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- 19/10/2024 00:00
Las puertas virreinales para el comercio con China
En 1532 se funda Paita, en la costa norte del Perú. Tres años después es fundada la Ciudad de los Reyes (Lima) y en 1580 se inician las travesías directas que unirán, por los siguientes treinta años, al puerto limeño de El Callao con Filipinas, Japón y Cantón.
El tornaviaje entre Lima y Cantón tomaba aproximadamente dos años. Paita y Panamá tuvieron una doble gravitación en esa ruta, primero como fuentes de suministro de los navíos que se preparaban para el salto transpacífico y, segundo, juntamente con Guayaquil, como emplazamiento de construcción de los primeros navíos andinos. Lizárraga (1968) señala que, en este período en particular, Paita y Panamá fueron “puerta, aduana y garganta” por el que transitaban también productos de Guatemala cuyos mercaderes querían ser parte de una red comercial que -inicialmente alentada por la Corona- producía pingües beneficios (Glave, 1993).
Lohman (1973) y Glave (1993) refieren que Paita, durante el s. XVI, ya era una parada obligada de las embarcaciones que, sin ir a la China, conectaban con Centroamérica y el istmo. “Desde 1591, la armada del mar del sur se había establecido con galeones que acompañaban la plata peruana. Con navíos ligeros y adecuados, el gobierno virreinal se había dotado de un arma de defensa permanente y mínimamente adaptada contra las incursiones de los piratas enemigos, al punto de que en 1594 obtuvo una victoria sobre el último corsario inglés, Richard Hawkins. A Hawkins le capturaron un galeón con plaza de 24 marineros y 13 artilleros, el cual fue renombrado ‘Visitación’, en servicio hasta 1615”. Para los comerciantes del Consulado de Lima, tomar a Paita como base de suministros para la travesía transpacífica fue una decisión lógica que agregó dinamismo a la economía regional de la costa norte del virreinato. El engranaje productivo permitió contar con una dotación importante de “abastos” o “bastimentos” para las flotas (bizcochos, sal, pescado, agua, vino, ropa, sogas de árbol, palos de balsa, jarcias, poleas y clavos) articulados desde la población autóctona de Colán conducida por el Curaca del mismo nombre, así como de carpinteros y calafateadores que reparaban cascos con madera centroamericana y guayaquileña, mientras que la carne de vacuno y las ollas provenían de Panamá. En el rubro de construcciones navales, gracias a la recaudación fiscal que Paita aportaba a la Real Hacienda (el pago del almojarifazgo generaba ingresos de casi ocho mil pesos anuales), estuvo en condiciones de encargar y supervisar dos galeones a Guayaquil, el “Jesús María” y el “Visitación”, a cargo de Ordoño de Aguirre (1601). Una bonanza que se complementó con bodegas para almacenar en puerto parte de los bienes que venían de China. Otro dato interesante aportado por Glave (1993) es que tanto Panamá como Paita remitían a Guayaquil el hierro, clavos y tachuelas que se rescataban de las embarcaciones que naufragaban como “Nuestra Señora y San Juan” (1602). Un producto que adquiriría importancia hacia 1605 sería la exportación de jabón, que se producía en las fábricas de los hacendados de Piura a sesenta kilómetros de Paita (Aldana, 1988).
El flujo de navíos peruleros que surcaron el Pacífico en 1590 que recalaron en Paita fue de treintaicinco (Clayton, 1979, citado por Glave, 1993) mientras que en el período 1600-1606 fue de cincuentaicuatro por año según investigaciones de Glave, comprando cada uno en promedio más de diez mil pesos en suministros. “Para principios del XVII, la profesora León Borja (1976) ha contabilizado entradas a Guayaquil de productos llevados en balsas desde el norte desértico del virreinato [Paita], hasta por 17.000 pesos ensayados procedentes de los cobros a los indios de 110 balsas y se trataba del comercio sujeto a cobro que no era el único que hacían los balseros”. Negocios de la población indígena que reforzaban la importancia de los nexos Paita-Guayaquil.
Aun cuando la Metrópoli suprima la ruta directa Lima-Cantón en 1610 y la integre a la de Acapulco con Filipinas, las conexiones Panamá-Guayaquil-Paita continuarán fluidas durante el siglo siguiente. Un dato revelador de esas vinculaciones es el nombre del puerto espejo de Paita en Panamá que se denominará Paitilla.
Paita adquirirá posteriormente valor por razones históricas; será el lugar elegido por Manuelita Sáenz, “la Libertadora del Libertador”, para su exilio de veinticinco años cuando fue expulsada de Ecuador unos años después de la muerte de Simón Bolívar (1830).
Doscientos cincuenta y cinco años después de la salida del primer galeón perulero hacia China, en Paita, el 27 de julio de 1834, nacerá Miguel Grau Seminario, epónimo representante de los valores cívicos, morales y patrióticos que caracterizan a la nación peruana.