• 01/09/2014 02:00

América Latina: la alargada sombra del caudillismo (I)

Con el transcurrir de las décadas, los caudillismos fueron haciéndose cada vez más recurrentes en Latinoamérica

El Caudillismo es un fenómeno político, social e ideológico que se sustenta en las actuaciones de un líder o ‘caudillo’, quien asume el control y poder omnímodo del Estado. Fenómeno que encontró su culmen en las naciones latinoamericanas a partir del siglo XIX, donde la inestabilidad política, los inexperimentados (y corruptos) gobiernos, las prácticas antidemocráticas y la inequidad social se convirtieron en caldo de cultivo para su emergencia.

Con el transcurrir de las décadas, los caudillismos fueron haciéndose cada vez más recurrentes en Latinoamérica, producto principalmente del descrédito, caducidad e ineficacia de las instituciones democráticas; en fin, del fracaso de las mismas para responder contundentemente a los problemas que aquejaban a la sociedad.

A pesar de las diversas situaciones o particularidades propias de cada país, los caudillismos latinoamericanos presentaron denominadores comunes: líder carismático (usualmente proveniente de la milicia), ejercicio personalista del poder político, implementación de medidas de corte populista, empleo de medios ilegítimos para acceder o perpetuarse en el poder, etc. Diferente situación se da en lo referente a la ideología de estos caudillismos al resultar ostensible el hecho de que surgieron en ambos lados del espectro político: izquierda y derecha latinoamericana.

El caudillo se presenta, con inusitada frecuencia, como generador de una perniciosa polarización en la sociedad entre detractores y partidarios, facciones prácticamente irreconciliables: unos que le brindan su apoyo irrestricto y quienes llegan incluso a la mitificación de su figura; otros que, por el contrario, se oponen con fervoroso ahínco.

Tras el fin de las dictaduras que asolaron América Latina desde los años 70 y el advenimiento paulatino de las democracias formales en la mayoría de estos países, muchos supusieron el fin del caudillismo como fenómeno. No obstante, dado el panorama político actual en nuestra región, cabe preguntarnos: ¿Han llegado realmente a su fin los caudillismos? ¿Han sido capaces las democracias de sepultar el fantasma del personalismo político? ¿Las instituciones democráticas han sido lo suficientemente eficaces en la consecución de sus objetivos? Sigue...

*ESTUDIANTE DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS DE LA UP.

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