• 26/02/2015 01:00

La Folie Baudelaire

El poeta maldito de Las flores del mal tuvo una infancia desgraciada, su padre muere cuando tenía seis años.

El escritor florentino Roberto Calasso ha escrito un importante libro sobre el gran poeta francés Charles Baudelaire, crítico de arte y traductor (1821-1867). Para entender mejor su vida y la época en que vivió el Caballero de la decadencia, Calasso expone artistas: Ingres, Delacroix, Degas, Manet y el poeta Rimbaud.

La obra se divide en siete capítulos: La oscuridad natural de las cosas, Ingres el monomaníaco, Visitando a Madame Azur, El sueño del museo burdel, El sentido de modernidad, La violencia de infancia y Kamchatka.

El poeta maldito de Las flores del mal tuvo una infancia desgraciada, su padre muere cuando tenía seis años. Cuando lo tuvieron, su progenitor tenía 72 años y su madre 27, quien se vuelve a casar con el militar Jaques Aupick, quien lo odiaba.

Padre del dandinismo, del ‘spleen’ y de la melancolía. Rendía cuarto a su apariencia en especial su vestimenta, amaba los perfumes. Para ir en contra de lo establecido se tiñó el pelo de verde que en esa época esta estar al límite del ridículo. Usaba uñas largas, guantes rosados. Se dejaba largos rizos de cabello teñido, era travestista. Le encantaba el color violeta.

A los 24 años intentó quitarse la vida, no por sufrimiento, sino por el insoportable esfuerzo que tenía que hacer para dormir y despertarse. Se había convertido en un peligro para él mismo.

Hacia los veinte años llamaba la atención su apostura y elegancia. Tenía una amante negra horrible que lo humillaba y lo llevaba a estados depresivos y melancólicos. Traficaba con el negocio de pinturas.

Se encontraba el joven poeta con su querida Jeanne Duval cuando intentó suicidarse con un arma blanca, pero se desmayó.

Se entregó a los placeres sexuales más degradantes. Jeanne era su musa y su vampiresa. Escribió que su piel espiritual tenía el perfume de los ángeles. Todas sus heroínas estaban enamoradas de otros hombres. (Madame Sabatier, Marie Daubrun).

Su obra maestra, Las flores del mal, bellísimo poemario de siniestra y fría hermosura, fue escrito con furia y paciencia.

A los cuarenta años su madre enviuda por segunda vez, entonces, pasa a vivir con ella una temporada. Su padrastro lo odiaba, no permitía que su nombre se mencionara en su casa. Experimentó mucha humillación. Mantenía una relación casi masoquista con su madre.

Tenía que rogar por el dinero que había heredado de su padre, ya que estaba en manos de otros administradores que lo trataban como si fuera adolescente.

Su refinado gusto por el artificio y la perfección hacían que pasara mucho tiempo corrigiendo sus poemas. Era un burgués desclasado, frío y distante con sus amigos.

Baudelaire reprimía sus instintos y deseos, solo los satisfacía cuando eran transformados a algo artificial. Admiraba la poesía de Edgar Allan Poe. La muerte estaba siempre presente en su obra. Le excitaba la vestimenta femenina, era fetichista. Le encantaban las especies, los aromas delicados, exóticos, el trato íntimo con meretrices, la luz de la Luna.

Se daba el caché de ser diferente, raro, único. Se recluía, imaginaba relaciones mágicas, llegó a ser un parásito de sus opresores. Para él la inmolación, el suicidio eran el sacramento supremo del dandinismo. Se esforzaba constantemente en vestir en estricta elegancia, verse distinguido, a toda hora, su extravagancia era su mecanismo de defensa contra de la timidez.

Fue pederasta e informante. La sífilis le llevó a la parálisis, la afasia, una caída apresuró su muerte.

Presentamos un fragmento del poema: El leteo

‘Ven a mi pecho alma cruel y sorda, tigre adorado, monstruo de aire indolente, quiero enterrar mis temblorosos dedos en el esplendor de tu abundosa crin.

Sepultar mi cabeza dolorida en tu falda colmada de perfume, y respirar como una flor marchita el relente de mi amor difunto.

Quiero dormir, dormir más que vivir, en un sueño como la muerte, dulce.

El olvido habita entre tus labios, fluye de tus besos el leteo, a mi destino, mi delicia, obedeceré como predestinado. Mártir dócil, condenado inocente, cuyo fervor crece en el suplicio’.

*PSICÓLOGA, ESCRITORA Y DOCENTE UNIVERSITARIA.

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