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El 7 de noviembre próximo, se cumplirán 40 años desde que una de las misiones del Fondo monetario internacional (FMI) le llegaba a poner pautas al desenvolvimiento de la política económica -e implícitamente a la “social”-de los gobiernos que se han turnado desde principios de la década de 1980.
En efecto, los “sicarios económicos” del momento, como los define John Perkins en su obra Confesiones de un sicario económico (2005), tenían el propósito de dejar sentada las líneas y en algunos casos medidas específicas de hacia dónde tenía que conducir la economía el gobierno “democrático” que iniciaba su gestión.
Para garantizarlo habían ocurrido tres eventos de relevancia política que se convertían en condicionantes claves para esto. Primeramente, lo que el citado Perkins, catalogó como “el asesinato del general Omar Torrijos” (Perkins, 2005), lo cual representaba una piedra en el zapato de las condicionalidades del FMI. Torrijos no cumplió con la primera carta de intención del gobierno con este organismo financiero (1979).
En este documento, aparecía la obligación de tomar medidas tales como la privatización de las empresas estatales, eliminación de la simbiosis entre la CSS y el Minsa y la privatización de los fondos del programa IVM, medidas que los supuestos seguidores del general y sus postulados se encargaron de cumplir (gobiernos de Ardito Barletta, de Eric Arturo Del Valle, Pérez Balladares e irónicamente, de Martín Torrijos).
El segundo evento tuvo que ver con lo que hoy está en la palestra, a saber, se decapitó la capacidad financiera de generar ingresos propios a través de inversiones directas en la CSS. Aquí, uno de los programas ejemplares que era una de las “gallinas de huevos de oro” en el financiamiento del programa de IVM, cual era el proyecto colectivo de viviendas, se fulminó de raíz, aprovechando el circo generado a propósito del famoso “escándalo de la CSS” en 1982. Hoy se entiende mejor este hecho...había que ir justificando la privatización de sus fondos.
El tercer evento fue la elección del exvicepresidente del Banco Mundial -organismo estelar junto con el FMI que establecía las nuevas condiciones de privatización de las economías de los países- como presidente de la República en 1984, con la complicidad de los supuestos seguidores militares y civiles del general, ya eliminado físicamente.
La misión cuyo propósito oficial era el de dejar elaborado un “programa financiero en el marco del acuerdo del crédito contingente stand by)” destacó varios puntos de “alarma”. Uno de ellos, fue el relativo al “déficit del sector público y los requerimientos de financiamiento a niveles insostenibles” (Misión del FMI, Desenvolvimiento de la economía panameña, 1984). El cinismo rampante de esta misión aseguraba verdades a medias en este sentido, tales como afirmar como hecho inocente, que “el estancamiento de la actividad económica ha ocasionado una caída de los ingresos de varias instituciones del sector público...” (Op. Cit.). Lo que nunca dijo esta “misión”, fue que sus condicionalidades y sus “chacales” -encargados de crear inestabilidad política- habían aportado a la crisis económica panameña, como lo haría años después con más intensidad hasta llegar a la invasión... tal cual como lo explica Perkins en su obra sobradamente documentada.
Como preocupante para la misión era la reducción de impuestos a la compañía bananera. Sarcásticamente, la misma contra la que el general Torrijos una década antes se había enfrascado en “la guerra del banano” para obligarla a pagar más impuestos. Pero el quid de la preocupación de esta “misión”, estaba en algo que pasaba desapercibido: “los montos proyectados para el servicio de la deuda pública en los años posteriores a 1984 son verdaderamente alarmantes” (Op.cit.).
Para ahorrar espacio en esta entrega periodística sociológica, les termino señalando que esa preocupación del FMI -igual que hoy- por un lado, dejaba ver que eran conscientes del carácter impagable de la deuda; por otro lado, que ellos mismos ofrecían el mecanismo de obtención de más deuda “renegociada” para elevar los pagos, no para solventarla. Para ningún banquero privado es negocio terminar con los flujos de dividendos que le otorgan los pagos de sus deudores.
Es por esto por lo que el FMI no tiene interés en que se privatice -más allá de lo actual- al Canal de Panamá; esta es su gallina de los huevos de oro para garantizar el pago de la deuda irresponsablemente inducida en contra de la inversión para nuestro desarrollo social.
Que viva la Patria.
*El autor es sociólogo, docente e investigador