• 18/02/2023 00:00

La justicia social, la OIT y el Canal de Panamá

“Los panameños deberíamos anhelar que toda empresa, pública y privada, algún día, implemente las mejores prácticas que existen en el Canal de Panamá”

Este título puede sonar extraño. Generar opiniones encontradas. Para unos, el Canal, es un orgullo nacional; como ejemplo de la unificación del pensamiento nacionalista, por la lucha en recuperarlo y sus historias internas de mejora continua. Para otros, un ente donde se discrimina al trabajador, a imagen y semejanza de las prácticas de la época de la antigua zona del canal, pero más disimulada. Otros lo ven como una gran fuente de ingresos; donde maximizar su lucro, es prioridad, aunque sea sacrificando puestos de trabajo, reduciendo y eliminando programas importantes de mantenimiento e inversiones.

El Canal, la empresa, es mundialmente conocida. Pero ¿cómo funciona y es operado y administrado?, no se conoce claramente. Por otro lado, la Justicia Social, es una frase pronunciada por todo el mundo. Tanto los de izquierda como los de derecha. Los trabajadores y los empresarios. Los ricos y los pobres. Los políticos y los apáticos. Los creyentes y los ateos. Todos expresan, en sus argumentos, la búsqueda de la Justicia Social.

La Compañía de Jesús tiene un SECRETARIADO DE JUSTICIA SOCIAL Y ECOLOGÍA, que presenta, periódicamente, un informe de la labor jesuita, sobre este tema, en el mundo; solo para citar un ejemplo.

Pero ¿qué es la Justicia Social? Luigi Taparelli D`Azeglio (1793-1862), sacerdote jesuita y escritor italiano, profesor de Filosofía y Teología, en la Pontificia Universidad Gregoriana y en la Universidad de Palermo, es a quien se le atribuye este término. Profundo investigador del Derecho Natural, expresaba sus ideas por escrito, en una revista católica que ayudó a fundar. Para él la sociedad se compone del poder público y de la necesidad de cooperar con el bien social. Un orden social emanado de la aptitud y obligación del Ser Humano para la vida en común.

El papa León XIII, en su Encíclica Rerum Novarum, promulgada en mayo de 1891; expresó su opinión sobre las condiciones de la clase trabajadora. Planteó su apoyo al derecho laboral de formar sindicatos y al derecho de todo individuo a la propiedad privada. Se considera que León XIII escribe esta carta inspirado en los escritos del padre Luigi y en las realidades sociales de ese momento. Pero no usó el término en su carta. Otros papas sí lo utilizaron posteriormente. No intento dictar una cátedra sobre Justicia Social. Mucho se ha debatido sobre el tema. Es la gran aspiración de todos los pueblos.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT), fundada en 1919, es la primera organización que coloca el término Justicia Social dentro de sus Principios y Derechos Fundamentales. Está presente en la Constitución de la OIT, la Declaración de Filadelfia y las Declaraciones de 1998 y 2008. Los mandantes solicitan a OIT promover la justicia social fomentando el trabajo decente. La Declaración del Centenario de la OIT de 2019 la instó a intensificar la consecución de este mandato, con un enfoque del futuro del trabajo centrado en las personas.

El Llamamiento Mundial a la Acción de 2021 pidió agilizar las acciones que permitan enfrentar las repercusiones sociales, de la crisis del COVID-19.

Una sociedad es justa cuando proporciona un nivel básico de dignidad, capacidades y acceso a oportunidades para todos. Garantiza equidad en la distribución de los resultados económicos, incluso en situaciones de crisis y transformaciones a más largo plazo. Tiene la capacidad necesaria para garantizar los derechos universales y el apoyo institucional correspondiente. Una que aspira y dispone los medios para lograrla.

En noviembre de 2022, durante el Consejo de Administración de la OIT, el nuevo director general lanzó su visión sobre una Coalición Mundial por la Justicia Social, y planteó elementos, que, al cumplirse, podríamos considerar que existe justicia social.

Dentro de esto elementos, podemos mencionar la presencia de: Derechos Laborales, el Diálogo Social, el Trabajo Decente, Ingresos Dignos, Libertad de Asociación y Sindicación, La Negociación Colectiva, Mecanismos Negociados para la Resolución de Conflictos, Seguridad y Salud Ocupacional, Erradicación de Trabajo Forzoso y la Eliminación de la discriminación en materia de empleo y ocupación, entre otros. El Mitradel da seguimiento al cumplimiento de estos en Panamá.

La ACP tiene, dentro de sus normas y reglamentos, componentes que satisfacen, los elementos mencionados por el DG de la OIT.

Un tema muy comentado, tanto por partidarios como por detractores, son los salarios en la ACP. A nivel gerencial, los salarios son cónsonos, como una empresa de clase mundial. Pero los salarios de los trabajadores manuales, artesanos, técnicos y oficinistas son los más altos de Panamá. Se pagan con los ingresos de los servicios prestados al mundo marítimo. No salen de los impuestos de nuestros ciudadanos; a diferencia del resto de nuestros funcionarios.

Todo panameño aspira a trabajar en la ACP. El impacto positivo, de los buenos y dignos salarios, en especial de las posiciones más humildes, es muy importante en la liquidez de nuestro sistema económico y tiene un fuerte efecto multiplicador; sobre todo en los aportes a la Caja de Seguro Social. Los panameños deberíamos anhelar que toda empresa, pública y privada, algún día, implemente las mejores prácticas que existen en el Canal de Panamá. Ese es el reto que tenemos por delante. No retrocedamos.

Ciudadano panameño.
Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones