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- 15/12/2023 13:17
Juan Demóstenes Arosemena, un estadista visionario
Los líderes políticos que alcanzan el honor de dirigir una nación desde la presidencia, el cargo más alto y de más responsabilidad, entran en la historia de un país, ya sea por sus virtudes de genuinos estadistas o por su carencia de carácter y voluntad al tomar decisiones en beneficio del futuro de todos.
El Dr. Juan Demóstenes Arosemena pertenece a los primeros, pues entre el primero de octubre de 1936 y el 16 de diciembre de 1939, escaso tiempo para desarrollar iniciativas presidenciales, demostró su capacidad de estadista visionario, carácter y voluntad suficiente para dejar una huella profunda en la historia panameña.
El 16 de diciembre de 1939 los diarios recogieron en sus noticias la honda tristeza ciudadana por el luto ante la partida del Dr. Arosemena y, como muy bien lo anotaron, era un momento muy prematuro para analizar el legado que él había dejado. Solamente resaltaron desde la perspectiva de su carácter y fidelidad a sus principios la declaración que hizo por la petición que le habían insinuado los partidos políticos para que continuara más allá de su período constitucional.
El Dr. Arosemena afirmó tajantemente que su convicción democrática no se lo permitía. Ciertamente, analizar el legado del Dr. Arosemena, es una tarea de múltiples dimensiones porque sus ejecutorias comenzaron inmediatamente como jefe de sección de Guerra y Marina en la administración gubernamental del primer presidente de Panamá, Manuel Amador Guerrero, quien gobernó del 20 de febrero de 1904 al 1 de octubre de 1908. Posteriormente, desempeñó cargos públicos en las siguientes seis administraciones de manera continua y bajo diferentes ideologías partidarias. Entre los cargos desempeñados se destaca el de secretario de la Corte Suprema de Justicia, juez superior de la república, ministro de Relaciones Exteriores y gobernador de Colón. Internacionalmente fue delegado al Congreso Postal de Madrid y a la Asamblea General de la Sociedad de Naciones, así como jefe de la delegación panameña a la VII Conferencia Internacional Americana de Montevideo.
El Dr. Arosemena mostró sus cualidades de liderazgo político y buen gobierno durante el tiempo que estuvo fungiendo como gobernador de Colón. No solo intervino en la ejecución de obras de infraestructura como el arreglo de la cárcel, del cuartel de la Policía, el parque público, la nomenclatura de las calles y avenidas, el alumbrado eléctrico subterráneo, la construcción del Gimnasio Municipal, del Palacio Municipal y otras, sino también en la armonización de intereses entre la Unión Colonense, el Gobierno general y la comunidad logrando establecer el Ayuntamiento de 1922 que con su trabajo se atendieron las necesidades e intereses del distrito y se disfrutó de calma social.
Al seguir este crecimiento de la figura del Dr. Arosemena como líder político, se entiende claramente que su llegada a la presidencia de la República de Panamá el 11 de junio de 1936, no se debió a razones partidistas o de simples intereses electorales. Él mismo le puso el nombre a la distinción de ser presidente en el primer discurso que dirigió a la nación, cuando expresó que ser presidente es una responsabilidad histórica y un contrato supremo.
Sus ejecutorias se pueden calificar de acuerdo con esa idea porque sus decisiones se fueron concatenando con esa línea orientada sin desviación alguna hacia la construcción de un país con futuro. Y así, tuvo la oportunidad de firmar los tratados Arias - Roosevelt, y fueron surgiendo obras públicas en los sectores de salud, educación, proyectos agropecuarios, sociales y de la economía. En 1938, con su apoyo decisivo se celebraron en Panamá los Juegos Centroamericanos creando una ventana para que los atletas panameños se mostraran protagonistas en todas las disciplinas.
En medio de las numerosas e importantes obras que propuso y ejecutó el Dr. Arosemena durante su gestión, no se puede dejar de mencionar la que sirve como símbolo máximo de su visión como estadista. La Escuela Normal surgió en el centro del país, en el llano de las luces, y cuando se concluyó el edificio monumental, empezó el 5 de junio de 1938 a deslumbrar con la fuerza de la educación a todos los rincones panameños. La Escuela Normal de Santiago acogió a estudiantes de todas las provincias que una vez convertidos en maestros y maestras se encargaron de cumplir con el propósito que le marcó el Dr. Arosemena, servir mediante el conocimiento y la verdad para la redención del interior y para el progreso auténtico de Panamá. Son innumerables las obras que impulsó el Dr. Arosemena, pero la Escuela Normal lleva su nombre, porque ella resume su idea de gobierno. La educación es liberación, oportunidad, progreso, convivencia, cultura y más. Don Narciso Garay lo expresó de esta manera: “La implantación de la Escuela Normal de Santiago de Veraguas es un acto de valor civil que denota en el autor absoluto desprendimiento de prejuicios locales y visión profética del porvenir. Es el pedestal más firme en que puede asentarse la gloria de un gobernante”. Y cada vez que se entona el himno de la Normal, se alude al sueño del Dr. Arosemena, porque se canta “...normal augusta, templo sagrado, fuente inefable de inspiración, faro y antorcha, sol esplendente, de nuestra Patria, la redención”.
El Dr. Juan Demóstenes Arosemena es una figura política extraordinaria que guió los destinos de Panamá hace 87 años, y lo hizo con tal visión, voluntad y ciencia que en estos momentos, a pesar de la distancia en el tiempo, puede servir de inspiración y excelente ejemplo para nuestros líderes de hoy.
El autor es abogado.