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- 14/02/2021 00:00
Incertidumbre
Persisto en comentar y hasta opinar en este ambiente pastoril con más preguntas que respuestas, y con mostrada avidez por entender palabrejas técnicas machacadas con estrategias increíbles que en nada han atajado el avance de esta infección, que al principio hubo un grupo de científicos expertos en epidemiologia, que por cierto se desplazan en enmarañada trascendencia que a los neófitos nos llena de más perplejidad mientras pervivimos entre amenazas de los que pueden mover el ratón dispositivo a su antojo en la computadora del Gobierno.
Ya vamos sobre casi un año de penurias con el incesante coro de amenazas con meter preso o a lavar hospitales a los que trasgreden las absurdas medidas que militan entre la llamada cuarentena social o el rimbombante “toque de queda”. Lo primero no se ajusta a los cuarenta días y que más bien nos encierran de noche y fines de semana cuando nos aseguran que entre el contagio y evolución de la enfermedad son nada más que 14 días que se extienden en casos graves, pero ayunos de información, más que el lavado constante de agua lo que no es posible en algunas aéreas a falta del fluido, sobre la separación de dos metros lineales, cuando deben ser cuadrados. Me parece que lo que se debe es enseñar ese cuadro de penurias que decanta con la anestesia general para poder entubar a una persona, algo desastroso y dantesco con las secuelas que se proyectan que en los que quedan vivos. Creo que ese espectro de la manguera que llega hasta los portales del estómago es horrible y puede concientizar a los aventureros que desafían al virus coronado y su mortal andanza.
Nada es más convincente que observar esta innata capacidad del Ejecutivo de permitir por desidia la promoción de paros y huelgas por la falta de insumos para atajar los contagios del cansado personal que se debate en la lucha en primera fila, al tratar a pacientes contagiados del moquillo o sobre el pago de salarios atrasados y pendientes. Tenemos ministerios que no pueden contar a ese personal médico de primera fila para que reciba la vacuna en su orden, pero sí son festivamente diestros en atalayar nombres como el cacareado “vacúmetro” o la deslumbrarte “burbuja” con o sin apellido, esta última, como si se tratara de un ente estático o la aplaudida inmunidad de rebaño. Todo esto nos parece una burla pública con los parches de entrega de bonos digitales que ni en sueño alcanzan el salario mínimo. Muchos sienten esta tarea impuesta del hambre constante con los contengas.
Esta infección acelerada tiene característica mundial derramada sobre la humanidad en su comportamiento y claro, no podemos dudar de lo intrincado que resulta descifrar el giro que tomará el huracán infeccioso de acuerdo con la cultura en el lugar determinado, aun frente hombre Vitrubio en relación con las capas sociales. Todo esto choca con las arbitrarias medidas de desgranar la semana en días de mujeres y los días de hombres en horas laborables, pero en la noche los separados diurnos se cobijan con la misma manta. Eso de las burbujas familiares, se trata de personas que supuestamente están aliadas y conviven juntas y por ello se mantienen en el globo imaginario, pero apenas se desplacen por razones de una sociedad dinámica, dejan de ser burbujas.
El otro asunto es el aspecto económico y la destrucción de la economía por los insanos toques de queda, que ahora el Ministerio de Salud puede entrometerse en regular la reapertura de las actividades económicas directamente. Aquí nadie los contiene porque sin suspender los términos judiciales de hecho, disponen medidas drásticas cuyo efecto devastador vamos a sentir cuando quiebren los negocios, porque no entran a regular las moras por atraso de deudas y tantas otras cosas indirectas que perviven en este ambiente y que son inciertas las acciones legales que no van a resolver en nada porque todo aquí es a la fuerza de los antojos.
Los informes del fenómeno para el hombre común se reducen a números abultados incomprensibles y el balance entre los muertos de aquí y de allá, o sea, que todo es ahora una estadística. Valdría la pena que se le pusiera interés al sentido de autoridad de la ley, cuando su aplicación se extiende a la interpretación que hace el juez de calle que puede ser un policía o un particular que interpreta la ley y que se convierte en autoridad de hecho. Autoridad judicial es la capacidad para que una particular investido de un título interprete y aplique la ley.