• 14/03/2018 01:00

Al Gabo Periodista

Héctor Feliciano, nos habló de la tan deseada beca Gabriel García Márquez y que una panameña gozaba de su participación.

Me pareció verlo sentado allí, refunfuñando, feliz, a carcajadas. De solo escuchar a los expositores del conversatorio, delatando su personalidad.

María Jimena, en su jovialidad y orgullo por haber trabajado a su lado, no vaciló en que Gabo llegaba siempre tarde a la sala de redacción con camisa floripondio; mientras Jaime Abello trataba de elogiarlo para hacer justicia a su disciplina de escritor, ¡vaya contraste ese!, resultó buena la combinación. Cuando trataba de explicarnos la antología con buen resumen y elocuencia.

Héctor Feliciano, nos habló de la tan deseada beca Gabriel García Márquez y que una panameña gozaba de su participación. Comentó de la curiosa columna la Jirafa, dedicada al elegante cuello de Mercedes y de los archivos de los escritos que reposan en Houston, Texas, digitalizados por petición de su familia.

El toque panameño lo dio nuestro ex canciller Jorge E. Ritter, gran amigo de Gabo, anfitrión de su primera visita a Panamá, nos contó con voz agradable una de sus anécdotas controversiales: ‘ya no había más nada que hablar, no había más nada que tomar'. Que pidió visitar la base de Howard y de lo jocoso que fue, que nadie le preguntara de primero, si quería conocer al general Clark.

Y mientras los cuatro nos llevaban al tiempo de sus relatos, los mismos me transportaron a ‘El Otro', como buen reflejo de La Estrella, un diario como el que quería Gabo: fuerte, renovado pese a los vientos que le costó soñarlo. Un diario muy deseado, en este caso el primero en Panamá, y que tal como aconsejaba no tendría editoriales, a menos que un hecho importante lo justificara, para no repetir los mismos sucesos de otros periódicos, y qué manera tan particular: ‘Gabo Periodista Edición Panamá'.

Cuando un amigo aconsejó a Gabo, de no haber modificado el proyecto, no debía ni pensar seguir adelante, se negó a enterrarlo y según sus escrituras, no se liquidó la sociedad. Algo así como un deja vu para La Estrella de Panamá, cuando la idea del director era arriesgada, pues quienes sueñan dirigir un diario, aspiran a influir, a dejar su impronta en la sociedad. Quizás aumentando en poder por todo lo pactado, sería el capital valioso de una joya histórica. Es allí donde veo consolidado a tan apreciado adjetivo, uso del lenguaje más respetado por Gabo a la hora de escribir.

En la espera ansiosa del libro a que llegue a mis manos, sigo creyendo va dedicado a periodistas, esto sin desacreditar a los invitados selectos, que llenaron la sala, cultos lectores, empero al empeño de Gabo, de ir más allá de hacer el mejor periódico de América Latina, preparando y educando. Porque eso era, un profesor innato de la literatura. Formando a excelentes periodistas y trabajando a la par de ellos. Ya eso, sonaba a dicha.

Como no se puede provocar la inspiración, siempre hay alguien que te la arrebata, llega así por así cuando debe llegar: el Gabo Periodista debe ir contigo a todas partes, en tu lectura diaria, a cuanta mente curiosa encuentres, a la respetada fuente, a no pasar nada desapercibido, a la clase de ética por encima de la redacción. ‘A una casa vieja, bien decorada, llena de flores, que sea estética y humana… que tenga un buen comedor, que uno se sienta en su casa, para invitar gente a tertuliar' GGM.

Y allí sentada literalmente sigo, escuchando el conversatorio, lo bueno del apoyo en conjunto de las fundaciones que apoyaron este proyecto, que no hace más que resaltar la cultura en Panamá y preocuparse llegue a las escuelas y universidades que tanto lo necesitan, para el estudio profundo de su vasta literatura e inyecte en los jóvenes y a todos los colegas el gusto por la lectura. Es aplaudible como a un Gabo cuando quiso volver a empezar, a volver a escribir, al hábito para soltar la mano, a dar rienda suelta a un estado de gracia, de alucinación, de felicidad, de picardía. En verdad creo que eso se logra cuando eres un férreo admirador del escritor y te saca de la sordidez y de rutina. Eso sin tocar el tema acerca de todas sus novelas y escrituras, eso solo lo logra, el que sigue al enamorado del amor, de la poesía, del siempre Gabo Periodista.

PERIODISTA

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