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- 03/02/2025 00:00
Las históricas relaciones entre Panamá y los Estados Unidos
En el entorno de un mundo multipolar caracterizado por el fortalecimiento de economías emergentes, desarrollo tecnológico, modos de comunicarnos de forma horizontal a través de las redes sociales, sin que medie una relación de autoridad, el derecho a la libre autodeterminación de los países, tensiones geopolíticas, un mundo cada vez más fragmentado y dinámico; Estados Unidos ha perdido parte de su hegemonía ante el auge de otros países, entre estos China quien compite con EE.UU. en comercio, tecnología y diplomacia.
Es en este contexto del nuevo siglo que el actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en un acto de desesperación por conservar el estatus de su país como primera potencia mundial, proyecta la política de su nación enfatizando en que ‘a partir de hoy, nuestro país florecerá y volverá a ser respetado en todo el mundo. Seremos la envidia de todas las naciones, y no permitiremos que se sigan aprovechando de nosotros durante todos, y cada uno de los días de la administración Trump, sencillamente pondré a Estados Unidos primero ... nuestro país fue forjado y construido por generaciones de patriotas que dieron todo lo que tenían por nuestros derechos y nuestra libertad’. Este es un discurso centrado a nivel interno en un nacionalismo basado en una narrativa que prioriza la diferenciación entre un ‘nosotros’ y los ‘otros’. En el ámbito internacional se apoya en la provocación, en el temor, el desprecio, en una postura desafiante, hostil; ‘el lenguaje que utiliza ... es de naturaleza agresiva y perturbadora’.
En 1823, el presidente de Estados Unidos James Monroe impulsó la Doctrina Monroe resumida en la frase ‘América para los estadounidenses’. A inicios del siglo XX, Theodore Roosevelt formuló y aplicó la doctrina del Gran Garrote, caracterizado por medidas impositivas e intervenciones militares en la región latinoamericana. Hoy, en medio de tensiones geopolíticas mundiales, y de discursos contradictorios, el trumpismo ‘hunde sus raíces en ideas latentes en la historia de los Estados Unidos’.
Los discursos de Trump en relación con América Latina son de carácter ambivalente. Por una parte, sostiene que Estados Unidos no necesita a la región, sin embargo, ‘por primera vez en una administración estadounidense, la política del Departamento de Estado comienza por América Latina, con la visita del secretario de Estado, Marco Rubio’. Para algunos analistas ‘el primer viaje del secretario Rubio a Panamá tiende a abordar asuntos como tarifas y limitar la influencia de China en las entradas del canal’.
Estados Unidos y su presidente debe estar consciente que Panamá no pretende revivir esas prácticas coloniales de las que fuimos objeto desde 1903 con la firma de un Tratado que ningún panameño firmó; pero que hipotecó nuestra soberanía y dignidad nacional. Éramos extranjeros en nuestro propio territorio; en la llamada Zona del Canal regía un régimen administrativo, judicial diferente al establecido en Panamá.
Así como el presidente Trump expresa en su discurso inaugural que ‘El viaje para recuperar su república no ha sido fácil’ el nuestro tampoco lo fue. Así lo evidencian los sucesos del 9 de Enero de 1964 cuando con ‘el dolor de la herida abierta en el alma de la patria, enlutado por la servicia irracional de torpes legiones extranjeras estadounidenses ante un pueblo pacífico e indefenso; que trató de hacer valer en forma simbólica tan solo, en un gesto de valor de la conciencia nacionalista de la juventud, todo el caudal bélico se levantó a su paso y en una jornada deshonrosa pisoteó los más sagrados compromisos’. Pero nuestro país, como un águila se levantó y logró la eliminación de la quinta frontera con la firma de los Tratados Torrijos- Carter, haciendo realidad la célebre frase de José Martí cuando decía: “injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas ... no hay patria en que pueda tener el ser humano más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas”.