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- 07/11/2014 01:00
Perspectiva joven
Al hablar de juventud, muchas veces me encuentro con comentarios fuertes, negativos y desmotivadores. En ocasiones, he llegado a pensar que ciertas unidades de la sociedad no confían en la capacidad transformadora que tiene la juventud. Ignoran que los jóvenes de hoy serán los que mañana guiarán al país.
Las opiniones vertidas en nuestra sociedad acerca de la juventud no son muy alentadoras. Nos muestran como vagos, problemáticos, inconscientes y mil cosas más. Es común escuchar frases como: ‘la juventud de hoy no sirve’; pero lo más grave del asunto es que en algunas ocasiones terminamos creyendo que somos todo eso, envueltos en esa maraña que proyecta a los jóvenes como un sector inservible de la sociedad.
En las últimas semanas, en nuestro país, los foros han versado en temas relacionados con los jóvenes, tales como: delincuencia, embarazos y educación sexual en adolescentes. Estos tópicos levantaron múltiples tornados de opiniones, muchos de ellos han hecho que me pregunte si este plano en el que vivimos es real o todo es una ilusión de mi mente.
Jamás imaginé escuchar en casi todos los medios formales de comunicación a las personas en especial a profesionales expresarse de las adolescentes embarazadas como una lacra, como seres carentes de decencia a las cuales hay que poner en cuarentena como si padecieran de alguna enfermedad contagiosa. Escuchar la saña y la rabia con la que se referían me preocupó muchísimo. Es inconcebible oír comentarios como estos con tanta normalidad. Me da mucho dolor escuchar día con día como se exaltan los problemas de este sector de la sociedad. Críticas centradas en señalar los problemas, pero no en buscar soluciones.
La única forma de avanzar en este tema es desarrollar políticas públicas de juventud acordes a la realidad social existente. No podemos negar que vivimos en un país que necesita mucho trabajo en esta área. Necesitamos políticas integrales que ayuden a los chicos a desarrollarse de forma integral. No necesitamos más negativismo sino acción y compromiso real. No de letras, papeles, programas o comités que nunca llegan a tener efectividad.
Contrario a lo que nos quieren hacer ver, el joven panameño es un ser consciente y preocupado tanto de su bienestar propio como el de su entorno. Las juventudes de nuestro país más que nadie están conscientes de la problemática que se vive y no se han quedado con las manos cruzadas.
En nuestro país existen un sinnúmero de movimientos juveniles que trabajan arduamente por mejores condiciones de vida para todos. Para muestra un botón está el conversatorio juvenil que se llevó a cabo el pasado 24 de octubre en la Asamblea Nacional de Diputados, cuyo objetivo era discutir la ley de juventud al que acudieron representantes jóvenes de nuestro país que expresaron sus puntos de vista. Y aunque pertenecían a diferentes organizaciones, ideologías y estatus sociales, la mayoría coincidió en que ‘el joven quiere ser escuchado, que se requiere una ley de juventudes, pero no cualquiera, sino una que sea consensuada por todos los sectores juveniles y sobre todo una ley que no se convierta en papel o en otro programa burocrático carente de acciones concretas’.
El joven no quiere que se le den las cosas fáciles. Quiere y necesita que se le den sus espacios y que se respeten sus derechos. Quiere y exige que se le vea como un ser humano no como un saco de errores. En la juventud se está expuesto a tener muchos tropiezos, pero allí está su riqueza en la fuerza y la perseverancia que nos permite seguir a pesar de todo y en pos de nuestros sueños y metas.
Antes de hablar mal de un joven debemos ponernos en sus zapatos y verlo desde su punto de vista, primero debemos tomar en cuenta ‘la perspectiva joven’.
*ESCRITORA