, con más de 750 mil esclavos en las Antillas, provoca la guerra liderada por Toussaint Louverture, que culmina con la independencia de Haití por Jean Jacques Dessalines. Surge la primera república negra en Latinoamérica, formada por esclavos, la cual ayuda a Bolívar.

La esclavitud es abolida a mediados del siglo XIX en la América criolla. Estados Unidos en 1865, pero la segregación sigue hasta 1964-65.

Los Estados totalitarios, la colonización ideológica, económica y religiosa son estigmas del mundo actual. Panamá, con la épica de la soberanía, se libera del enclave colonial y Mandela triunfa sobre el apartheid.

La Segunda Guerra Mundial genera más de 55 millones de víctimas, Hitler es sinónimo de holocausto. José Stalin y Mao Tse-Tung asesinan a más de 70 millones de seres humanos. Turquía realiza el genocidio armenio.

La igualdad, históricamente, excluye a la mujer. El patriarcado judeocristiano y los cultos islámicos victimizan al género femenino. Panamá en 1941 limita el voto femenino a las educadas, solo en 1946 adquieren el voto sin exclusiones.

Panamá es de los países más desiguales del mundo, según el ingreso de sus habitantes. Los privilegios exorbitantes, autos de lujo, inmunidad judicial, viáticos, gastos de representación, las botellas y los salarios, como jubilaciones faraónicas de los directivos policiales son una afrenta a la pobreza extrema que predomina en el país.

La igualdad ante la ley es letra muerta en Panamá, los delincuentes de alto perfil exhiben sin temor el saqueo de los fondos públicos. El sistema educativo, uno de los peores del mundo, permite ciudadanos manipulables. La corrupción expresa la inequidad panameña con “robó, pero hizo”, el cinismo del juegavivo.

La Fraternidad es un mito ante el individualismo exacerbado. La solidaridad la ignoran los diputados, los funcionarios con salarios de millonarios y los empresarios con los negociados.

El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas es lo más grotesco y alucinante, lo integran los países que más los irrespetan, como Arabia Saudita, Bangladesh, Baréin, China, Cuba, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Kazajistán, Pakistán, Qatar y Venezuela, entre otros. Hoy, más de 100 Estados y territorios con dos tercios de la población mundial violan los derechos humanos.

La violencia interna se concentra en la franja de Nigeria a Pakistán, la cual pasa por el Medio Oriente e ignora el derecho a existir como naciones a los kurdos y palestinos.

Los postulados de la Revolución francesa son un mito en la mayor parte de las latitudes, carecemos de un humanismo universal. Aspiramos a conquistar las estrellas, cuando miles de seres humanos viven sin libertad, igualdad ni fraternidad.

La exposición de Omar Jaén Suárez sobre el legado revolucionarios de la Francia luminosa rompe todos los paradigmas, es una exhortación a que dejemos de lado las concesiones y complacencias con los Gobiernos e instituciones que solo nombran en su retórica demagógica los derechos humanos.

Lo trágico es que ningún medio nacional se atreve a publicarlo. Udelas lo imprimió.

La toma de la Bastilla es el desafío quijotesco para sacar de los tres poderes del Estado a los fariseos. Usemos las espadas del Cid, para el exorcismo colectivo de limpiar nuestras instituciones.

Recomiendo de Alejo Carpentier, las novelas El reino de este mundo y El siglo de las luces en torno al Haití revolucionario, están reseñadas en mi libro La metáfora de los espejos.

Historiador, docente, escritor.
Dedicado a un Miguel Antonio Bernal siempre rebelde.
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