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- 23/08/2024 00:00
¿Estamos promoviendo la incompetencia?
El Principio de Peter es una observación aguda y perspicaz sobre la dinámica que rige las estructuras jerárquicas en las organizaciones, formulada por Laurence J. Peter en su influyente libro publicado en 1969. Este principio sostiene que, en una jerarquía, los empleados tienden a ser promovidos hasta alcanzar su nivel de incompetencia. En otras palabras, una persona será ascendida en función de su desempeño en su rol actual hasta que llegue a un puesto para el cual no tiene las competencias necesarias para ser efectiva. En ese punto, la persona deja de ser promovida y permanece en ese nivel, aunque no sea capaz de desempeñar las responsabilidades que el cargo requiere.
Esta idea, que en un primer momento puede parecer humorística o incluso satírica, revela una verdad profunda sobre cómo las promociones, especialmente en estructuras jerárquicas rígidas, pueden llevar a una organización a un estado de ineficiencia. Al basar las promociones únicamente en el éxito en roles anteriores, sin tener en cuenta las habilidades específicas requeridas para el siguiente nivel, las organizaciones corren el riesgo de llenar sus filas superiores con individuos que no están preparados para gestionar responsabilidades mayores.
En el contexto de gobierno
Los gobiernos, como cualquier organización jerárquica, a menudo promueven a los funcionarios basándose en su desempeño en roles técnicos o de menor escala. Sin embargo, la complejidad de la administración pública y las demandas del liderazgo político exigen un conjunto de habilidades muy diferentes, que van más allá del conocimiento técnico o la experiencia en un área específica.
Por ejemplo, un funcionario que ha sido excepcional en su papel técnico puede ser ascendido a un puesto de liderazgo ministerial. Sin embargo, en su nuevo rol, podría enfrentarse a desafíos completamente diferentes, como la gestión de crisis, la toma de decisiones políticas, y la negociación con múltiples partes interesadas. Si este funcionario no posee las competencias necesarias para estas nuevas responsabilidades, su desempeño podría deteriorarse rápidamente, lo que afectaría la eficiencia del ministerio y, en última instancia, la capacidad del gobierno para gobernar de manera efectiva.
La ineficiencia en los niveles superiores del gobierno puede conducir a demoras en la toma de decisiones, implementación deficiente de políticas, y un aumento de la burocracia. A su vez, esto puede erosionar la confianza pública en las instituciones y generar un clima de insatisfacción y descontento social.
¿Cómo se detecta?
No siempre es fácil, pero hay señales que pueden indicarlo. Un signo evidente es el rendimiento decreciente de los funcionarios que han sido recientemente promovidos. Si un líder que anteriormente era efectivo comienza a mostrar dificultades para manejar sus nuevas responsabilidades, esto podría ser una señal de que ha alcanzado su nivel de incompetencia. Asimismo, la incapacidad para tomar decisiones rápidas y efectivas, y la aparición de políticas estancadas o mal implementadas, pueden ser síntomas de que los funcionarios en puestos clave no están preparados para los desafíos que enfrentan.
¿Cómo se evita?
Para evitar que el Principio de Peter erosione la eficiencia de la gobernabilidad, es importante adoptar un enfoque más estratégico y riguroso en la gestión del talento. Una de las medidas más efectivas es implementar evaluaciones de desempeño que no solo consideren los logros pasados, sino también la idoneidad para las responsabilidades futuras. Esto implica un análisis detallado de las habilidades requeridas para cada nivel jerárquico y la identificación temprana de brechas en las competencias de los funcionarios.
Se debe proveer a los funcionarios formación en liderazgo, gestión de crisis, y toma de decisiones estratégicas, esto puede ayudar a asegurar que, cuando sean promovidos, estén mejor equipados para manejar las nuevas exigencias de sus puestos.
Además, se debe fomentar la rotación de funcionarios entre diferentes roles antes de que sean promovidos a niveles superiores. Esto no solo les proporciona una visión más amplia de las operaciones gubernamentales, sino que también les ayuda a desarrollar un conjunto de habilidades más adaptable.
Es necesario un enfoque más reflexivo y holístico, que tenga en cuenta las competencias necesarias para liderar en los niveles más altos del gobierno, asegurando así que los líderes estén verdaderamente preparados para guiar a sus organizaciones hacia el éxito.