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- 20/07/2023 00:00
Exámenes de barra y de admisión
Estimo que nadie podrá negar que las mayores consecuencias directas de la pasada pandemia estuvieron en la economía y la educación de cualquiera nación; sin dejar de mencionar las consecuencias sicológicas, como las más difíciles de percibir. No obstante, me atreveré a asegurar que sus efectos en la economía no fueron muy significativos, porque el rico simplemente quedó menos rico y aquel pobre que perdió su trabajo, eventualmente lo está recuperando. ¿Qué podríamos decir de las consecuencias de la pandemia en la educación?
Una evidencia de los efectos inmediatos de la pandemia en la educación está en las recientes noticias, donde se resalta que un alto porcentaje de los profesionales del Derecho no están aprobando las correspondientes pruebas (exámenes de barra) para poder obtener la idoneidad. Hecho que seguramente se daría en otras profesiones, si se aplicasen exámenes similares.
No obstante, estimo que no debemos atribuir sólo a la pandemia todos los problemas que tengamos en el presente y futuro inmediato. La pandemia ya había sido pronosticada por diversas personalidades muchos años antes, por lo que no haberla evitado es parte de un arrastre que la humanidad traía con anterioridad. ¿Cómo atribuir a la pandemia nuestros males actuales, cuando se había pronosticado su advenimiento y no le hicimos caso? Tenemos que evaluar el porqué no se le prestó la atención debida.
Irónicamente, los resultados de los exámenes de barra antes mencionados es una situación que se da en una carrera que se ofrece en muchas universidades, donde la “competencia” debería haber promovido el fortalecimiento de esa carrera. Pareciera que son otros los criterios que se están utilizando para promover dicha actividad. Por ello me atreveré a pronosticar que esa situación no se daría en carreras no elitista como la química.
Es por ello que aplaudo las declaraciones del rector de la Universidad, cuando manifiesta su apoyo a ese tipo de pruebas y exhorta a que se apliquen en todas las carreras; a lo cual adiciono que deberían ser RENOVABLES. Así lo expreso porque hay profesionales que tienen muchos años de no ejercer su profesión, o nunca la ejercieron, y en estos momentos no hay nada que les impida que se adjudiquen el derecho de practicarla; aunque tal vez no se han actualizado o simplemente no se acuerdan de los fundamentos básicos de las mismas.
Claro, la Universidad de Panamá debe dar el ejemplo, impartiendo pruebas estrictas para poder ingresar a la misma, tal como lo expresé en aquel artículo publicado en este diario en el año 2011, bajo el título “Cuando todos los problemas se reducen a uno”; en el que se describe cuánto se beneficiaría la Nación si todos nuestros estudiantes se concentrasen más en sus estudios, porque saben que su entrada a una universidad no está garantizada. Tenemos que recuperar ese orgullo por ser admitidos en una universidad. Afortunadamente, tengo plena confianza en que la nueva Dirección de Admisión de la UP así lo hará y estoy a la espera de medidas similares en otras universidades.
Estimo oportuno aclarar que una estricta admisión a una universidad pública no le resta “popularidad”, criterio que a mi juicio está mal utilizado. No tengo inconvenientes en que las universidades públicas sean incluso gratis, pero esa inversión del Estado debe ganarse con creces. Las universidades públicas podrían incluso ofrecer cursos propedéuticos a aquellos estudiantes que no pasasen sus exámenes de admisión correspondientes.
Con medidas de este tipo en nuestras universidades públicas y exámenes barra de en todas las carreras impartidas en Panamá, no me sorprendería si alguna universidad privada cerrara sus puestas.