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- 08/07/2024 23:00
La salud que todos nos merecemos
Lunes en la mañana y la Sra. María, pide una cita a través de su celular, la cual se le asigna para el siguiente día en el centro de atención más cercana a su casa, mientras el Sr. Gregorio, olvido comprar sus medicamentos y los pasa a retirar por cualquier farmacia que le quede camino a casa. A la Sra. Valentina le acaban de agendar su operación y le han permitido elegir dentro de su plan de seguro el hospital con mayores comodidades. Esto es a lo que aspiran cada uno de los panameños, pero que lamentablemente por más que se venda la ilusión cada cinco años, nunca llega a materializarse.
No porque sea imposible, sino porque se sigue pensando de una manera errada de cómo debe ser y ejercerse la atención médica pública. Lamentablemente, muchos siguen pensando que el Estado tiene el poder de ir contra la escasez y las leyes económicas. Otros parecen creer que, por decretar la salud como un derecho, este debe ser dado por la omnipresencia del Estado o en este caso de los gobiernos.
Para solucionar un problema se debe empezar por tener los pies sobre la tierra y entender la realidad en la que nos encontramos. La salud podrá ser un derecho, pero eso no va a hacer que salgan médicos de la tierra, y mucho menos que salgan medicamentos, equipos, instrumentos quirúrgicos, enfermeras y entre todo lo que se requiere para tener un centro de atención u hospital de la más alta calidad. Si no hay dinero para pagar estos bienes económicos, no puede haber calidad del servicio.
La salud pública no es una función del Estado, esto no quiere decir que no pueda brindarse como un servicio público. Primero debemos comprender cuál será la función del Estado en la salud, y como bien sabemos, el Estado es un pésimo administrador. Esto se debe a la sencilla razón que los Estados son un ente burocrático, donde no se apegan a las leyes del mercado, sus recursos son obtenidos de un saco mágico llamado impuestos. Estos impuestos van a una bolsa común y luego se distribuyen según deseos o caprichos de quien dirige en ese momento el Estado.
Esto quiere decir que mucho de los servicios de salud, son dirigidos de una forma centralizada, bajo modelos muy parecidos a una economía socialista o planificada. Donde las decisiones no vienen de quienes manejan cada uno de los hospitales o centro de atención, sino que viene de un ministro o director del gobierno. En ausencia de mercado, es muy difícil que este señor planificador logre comprender las necesidades de cada uno de los ciudadanos y de los servicios que demandan o requieren. Al no existir precios dentro de la cosa pública, no hay coordinación de los agentes, no hay un uso prudente y eficiente de los recursos con los que se cuenta, y mucho menos se puede hacer sin un buen uso de inventarios, mantenimientos y reinversiones.
Es por esto, que muchos países han logrado desprenderse de sesgos e ideologías y entender que el mercado es un mecanismo eficiente en la asignación de los recursos y en satisfacer las necesidades de las personas. Es así como estos países han dejado de prestar un servicio para darle paso a asociaciones públicas – privadas, venta y concesiones de las infraestructuras, para que las administren y manejen. Bajo este rol el Estado solo se encarga de supervisar y cumplir las regulaciones y acuerdos.
Por otro lado, y quizás el que menos agrada a muchos es por mucho hemos evitado la realidad, en este caso la realidad es pagar lo “justos” como a muchos les gusta decir. Si queremos salud de calidad debemos pagarla todos, y cuando digo todos me refiero a todos. Abrir el mercado de seguros y reaseguros, ampliar la oferta que permite generar nuevos planes de seguros, a menor costo y mayor cobertura. Hoy muchos panameños se ven en la dificultad no solo de pagar el Seguro Social, sino también contratar seguros privados, adicional el pago de sus impuestos también se usan para cubrir déficit en el sector salud, por lo que, hacer una reforma donde se maneje bajo el esquema planteado, reduciría sus costos en salud, evitan el sobre costo en el que muchos incurren hoy.
Por último, estos sistemas no dejan a nadie atrás, dentro de su estructura existe una cobertura social, para ayudar a quienes no tienen o no les alcanza, tal como se hace ahora, la diferencia es que cuando se administran bien los recursos el dinero alcanza y cuando la competencia es la que domina, los servicios se caracterizan por un menor precio y una mayor calidad. Por eso, si queremos salud de calidad y para todos, debemos entender que la competencia es la mejor vía para obtenerla, porque su fin es logran satisfacer de la mejor manera las necesidades de las personas.