• 11/07/2024 23:00

Humor y simpatía en Ernesto ‘Neco’ Endara

Lo que Neco tiene a su favor es algo que no anda flotando en el aire por casualidad, ni mucho menos por generación espontánea. Ese algo tiene dos nombres: ¡una natural simpatía y mucho talento!

Si nos ponemos a indagar, el autor panameño vivo más polifacético, en el sentido de haber cultivado con éxito todos los géneros literarios es sin duda Ernesto ‘Neco’ Endara (1932). Un hombre que en su juventud y temprana madurez se ha desempeñó exitosamente en muy diversos quehaceres: marinero, bombero, profesor, periodista, entre los más sobresalientes y creo que más gozosos para él mismo.

Gran cuentista y novelista, también escribe espléndidos ensayos, poesía y teatro, aunque con menos asiduidad. Igualmente, es el escritor que más veces ha merecido el premio nacional “Ricardo Miró”; y además, en varias ocasiones, ha triunfado de a dos géneros un mismo año.

Sin duda, esto no ocurre por simple casualidad, ni tampoco por accidente; ni siquiera porque los dioses del Olimpo hayan querido favorecerlo en las lides de la cultura. Lo que Neco tiene a su favor es algo que no anda flotando en el aire por casualidad, ni mucho menos por generación espontánea. Ese algo tiene dos nombres: ¡una natural simpatía y mucho talento!

Por supuesto, al ser un asiduo lector de todo tipo de libros y estar al día en cuanto a muy diversas investigaciones científicas y humanísticas, se mantiene muy bien informado, lo cual le facilita nutrir sus conocimientos recreando, a su vez, un caudal adicional de materia prima para su uso en los diversos gajes del oficio que exige la creatividad literaria.

Pero además, y lo digo por experiencia personal, algo en que pocos escritores nacionales le ganan a la personalidad de Neco es en su muy particular sentido del humor. A casi todo le encuentra un aspecto gracioso, un ángulo risible, un aire de gozosa liviandad. Todo lo cual, por cierto, fascina a las mujeres.

Por otra parte, me atrevo a decir que no creo que Neco tenga “enemigos” entre los escritores nacionales y, tampoco, entre el común de los mortales. Y esto ocurre, me parece, por varias razones: porque está en paz consigo mismo y es algo que se nota; pero también porque ni la envidia ni la prepotencia ni el exhibicionismo endémico de algunos constituyen rasgos contrarios a su natural bonachona personalidad.

Nunca he olvidado que hace unos diez años, mi querido amigo el ya fallecido talentoso escritor nacional Ariel Barría Alvarado, que en paz descanse, me hizo una confidencia, que me parece ahora puedo divulgar. Resulta que ese año él había sido uno de los jurados del concurso Miró que premió a Endara en la sección de Cuento, no recuerdo por cual de sus obras. Palabras más palabras menos, me comentó:

“Por ciertas características propias de la forma en que escribes callado reconocí tu obra entre las finalistas; de hecho, quedaste cabeza con cabeza con Neco. ¿Sabes por qué nos decidimos unánimemente por su obra? No me lo tomes a mal: si bien tienes un dominio envidiable sobre la forma de construir tus cuentos, Neco (por supuesto, no sabíamos que era él) tiene una visión de mundo superlativamente positiva frente a situaciones curiosas o difíciles, y nos hacía reír a cada paso con sus graciosas ocurrencias; tus cuentos, en cambio - me dijo -, eran a menudo sórdidos, relativos a conflictos trágicos y muerte indeclinable, tanto así que a veces daban ganas de llorar. Podría decirse en ese sentido que como jurados optamos por la vida, no por la muerte, querido amigo”.

Vistas así las cosas, lo que señalaba Ariel era cierto. Lo sigue siendo en más de un sentido, incluso en la forma afable que tiene Neco de tratar a las personas. A menudo de todo hace un chiste. Y resulta que, en general, su manera de escribir se parece mucho a su personalidad: siempre amena, bonachona, gratamente imprevisible.

Si bien Neco se desempeña estupendamente en los diversos géneros literarios que con gran seguridad y destreza aborda, me parece indudable que en el cuento destaca sobremanera su agudo sentido del humor, tanto en situaciones planteadas por la trama misma de sus amenas historias, como en el comportamiento de sus personajes.

En ese sentido me tienta definirlo a veces como un escritor “gozoso”, ya que además de lo que se desprende del texto en sí, como lectores tenemos la sensación de que él mismo disfruta al máximo de las travesuras de sus personajes, de sus propias gracias. O viceversa: acaso sea precisamente esa elemental razón por lo que la mayoría de sus personajes suele inevitablemente destilar gracia y, por tanto, simpatía.

A mi juicio, toda su producción cuentística sobresale de forma casi que luminosa, y está integrada por los siguientes seis libros: Cerrado por duelo (1976); Las aventuras de Piti Mini (1983); Un lucero sobre el ancla (1985); Receta para ser bonita y otros cuentos (2001); La ciudad redonda (2001) y Blackjack (2006). Por otra parte, a mi juicio “Con el diablo en el cuerpo y otros ensayos” (2001) es un sobresaliente compendio de ensayos, profundos por muy bien pensados.

Esperemos que a sus 92 años Neco continúe deleitándonos con nuevos libros que sea inevitable disfrutar.

El autor es escritor, promotor cultural y editor
Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones