• 29/08/2011 02:00

Historias incompletas

COMUNICADOR SOCIAL.. C onfieso, otra vez, que los acontecimientos que se dan entre lunes y lunes, invitan a reflexionar sobre el camino...

COMUNICADOR SOCIAL.

C onfieso, otra vez, que los acontecimientos que se dan entre lunes y lunes, invitan a reflexionar sobre el camino que llevamos. Para parafrasear aquel poema de César Vallejo, Los Dados Eternos, cuando veo lo que ocurre en este país, me ahogo en silencio: ‘Dios mío, estoy llorando el tiempo que vivimos’. Hay mucha indignación, pero no ocurre nada y no veo indicios de que se den movimientos sociales significativos (que es lo que cabe ante los hechos presentes) que obliguen a cambios profundos en la forma en que operamos, social y políticamente. No me voy a referir al terreno en Paitilla ni a lo que hay o hubo detrás de este asunto. Eso sí, censuro enérgicamente los negociados con los bienes de todo el pueblo y censuro el hecho de que nos traten de tontos, a todos.

La Feria del Libro, que recién culminó ayer, fue un oasis de esperanza en medio de estas conductas perniciosas; pero hay que tener cuidado que ese evento no se convierta en otro escenario comercial de compra y venta de impresos de precaria calidad literaria, simplemente por el potencial comercial que puede representar.

Hablando de libros y censuras, Ali H. Soufan, agente retirado del Buró Federal de Investigaciones de los Estados Unidos (FBI), solicitó autorización para publicar sus memorias. El FBI revisó las 600 páginas del borrador del libro titulado ‘The Black Banners: The Inside Story of 9/11 and The War Against Al Qaeda’ (no pretendo traducir) y le pidió a Soufan cambiar algunos nombres y la aclaración de si algunos de los asuntos mencionados aún son considerados como ‘classified’ (un término utilizado en el mundo de la inteligencia para resguardar los detalles de eventos y situaciones).

El FBI envió el libro a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para su revisión y para darle el visto bueno al ex agente Soufan para que el libro vea la luz pública el 12 de septiembre, fecha programada para su presentación y un día después del décimo aniversario de los atentados a las Torres Gemelas. La CIA le ha devuelto al autor 78 páginas censuradas en donde lo invita a hacer recortes de información contenidas en el libro.

La nota escrita por Scott Shane y publicada en el New York Times relata una lucha entre las dos entidades, el FBI y la CIA, subrayándola como ‘una pelea sobre quién logra escribir la historia’ relacionada al 11 de septiembre y sus repercusiones. Es una guerra que continua, a pesar de que hay convincentes indicios de que la tirantez entre estas dos instituciones y otras que velaban por la seguridad de ese país, en parte, ha tenido algo de causa en los terribles eventos de aquel día.

La CIA tiene un buró dedicado a la revisión de libros escrito por agentes y ex agentes, con el fin de proteger información que consideran secreta o ‘classified’. Valerie Plaine, después de haber sido expuesta como agente de la CIA por su propio gobierno (G.W. Bush), escribió un libro para dejar evidencias de la realidad de lo sucedido en su caso. Ella señaló que: ‘lo que no he podido discutir profundamente en el escenario público es la historia completa de cómo la CIA peleó para censurar grandes porciones de mi libro, argumentando que yo no podía divulgar ni aceptar mi afiliación a la agencia antes de enero de 2002, aunque mucho de los datos de mi carrera son de conocimiento público’.

En 1973 Víctor Marchetti publicó: ‘The CIA and the cult of intelligence’ y fue el primer libro en la que el gobierno federal demandó legalmente a la Corte, con el fin de censurar algunos pasajes antes de su publicación. La CIA exigía la eliminación de 399 pasajes y al final el autor y la CIA llegaron a un acuerdo de eliminar 168.

Mucha de la información contenida en el libro de Soufan ya es de dominio público, relata Shane en el escrito en donde asegura que el autor, quien jugó un papel trascendental en la mayoría de las más importantes investigaciones relacionados al terrorismo entre 1997 y 2005, le dijo a un colega que las ediciones y censuras de la CIA al libro ‘no tienen que ver con asuntos de seguridad nacional, sino de evitar que él relate episodios que, a su pensar, dejan mal parado a la CIA’.

Para un país como los Estados Unidos, que ha jugado un papel preponderante sobre eventos que finalizaron con la consecución de sus objetivos geopolíticos (muchas veces impensables) y que ha ejercido su poder con firmeza en el mundo durante gran parte del pasado siglo y lo que va de este milenio, es importante que preserve el halo de secretismo sobre las interioridades de muchos de estos eventos y acciones.

A lo largo de ese tiempo, para bien o para mal, y en detrimento de nuestros pueblos y nuestras aspiraciones como naciones independientes, miles de ciudadanos estadounidense y reclutados han actuado silenciosamente en post de esos objetivos; la pregunta es ¿quién escribe la historia? Y cada vez que un actor retirado de las filas de la inteligencia trata de limpiar su conciencia, o vengarse como en el caso de Valerie Plaine, habrá otros que harán lo posible por ocultar la verdad y los hechos tal como ocurrieron. Así es en el complejo mundo del ajedrez geopolítico y a pesar de las censuras el libro de y la intención de Soufer será un aporte valioso para la historia. Aquí nunca sabremos muchas verdades.

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