• 23/06/2024 00:00

Estas cosas toman tiempo

La salud pública comunitaria debería alentar a los residentes a querer cambiar su entorno alimentario

Muchos se preguntan cómo alguien sin influencia y millones de dólares para gastar puede enfrentarse a la industria alimentaria y hacer algo para revertir la obesidad y la diabetes. Mi respuesta a esa pregunta y todos los que están preocupados por la salud y la alimentación saludable es paciencia. Estas cosas toman tiempo.

Perder una batalla no necesariamente significa que se ha perdido la guerra. A nadie le gustan los impuestos, y los impuestos a las sodas y demás comida chatarra son regresivos, lo que significa que imponen una carga mayor a los que menos dineros tienen. Aunque la segmentación demográfica de consumidores de productos ultraprocesados es muy parecida a lo largo de la franja socioeconómica, las tasas más altas de obesidad afectan más a los más pobres porque son los que menos recursos tienen para afrontar y tratar las consecuencias de las enfermedades crónicas que se derivan de esa condición.

Como las decisiones dietéticas son personales, la influencia del entorno de comercialización de alimentos en las decisiones de consumo no es intuitivamente obvia. Todo el mundo sabe que las porciones más grandes de comida tienen más calorías, pero eso no impide que nadie coma más calorías cuando se enfrenta a alimentos o bebidas de gran tamaño.

Por eso las medidas enfocadas en salud pública funcionan mejor que simplemente decirle a la gente que coma menos o mejor. Las medidas más efectivas cambian el entorno de elección de alimentos al fomentar mejores opciones con subsidios de precios o límites al tamaño de las porciones y desalentar opciones menos saludables, que es donde entran los impuestos, las prohibiciones de juguetes en las “cajas felices”, y las restricciones a la comercialización de anuncios publicitarios en los horarios cuando los niños sintonizan y consumen medios y redes.

Estas medidas tienen como objetivo hacer que las opciones saludables sean las predeterminadas. La mayoría de la gente está feliz de vivir con la opción predeterminada. Las empresas alimentarias quieren que sus productos sean los predeterminados. Siempre se opondrán a medidas que puedan reducir las ventas y no les faltan recursos para hacerlo.

Entonces, ¿cómo podrían los grupos de consumidores defensores de la salud pública contrarrestar esa oposición? Simplemente haciendo un enfoque comunitario. Esto significa ir a las comunidades y preguntar a los residentes cómo ven las causas y consecuencias de sus propios problemas de salud, y qué creen que se debería hacer para solucionar esos problemas. Las comunidades establecen los objetivos y los grupos de consumidores defensores de la salud ayudan a las comunidades a lograrlos.

Este enfoque lo está realizando actualmente el Movimiento de Alimentación Saludable. No es fácil, pero lo está llevando a la práctica. Nadie elige alimentos en el vacío. Las empresas de sodas y comida rápida comercializan sus productos y se aseguran de que sus productos sean económicos, estén fácilmente disponibles y se anuncien en todas partes. Para ganar terreno, estas empresas apoyan las actividades de juntas comunales, patrocinan ligas infantiles y colocan logotipos de sus marcas en todo lo que pueden. Mi ejemplo favorito son las vallas móviles de comida chatarra en la Cinta Costera y demás parques de la ciudad donde las personas practican deportes, hacen ejercicios y se divierten al aire libre.

Enseñar a la comunidad cómo funciona el entorno de comercialización de alimentos debería estimular muchas preguntas sobre por qué los alimentos más saludables no están más disponibles en las comunidades y a precios asequibles. Debería plantear preguntas sobre por qué los almuerzos escolares no son mejores y por qué la publicidad de refrescos impregna las instalaciones deportivas. Debería hacer que la gente piense en lo que realmente están haciendo las empresas de alimentos y bebidas en las comunidades de bajos ingresos. La salud pública comunitaria debería alentar a los residentes a querer cambiar su entorno alimentario. Debería hacerles pensar en querer que las tiendas ofrezcan alimentos más saludables. O tal vez quieran un mercado de productores, huertos comunitarios, mejor comida escolar y lecciones de cocina para sus hijos.

Estas cosas realmente pueden ayudar a cambiar el comportamiento alimentario. Y las iniciativas de impuestos a las sodas no desaparecerán. Tampoco lo harán otras medidas similares. Los líderes comunitarios y miembros de grupos como el Movimiento de Alimentación Saludable en todo el país seguirán introduciéndolos como medio para reducir los costos de atención médica y generar los ingresos necesarios para las actividades de promoción de la salud.

Vale la pena comenzar ahora a involucrar a las comunidades en los esfuerzos por mejorar su propia salud. Los esfuerzos de base toman tiempo. Es demasiado pronto para desanimarse.

El autor es empresario
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