El número de víctimas mortales por la dana en la provincia de Valencia se eleva a 212, de las que 183 están ya plenamente identificadas, según el último...
- 14/11/2014 01:00
De la barbarie a la civilización y viceversa (I)
Hace un par de siglos, durante la Guerra Civil norteamericana, un famoso buque sureño llamado Alabama, era el azote de los buques Yankees. Dice la historia que en un momento de sus exitosas hazañas, el Alabama quedó seriamente averiado y, como era el buque más buscado por los Yankees, tuvo que viajar a Francia para ser reparado. Sus ‘depredadores’ hasta allá lo siguieron, y el capitán del buque Yankee, en lugar de aprovechar que el Alabama estaba indefenso para destruirlo (y para evitar un problema diplomático con Francia), invitó al capitán del Alabama a abrirse a alta mar para librar la batalla que les correspondía, batalla que el Alabama aceptó y perdió. Dicen los entendidos en batallas navales de esa época, que si el Alabama hubiese sido asistido a tiempo, hubiera ganado la batalla; pues muchas de sus balas de cañón estaban defectuosas. El capitán del buque sureño y su tripulación estaban conscientes de sus desventajas, pero su honor y prestigio estaban en juego.
En esa misma época, existía la costumbre de que cuando una persona se sentía ofendida por otra, invitaba al ofensor a resolver sus diferencias a muerte en el campo del honor. Lo curioso era que el ofendido daba a escoger al ofensor las armas a utilizar en la contienda. Sobran los ejemplos de esos tiempos, donde el honor estaba por encima del poder, la riqueza e incluso la vida.
¡Cómo cambian los tiempos! ¿Qué nos encontramos en nuestra época? El ofendido no solo le proporciona una puñalada por la espalda al ofensor, sino que, lo que es peor, contrata a otra persona para que cumpla con su venganza.
¿Cuándo se dio este cambio? Muy sencillo. Todo ocurrió cuando vinieron los rifles de largo alcance, luego los cañones y finalmente los proyectiles tele-dirigibles, donde con solo oprimir un botón se aniquilaba a miles de personas sin ver sus efectos. En ese momento, el atacante no podía ver los ojos de su víctima, como ocurría cuando se le introducía una bayoneta al enemigo en sus entrañas; por lo que no se podía ver la crueldad de la guerra. Fue allí cuando la guerra en realidad se hizo ‘fría’. Sigue...
*QUÍMICO INDUSTRIAL.