• 06/02/2016 01:00

Segunda Enmienda a la Constitución de EUA y el derecho a portar armas

Desde mi llegada a este país-continente como refugiado político, me ha llamado la atención la interpretación parcial 

Desde mi llegada a este país-continente como refugiado político, me ha llamado la atención la interpretación parcial de la Segunda Enmienda Constitucional, ya que únicamente la segunda parte de esta disposición es conocida por muchos ciudadanos.

Esto no deja de resultar extraño en uno de los países con más altos índices de escolaridad desde la época colonial, cuando los inmigrantes Puritanos en Nueva Inglaterra insistieron en mantener una educación obligatoria y gratuita. Cabe recordarse que el Gobierno local se aseguraba de que los padres evitasen los hijos a la escuela, en lugar de retenerlos en las pequeñas fincas, operadas familiarmente, y casi siempre sin empleados extras.

A mi juicio, la perspectiva histórica es igualmente necesaria para interpretar La Segunda Enmienda de la Constitución (‘Second Amendment'), aprobada en diciembre de 1791, pero prometida de antemano a los ciudadanos de los diferentes 13 recientemente creados nuevos estados, antes colonias. En verdad, los votantes se mostraron renuentes a aprobar la Constitución, porque ellos temían el otorgamiento de ‘mucho poder' en manos del Gobierno Federal, y en detrimento de los Gobiernos de los diferentes estados.

Ya durante la ratificación de la Constitución en 1789, se había llegado a expresar preocupación por la posibilidad de que ‘el Congreso disolviese las Milicias Estatales y creara (como en efecto ocurrió después) un Ejército Nacional que constituiría una amenaza intolerable para la soberanía de los diferentes estados'.

Me parece particularmente relevante, además, tener en cuenta que el Ejército (‘Continental Army'), creado en 1775, había sido disuelto en 1781, después de la Batalla de Yorktown, al final de la lucha por la Independencia. Fue en tales circunstancias cuando ‘Una bien regulada Milicia' (‘A well regulated Militia') resultó necesaria para la seguridad del nuevo ‘Estado libre'.

Por estas razones, la Segunda Enmienda establece textualmente lo siguiente: ‘Siendo necesaria una bien reglamentada Milicia para la seguridad de un Estado libre, el derecho de las personas a poseer y mantener armas no debe ser violado'.

Un ejército completo vino a existir posteriormente, pero es en el contexto de las Milicias Locales que ‘el derecho' a poseer y mantener armas resultó además ‘una obligación' y hasta un ‘impuesto'.

No se daban excepciones en cuanto a que el ciudadano-soldado obtuviese su ‘buen mosquete'. Durante muchos años, ni el Gobierno estatal ni el federal estuvieron preparados para aceptar y asumir el costo significativo que representaba proveer esos mosquetes, municiones y uniformes a todos los ciudadano. De manera que el supuesto derecho individual a poseer y mantener armas, sin limitación ni reglamentación, no es lo que la Corte Suprema declaró en el fallo del distrito de Columbia vs Heller, el 26 de junio de 2008.

Lo que los magistrados de la Corte Suprema consideraron una violación a la Constitución fue la prohibición general del distrito de Columbia a poseer armas, o la exigencia de mantener las mismas desarmadas o controladas por un dispositivo que impidiese dispararlas.

Resulta ilustrativo que esta misma decisión del 2008 contempla diversas reglamentaciones a usos tales como armas escondidas (‘concealed weapons'), el caso de criminales e incapacitados mentales, la posesión de armas en ciertos locales, la venta comercial y el tratamiento de armas poco comunes y peligrosas. Existe, pues, amplitud para una razonable reglamenta ción sobre el uso de armas por los civiles.

Además, existieron cuatro magistrados que salvaron su voto (‘dissenting opinions') con respecto a este fallo del 2008. Al magistrado Stevens se unieron los magistrados Souter, Ginsburg y Beyer, quienes al examinar la evidencia histórica para comprender el significado de la Segunda Enmienda, concluyeron que esta reforma protege ‘intereses relacionados con la milicia', como se sostiene en este análisis.

Dar la espalda a la Historia no es posible para la única Súper Potencia del Siglo XXI, a partir del final de la Guerra Fría. De hecho, viene a la memoria la famosa sentencia de Winston Churchill: ‘Cuando el presente olvida el pasado, ya hemos perdido el futuro'.

En un mundo cada vez más globalizado, este tema es demasiado importante para todas las personas que viven bajo la gran tradición de lo que Jefferson llamó en 1774 ‘un sistema de leyes que por tanto tiempo ha sido la gloria y protección' de un país.

Este texto fue redactado en enero de 2013 y revisado en enero de 2016.

Nota: Este análisis fue enviado a la Casa Blanca como parte de la campaña promovida por el presidente Obama y coordinada por el vicepresidente Joseph Biden. El día 5 de marzo de 2013 el vicepresidente Biden me envió una carta de felicitación por los conceptos aquí expresados.

ABOGADO PANAMEÑO.

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