La honorabilidad en el deporte que debemos imitar

Desde hace unos años, he tenido el gusto de ver el comportamiento de muchas personas cuyo deporte y pasión es el tenis de mesa (en mi tiempo, ping pong), y luego de entrenamientos, prácticas (birrias), torneos y consejos hacia mis hijos, de parte de los mayores, he llegado a la conclusión de que en este deporte (y seguramente en muchos otros), lo que lo hace tan especial al final, es la honorabilidad y respeto que existe entre sus practicantes.

Ver personas desarrollar reflejos increíbles, con movimientos sorprendentes, salidos de la práctica y el esfuerzo, que se ve reflejado en la sudoración explosiva que conlleva el mismo, solo puede implicar una cosa, amor al deporte.

Aunque parezca increíble, todo lo aprendido y desarrollado tiene su culminación en los torneos, en los cuales, a cada lado de la mesa abra un competidor, con el mismo deseo de ganar, por lo que la inversión del esfuerzo será suprema y sin piedad; pero que, una vez concluido el partido, vencedor, vencido y jueces, muestren su mutuo respeto, a través de un saludo deportivo.

A través del tiempo, hemos visto que dicho comportamiento se aplica a los distintos clubes de tenis de mesa que tenemos en Panamá, donde impera entre sus miembros una muy buena amistad y sobre todo la honorabilidad; en fin, no se comportan solo como un club deportivo, pensamos que su forma de actuar va más allá, pues la familiaridad existente entre sus miembros es elocuente.

La pregunta que nos hacemos es, si esto lo podemos ver entre los diferentes clubes de tenis de mesa a nivel nacional, como Milla 8, Friendship, Parque Lefevre, La Guardia Nacional, Arraiján-La Chorrera, Chiriquí, por mencionar algunos, ¿por qué, cuando caminamos por la calle, manejamos un automóvil, tomamos el metro, entramos a un almacén o supermercado, en fin, en nuestro diario vivir en Panamá, observamos comportamientos totalmente diferente, marcados por la agresividad manifiesta, la vulgaridad, y sobre todo la falta de respeto hacia las personas?

Entendemos perfectamente bien que la “clase politiquera” (del nivel que sea) de nuestro país, se comporte como lo que son la mayoría, pero la malo es que dicha forma de actuar está permeando cada día más, sobre el resto de las personas, que son la numéricamente mayor y que no tienen nada que ver con esa “clase”, pues tan solo son usados por ellos.

Expresiones como “buenos días”, “buenas tardes”, “por favor” y “gracias” están en peligro de extinción. De hecho, en más de una ocasión, al enunciar dichas palabras, el silencio o la mirada recriminatoria tienden a ser la respuesta generalizada.

Aún recuerdo mi Panamá donde las personas eran felices, en cualquier lugar nos encontrábamos con un “buenos días”, el “por favor” lo hallábamos por todos lados y las “gracias”, eran parte integral de toda conversación. Un amigo era un amigo, y los buenos amigos, como hermanos, siempre dispuestos a ayudarse desinteresadamente, pero todo esto va rumbo a la extinción acelerada, lastimosamente.

Todos los días le pido a Dios su ayuda, que espante a todas las “tuliviejas” y “hombres del saco” que tanto daño le están haciendo a mi país, y sobre todo que traiga de vuelta al Panamá que se fue, para que nuestros hijos y nietos tengan un país decente donde vivir.