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- 12/10/2019 00:00
No solo los ganadores han escrito la historia, también 'los vencidos'
No se puede negar que la historia es producto de la actividad humana, desde el punto de vista de que los hombres la realizan, la construyen y proyectan los hechos históricos hacia la posterioridad; pero, como actividad humana, siempre está llena de aspectos subjetivos, de intereses y valores que dependen de quién la cuenta.
La conquista de nuestro continente está llena de acontecimientos; pero no siempre ellos han sido narrados de la manera más correcta e imparcial posible, sino que les han añadido sucesos no ocurridos, se han aumentado las glorias de los vencedores en las batallas o la guerra.
¿Quiénes pueden negar el espíritu guerrero y de rebeldía en la defensa de sus territorios, de sus pueblos, de sus costumbres y culturas de hombres de abyalenses como: Tupac Amaru, Kaupolican, Tupac Katari, Raminau, Yara Kuay, Ana Caona, Nele Kantule, Düiren, Iguasalibler, Urracá, Quibian, Atuey, Lempira, Tkum Uman, Guatemok, Victoriano Lorenzo, Troya, Tanta Kaiyotak y muchos otros largos de enumerar? Todos ellos escribieron con su sangre páginas gloriosas y acontecimientos dignos de ejemplo para nuestras futuras generaciones; sin embargo, han sido opacadas por los historiadores no indígenas y solo han sido transmitidas oralmente por los mismos pueblos originarios de generación en generación y son las que conocemos hasta hoy en día.
Como actividad humana, la historia es subjetiva y es por ello que es muy conocida una máxima popular que dice que “la historia es historia de los ganadores”, quien pierda no tiene derecho a contar la historia, a menos que se reivindique y triunfe en otro momento, pudiendo narrar tal o cual suceso de acuerdo a su punto de vista.
Si los pueblos originarios de Abia Yala (Continente Americano) hubieran contado con las mismas armas que los colonizadores a su llegada a estas tierras, hoy tuviéramos escritas otras historias; las culturas indígenas estuvieron en desventajas para este encuentro.
Sea como fuere, es una actividad muy sujeta a influencias anteriores y posteriores. Si las tropas de Luis XIV hubieran dominado el movimiento en 1898, no hubiera pasado (si acaso hubiera pasado) como un simple escándalo en Paris; pero como no lo controlaron, ahora se le conoce como la Revolución francesa.
Si Irak hubiera ganado la Guerra del Golfo, hubiera podido jactarse de que un solo país derrotó a 31 países que se unieron para atacarlo. Como no ganó la guerra, se ve sujeto a que se cuente la versión que a los vencedores les interesa dar a conocer.
Es necesario indicar que los pueblos originarios americanos también tuvieron su historia llena de hechos gloriosos y heroicos, con héroes y heroínas; pero como ellos no vencieron, esa historia se les ha vedado, en este momento o en otro trataremos de dar algunas muestras de ellos.
Aún existe una gran riqueza cultural muy antigua que legaron nuestros antepasados; desgraciadamente, conocemos pocos de ellas. En las escuelas y colegios se aprende más de la cultura europea que de nuestra cultura indígena. ¿Acaso no es cierto que se dan a conocer obras de escritores grecos o latinos que los aportes de nuestra cultura ancestral? En la secundaria se tiene que leer “La Odisea” de Homero, “El Quijote” de Cervantes, pero nunca se mencionan obras de la cultura maya, azteca o inca.
Había conocimientos científicos exactos sobre el movimiento de los astros, calendarios perfectos y una sorprendente aptitud para los trabajos literarios y artísticos. Existían unos sistemas propios de escrituras: jeroglíficos, petroglifos, signos y caracteres donde se muestran su pensamiento y su religión.
En honor a la verdad, hay que reconocer el valor hispano y europeo al aventurarse a estas tierras desconocidas y bravías; lo que no se puede aclarar es qué era más grande, si su arrojo o su avaricia. Porque llegar de tan lejos en busca de oro, no podía ser más que el resultado de una enorme avaricia, que abandonaba y soportaba todo, a cambio de las riquezas que de estas tierras salían.
Pueblos Originarios de Panamá y América Indígena: ya es tiempo de discontinuar las lamentaciones históricas del ayer; solo nos queda a los pueblos originarios “No odiar, pero jamás olvidar”. Miremos el devenir histórico del mañana, no olvidar nuestras raíces y actuar con sensatez y olvidarnos de nuestras profundas diferencias internas, una enfermedad cancerígena que nos está acabando día a día a nosotros mismo.
Los Gobiernos de turno se complacen y aplauden en vernos divido cada vez más así, soñemos con un futuro promisorio; “no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista”. Para 2029 estaremos en capacidad los originarios de Panamá de llevar a la silla presidencial a uno de nuestros hermanos indígenas, ya es hora de empezar a trabajar sin mezquindad, odio, divisiones, vanidad, envidia al éxito político de otros, prepotencia, orgullo; solo nos resta la unidad completa para el logro de este hecho histórico en nuestro país.
Ex legislador de la República.