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- 28/06/2024 00:00
La movilidad, tema de Estado
“La movilidad, tema de Estado” fue el lema de hace poco más o menos 10 años en un foro en la CCIA de Panamá en el que fui expositora. La cuestión era necesaria por el caótico tranque, la desmejora cada vez más de nuestra calidad de vida, por el desorden del transporte en la vía, la contaminación ambiental, gasto privado y social, afectaciones a la economía, en fin, toda una serie de impactos, algunos irreversibles.
En una encuesta realizada por Ipsos en Perú, sobre peruanos y el tránsito (tranque) que trabajaban ahí de los 18 a los 65 años, habrían estado 17,354 horas en el transporte público, casi dos años. ¿Qué otras cosas podrían estar haciendo en ese tiempo? Hacer ejercicio, pasar más tiempo con su familia, dormir, descansar, y un largo etcétera de otras actividades. Y así en otras ciudades del continente, como Panamá.
En el caso panameño, a causa del “tranque” los que vienen del oeste están hasta tres horas por las malas y demoradas conexiones de rutas y hacia el norte o desde el norte al centro citadino donde se encuentra la actividad comercial y bancaria y el este, si vives distante de las estaciones de metro, aunada a la mala accesibilidad, que le anota más tiempo a esa carrera contra el reloj hacia los centros de estudios y trabajo que son los destinos con más porcentajes de usuarios.
Incluyo la falta de aceras, autos estacionados en ellas, huecos y la falta de otros modos de transporte como la bicicleta con infraestructura segura, que aliente su uso. Además de darle más apoyo como, por ejemplo, estacionamientos de bici, siendo necesario crear una nueva cultura vial, incluyendo transportes no motorizados o eléctricos.
Además, advierten sobre el riesgo de la inactividad física asociada al tranque, y la posibilidad de adquirir el síndrome metabólico o males cardiovasculares, con el sedentarismo, ya que al estar tanto tiempo sentado implica que no se haga el ejercicio que el cuerpo requiere para perder peso y aumentar la actividad física. Además de que también genera empeoramiento de la salud mental y altera nuestra calidad de vida. Razón por la cual, el rendimiento académico, laboral o familiar podría verse afectado.
Para que tengan una idea: del 2021 al 2023 han ingresado a la plaza vehicular 112,442 autos y según el Observatorio de la CAF hay 22 taxis por 1000 habitantes cuando el promedio de ciudades más grandes es 4.6 taxis por 1000, tenemos dos sistemas de buses uno que son 99 prestatarias que hacen exactamente lo que les da la gana, en vez de concesionarios serios y el otro MiBus, que sigue normas, pero tiene 600 buses inhabilitados.
La eliminación del tranque, porque el caos afecta nuestra salud, sería que las ciudades panameñas den paso a una movilidad urbana sostenible (MUS), que requiere conocimiento y creatividad continua.
Lo que le ahorraría al ciudadano tiempo de viaje, dándonos más oportunidades para gastar nuestro espacio en actividades útiles, ahorro en el consumo de combustible, mejora de la depresión que aumenta con los tranques. Ese ruido de bocinas tocando al mismo tiempo y el ruido de los motores altera al más calmado.
También habría una disminución en el gasto público, ya que el exceso de autos, el caótico tranque, causa un desgaste mayor de las obras viales, al disminuir la contaminación ambiental, mejora la salud de pacientes con enfermedades respiratorias y tipos de alergias, impactos del tranque.
Disminuiría un problema de salud pública, los fallecidos y sus traumatismos que causan personas discapacitadas, algunas sin poder volver a trabajar o con limitaciones debido a las colisiones de tránsito (Minsa). Estas le cuestan a la mayoría de los países el 3% de su PIB. No solo se trata de la pérdida de vida irreparable, sino que la mayoría son niños y jóvenes, de 5 a 29 años (OMS).
Elimina gastos hospitalarios y de medicamentos, ya que la mayoría de las atenciones derivadas de los accidentes de tránsito los acogen los hospitales públicos.
Con movilidad urbana sostenible, no solo disminuyen los accidentes, sino que mejora la economía, se incentiva el turismo teniendo ciudades amigables, al conectar más fácilmente diversas actividades como idas a museos, restaurantes, paseos, parques, etc. Como ven, la movilidad no es solo transporte, es el centro de la vida social y superada la idea que solo se trata del traslado de un lugar a otro, es calidad del desplazamiento.
Si el presidente electo JR Mulino, tiene claro este panorama ojalá y así sea, nos daría el aire refrescante que necesitamos para una nueva cultura vial, hacia una movilidad urbana sostenible que nos priorice a nosotros, ¡la gente!