• 09/11/2021 00:00

Industria marítima: entre inversión y especulación

“Panamá está a un paso de consolidar una industria marítima donde la inversión verdadera ganará terreno […]”

La discusión del proyecto de ley de cabotaje ha dejado entrever a la faz del país un aspecto de la industria marítima panameña, que explicaría cómo una nación de tan amplísima costa, poseedora de un canal interoceánico, un “hub” intermodal de trasbordo y un servicio de abanderamiento de naves gigantesco, no ostenta de una industria marítima auxiliar al mismo nivel, sino que, por el contrario, no ve despegar su siempre anunciado potencial. Esto estriba en su composición: mientras que los nacionales invierten realmente en el país, el capital internacional, especula con él.

La percepción positiva del empresario inversor, contrapuesta a la reputada cobardía del especulador, reposa en las definiciones de ambos vocablos.

Una inversión se define como parte del ingreso utilizado en la adquisición de bienes de capital o destinados al incremento de existencias, así como el empleo de capitales en aplicaciones productivas. También se ha definido como la aplicación de recursos económicos, con el objetivo de obtener ganancias en un determinado periodo. El común denominador de las acepciones de este vocablo es el cambio, el movimiento y crecimiento de lo invertido.

La sociedad de bienestar, como concepto, descansa en que la actividad económica, ejercida por los particulares y facilitada por el Estado, provoque crecimiento económico, el intercambio de inversiones, es receta de generación de riqueza al caracterizarse por el rédito esperado y recibido por los que invierten.

La especulación, por el contrario, se ha definido como una actividad emprendida en la compra y venta de bienes, títulos, valores, metales, y demás, con el fin de obtener un lucro muy por encima del beneficio normal, aprovechando circunstancias que posibilitan el logro de amplios márgenes de beneficio. En esencia es comprar barato y vender caro. Caracterizándose estas maniobras, por oscilar entre un alto margen de riesgo, pero matizado esto por la manipulación de condiciones para concretar los propósitos.

Si bien la especulación es una práctica común y por sí sola, no pecaminosa, se suele contraponer el espíritu valeroso del inversionista con el sigilo y capacidad de aprovechamiento y manipulación del especulador, donde el primero arriesga y moviliza la economía de un país y región, provocando externalidades positivas y multiplicación de beneficios más allá de su propio interés, el segundo, guarda, espera, no moviliza capitales, bienes, los congela, procurando para sí mismo una ganancia pingue y concreta para cuando las circunstancias le favorezcan a él y solo a él.

Volviendo a la industria marítima panameña, el mencionado proyecto de ley de cabotaje que otorga prelación hacia los nacionales para equiparar el mercado ante los grandes beneficios que tienen las empresas extranjeras en Panamá, ha polarizado la opinión entre la industria nacional en contraposición de intereses foráneos que se han beneficiado con el anquilosamiento de la industria, “dumping” de precios, clamando un capital, una transferencia de tecnología y empleos que nunca llegan, especulando con toda una República y su industria marítima, con una gula insaciable de ventajas que no permiten ni la libre competencia ni el crecimiento de la mencionada industria. Los casos son múltiples: desde el armador foráneo que factura fuera de Panamá que aquí brindó, el yate foráneo que ofrece alojamiento a turistas anclado frente a un hotel; el capital de dudosa procedencia que invade el anclaje con activos y tumba los precios para depredar el mercado; el operador naval que no paga ni impuestos ni prestaciones, so pretexto de un acuerdo comercial, y así mismo, sobran ejemplos. En fin, el no contribuyente versus el que sí contribuye.

Afortunadamente, la razón ha prevalecido y el proyecto de ley de cabotaje fue aprobado por la Asamblea Nacional, aguardando la sanción presidencial. Panamá está a un paso de consolidar una industria marítima donde la inversión verdadera ganará terreno a aquellos que se han dedicado a especular con todo un país.

Abogado marítimo y armador.
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