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La derrota de Estados Unidos y la Unión Europea con su aparato militar de la OTAN por Rusia en la guerra de Ucrania se acerca. Otra derrota militar que marcará otro agujero en la decadencia de Occidente. Emmanuel Todd es un historiador francés de origen judío, quien el año pasado publicó el libro La derrota de Occidente. Un libro novedoso sobre los cambios actuales en la política mundial. Plantea que la acción militar de Rusia en la guerra de Ucrania ha agudizado la crisis económica y política que se ha venido incubando con los desequilibrios internos en las potencias occidentales. Todas afrontan problemas económicos y crisis políticas agudas. Los desequilibrios internos en EE. UU. y Reino Unido se han convertido en serias amenazas para la estabilidad mundial.
Todd señala que la crisis de Occidente es el motor de la historia que estamos viviendo y algunos ya lo sabían, pero que cuando termine la guerra en Ucrania, nadie podrá negarlos. Por lo tanto, las manipulaciones de las desinformaciones quedarán al desnudo. Explica que el discurso occidental confina a Rusia y solo a Rusia, en una perpetuidad despótica que oscila entre la autocracia zarista y el totalitarismo estalinista. Putin, cuando no se equipara con el diablo, es señalado como el nuevo Stalin o un nuevo zar.
En su criterio es un perfilamiento que genera terror y rechazo, “cuando está claro que la Italia de hoy no es la Italia de Mussolini ni la Alemania actual es la Alemania de Hitler. Por supuesto que la Rusia actual es distinta a la comunista y a la zarista”. Por esas manipulaciones y la propaganda occidental “la fortaleza de Rusia ha sido una de las grandes sorpresas de la guerra. Era fácil de prever y será fácil de explicar, dado que EE. UU. subestimó a su adversario cuando no había nada oculto sobre sus recursos y fortalezas”.
Muestra que la Rusia gobernada por Vladimir Putin en pocos años entró en una era de cambios económicos y estratégicos profundos, los cuales se desconocen en Occidente por las manipulaciones informativas. “Rusia no solo ha logrado alcanzar la autosuficiencia alimentaria, sino convertirse en uno de los mayores exportadores mundiales de productos agrícolas”. Contrario a la visión occidental de que su economía es una simple gasolinera. Las estadísticas demuestran que hace cuatro años las exportaciones agroalimentarias rusas alcanzaron un nivel de récord de $43.500 millones, una cifra superior a los ingresos por exportaciones de gas en el mismo año que fueron de $26.000 millones. En diez años, los rusos pasaron de producir 37 millones de toneladas de trigo a producir 134 millones de toneladas anuales. En 1980, Estados Unidos producía 65 millones de toneladas anuales de trigo, ahora produce 47 millones de toneladas. Es decir, los rusos duplican la producción estadounidense.
EE. UU. y la UE con las sanciones económicas prendieron estrangular la economía rusa, pero los efectos han sido de fortalecimiento, incentivando la producción nacional y nuevos desarrollos tecnológicos en todos los órdenes. Las sanciones han golpeado más fuerte a las economías estadounidense y europeas que a la rusa, dado que la economía rusa crece a buen ritmo y ha reducido su dependencia de Occidente.
En cambio, ha incrementado y fortalecido el comercio con las economías asiáticas y africanas. Para Todd, “lo que distingue fundamentalmente a la economía rusa de la estadounidense es en el aspecto tecnológico, el 33,4 % de los estudiantes rusos estudian ingenierías frente al 7,2 % de EE. UU. En este aspecto se marcan diferencias entre la solidez del desarrollo tecnológico ruso con el de EE. UU. y las otras potencias occidentales.
Los desarrollos tecnológicos rusos no solo son sorprendentes en el campo agrícola, en la industria farmacéutica, sino en el desarrollo de nuevas tecnologías en la industria militar. Los rusos han alcanzado los desarrollos más avanzados en el control del espacio y en la industria militar en el mundo. Aprovecharon los fallidos acuerdos de Minsk para prepararse para afrontar las sanciones, creando su propio sistema de mensajería financiera SPFS para no depender del sistema SWIFT de EE. UU., y desde luego, para desafiar a EE. UU. y a la OTAN con la guerra de Ucrania. Porque se sintieron preparados militarmente, dado que desde 2018 disponen de misiles hipersónicos y otros sistemas de armamentos más sofisticados que les otorga una superioridad militar frente a EE. UU. Ahora Todd indica que la gran debilidad de Rusia como potencia es la demografía por la baja tasa de fecundidad de una población de 146 millones de habitantes, diseminada en 17 millones de km², se calcula que su población descenderá a 121 millones en 2050. Por eso, para Todd “hablar de una Rusia conquistadora, capaz de invadir a Europa después de haber liquidado a Ucrania es pura fantasía. Eso explica por qué el ejército ruso optó por librar una guerra lenta para ahorrar hombres y evitar perder el menor número de hombres”. Concluye que “los líderes estadounidenses saben que la gran debilidad de Rusia está en su demografía”. Sin embargo, “la trampa del demografismo los ha llevado a cometer los mayores errores estratégicos frente a los rusos y los chinos.