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- 23/11/2022 00:00
Las grietas compendiadas
Santiago. _ Bienestar, crecimiento, educación de calidad y accesible, seguridad social efectiva y robusta, salud curativa y preventiva amplia, felicidad, movilización social, orden y seguridad ciudadana, respeto y obediencia a la Ley y a las autoridades, alternancia en el poder, libertad que se sienta, de expresión y de opinión y una justicia ciega y oportuna. Son valores en los cimientos de la democracia.
La historia, la cultura, las tradiciones, la extensión territorial y su población, sus intereses geopolíticos y comerciales, las relaciones internacionales y el temple y formación de sus dirigentes proporcionarán más de un ingrediente particular al desarrollo de la democracia en cada país. Caben denominadores comunes; encontraremos entonces regímenes hermanos, primos, amigos o vecinos de la democracia. Ni este ni ningún régimen se impone por decreto. Su madurez se alcanza en virtud de un proceso largo y repleto de obstáculos de todo tipo. Razón tenía aquel que dijo “la democracia es la lucha por la democracia”.
El hambre, la pobreza, la desigualdad, el desempleo, las injusticias, la discriminación, los abusos, la impunidad y la violencia, son las grietas compendiadas que desdibujan el brillo y la hermosura en el rostro de la democracia. Abundan las tesis que distribuyen sus causas entre distorsiones propias del sistema, incapacidad de sus timoneles o desviaciones en sus actuaciones, imposibilidad intrínseca de alcanzar metas positivas para todos y las raíces mismas del régimen político y económico. Ninguna es la única válida. La medalla de oro es compartida. Aquí radica la razón para buscar soluciones en todas direcciones.
No se trata de un experimento alquimista; cada nación debe encontrar la mejor fórmula, sin desintegrar sus orígenes, su piso común, su identidad, el tronco de la nación. Los ensayos de refundaciones, ya sean encubiertos o francos, han conllevado drásticos recortes a la libertad y dolorosas confusiones. Alcanzar la excelencia democrática en medio de una convivencia civilizada es la meta para unos y para otros se trata de una vida soñada que requiere dejar en cenizas todo aquello que hoy nos permite producir riqueza; toman los déficits de la democracia para esparcir ideas mesiánicas que no han podido procrear el bienestar prometido.
Como en democracia se gobierna para todos y esta sociedad es el reinado de lo disímil, es utópico imaginársela como un partido de fútbol con dos equipos articulados, apuntando cada uno hacia la portería del adversario. En la sociedad humana hay muchas porterías, mucho más jugadores en la cancha y diversos sonidos del silbato. Razón que explica las numerosas grietas que se abren en el camino. Legítimas protestas que no respetan reglas ni derecho ajeno. Críticas que brotan más de nuestras vísceras que del cerebro. Apetitos políticos que se empinan sobre idearios honestos y bien intencionados. Intervenciones histriónicas que tapan razonamientos, reflexiones y consensos. Atajos que saltan tránsitos obligados para alcanzar niveles aceptables de desarrollo. Actuaciones sensatas explicadas precariamente que se convierten en atentados contra la credibilidad. Secretos en la administración pública. Corrupción.
Panamá carece de una debida institucionalización de la ciencia política, compuesto necesario para superar la evidente fragilidad democrática que vive dentro de nuestra mente y que nos impide comprender a cabalidad la mecánica de las cosas; obstruye la visualización del motor de la economía y sobrepone las aspiraciones personales y las recetas ideológicas, sobre el sentido común y las reglas del progreso.