Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
Las elecciones generales del 5 de mayo, para mi gusto, tuvieron un sabor agridulce. Por un lado, ganó la presidencia de la república José R. Mulino, candidato propuesto e impulsado por el expresidente Ricardo Martinelli, condenado por la justicia panameña por lavado de dinero, pero por el otro la coalición Vamos y el Movimiento Otro Camino (Moca), en conjunto, lograron por lo menos 23 curules en la Asamblea Nacional.
Si bien en sus últimas intervenciones públicas Mulino ha disipado temores de que siga las directrices de su mentor, en el ambiente hay señales de que sufrirá fuertes presiones para compartir al menos parte del poder Ejecutivo. Dependiendo de los temas sobre los que reciba presiones, ceder a ellas podría traerle tanto problemas internos como internacionales.
Tal vez no enfrentaríamos este dilema que genera incertidumbre, si la Coalición Vamos hubiese abandonado el sectarismo y comprendido que le convenía apoyar al Moca, no solo por surgir su líder de los independientes, sino porque ambos persiguen la misma agenda política. Su principal mentor, Rubén Blades, se los había sugerido en carta fechada el 5 de mayo de 2023. “¿Por qué razón ‘Otro Camino’, ‘Vamos’ y ‘Movin’ aún no se han puesto de acuerdo para crear un frente independiente común, que galvanice y unifique a los electores independientes, a los electores indecisos, y a los electores que son miembros de la partidocracia tradicional y están desencantados de ella?”, preguntó el maestro. Y advirtió, “no culpen a nadie si gana la corrupción representada por la partidocracia tradicional”.
Su premonición se cumplió. Pero más allá de la elección presidencial, me interesa ponderar la elección de una nueva y promisoria generación de políticos jóvenes, que pudieran ser el fiel de la balanza para generar y apoyar buenos proyectos de ley, y detener aquellos que no respondan al interés nacional.
Luego de una visita de familiarización al Palacio Justo Arosemena, sede de la Asamblea Nacional, el 14 de mayo en compañía de los diputados Juan Diego Vásquez y Gabriel Silva, los diputados independientes ofrecieron una conferencia de prensa en la que se comprometieron a renunciar a las prerrogativas y privilegios que disfrutan los diputados en violación del artículo 19 de la Constitución Nacional.
El artículo 19 estipula que “No habrá fueros o privilegios, ni discriminación por razón de raza, nacimiento, discapacidad, clase social, sexo, religión o ideas políticas”. Los citados privilegios están contenidos en la Ley 49 de 4 de diciembre de 1984, que dicta el Reglamento Orgánico del Régimen Interno de la Asamblea Nacional.
Específicamente, el artículo 236 de la Ley 49 detalla los privilegios de los diputados que violan la Constitución Nacional. Bajo el titular “Prerrogativas”, este artículo señala lo siguiente: “Los miembros de la Asamblea Nacional gozarán las siguientes prerrogativas especiales:
1. Franquicia postal, telegráfica y telefónica dentro del territorio nacional:
2. Importación libre de derecho de introducción y demás gravámenes de un vehículo cada dos años, para su uso personal y de sus familiares dependientes. El suplente del diputado o diputada que haya actuado en cualquier tiempo durante el periodo legislativo, tendrá derecho a este privilegio cada tres años y a una placa por el periodo correspondiente.
3. Pasaporte diplomático para los diputados o diputadas.”
Más que una reforma al Reglamento Interno de la AN, la acción que deben emprender estos diputados, con el apoyo de la bancada del Moca, es diseñar un proyecto de ley que derogue, por inconstitucional, el artículo 236 de la Ley 49 de 4 de diciembre de 1984. Para ello deberán gestionar el apoyo de diputados de otras bancadas deseosos de cambiar la pésima imagen que tiene ese órgano del Estado.
Ampliar la bancada independiente integrando a diputados dispuestos a transformar ese órgano de extorsión y chantaje en uno al servicio del interés nacional, no solo es necesaria para corregir vicios como el señalado, sino para proteger la democracia e impedir que la Asamblea siga al servicio de políticos y empresarios corruptos.
Estimulados por el expresidente Martinelli, los diputados del partido Realizando Metas (RM) y Alianza, que apoyaron al presidente electo en las elecciones, han comenzado a hacer esfuerzos para armar una mayoría, no para apoyar el plan de gobierno, sino para controlar las Comisiones de la Asamblea Nacional, y a través de ellas presionar al Ejecutivo para nombramientos, contratos, partidas adicionales, etc. Ya permeó en las redes sociales el pedido de un diputado al presidente electo de una larga lista de recomendados.
Aún más grave, no me cabe la menor duda de que la bancada RM-Alianza con tránsfugas venidos de otros partidos, siguiendo directrices de su “líder” natural, obstaculizará las iniciativas, ya sea del Ejecutivo o de la bancada independiente, dirigidas a recomponer la institucionalidad, y modificar leyes para lograr una verdadera transparencia y combatir la corrupción. De allí la necesidad de que los líderes independientes depongan actitudes egocéntricas y honren la palabra empeñada durante la campaña política: ¡luchar para erradicar el clientelismo y combatir la corrupción!