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- 06/01/2025 13:46
Espacio vital
El ‘espacio vital’ de Estados Unidos, según la dinámica Trump, estará marcado por una nueva estrategia de alianzas a nivel mundial en la que los límites ideológicos cederán ante concretos grados de compromiso con sus intereses, medibles esencialmente bajo parámetros comerciales
Palabras que justificaron en Adolf Hitler (lebensraum) la ejecución de sus intereses geopolíticos. Concepción que parece imbuir la disposición bélica de algunos guerreros de hoy. Netanyahu y Putin han demostrado que entienden perfectamente su brutal significado. Y Estados Unidos, China y la OTAN también.
En 2025 no solo lo militar circula en tal pensamiento, sino lo comercial; probablemente en mayor magnitud. Si Trump impulsa el cese de hostilidades en Ucrania, no será por amor a la paz, sino porque está convencido de que hoy las guerras se libran de otra forma si el objetivo es un rotundo triunfo que dure siglos. Su visión absolutamente pragmática de la vida lo ha conducido a la conclusión de que el imperio que le tocará dirigir sobrevivirá el impasse mundial actual, únicamente si logra fortalecer el músculo comercial de su país y detener la creciente influencia china en todo el globo terráqueo.
Su anterior gestión y sus discursos electorales auguran que el uso de la fuerza no será la herramienta preferida por él para alcanzar esta meta, sino el uso de su innegable superior capacidad comercial; hará sentir el peso de su país en todas las instancias internacionales que se hayan organizado para hacer fluir el intercambio comercial con el propósito de imponer sus reglas del juego.
El “espacio vital” de Estados Unidos, según la dinámica Trump, estará marcado por una nueva estrategia de alianzas a nivel mundial en la que los límites ideológicos cederán ante concretos grados de compromiso con sus intereses, medibles esencialmente bajo parámetros comerciales.
En este contexto, algunos sospechan que su idolatría por la riqueza que rodea la producción de petróleo lo llevará a entendimientos con regímenes como los de Irán y Venezuela. Conceptos como democracia, libertad, soberanía y derechos humanos tendrán que rendir honores a lealtades comerciales y alineamientos geopolíticos claros.
El cambio climático, “que no se vista, que no va”. Las futuras autoridades estadounidenses ya expresaron que su política exterior se inspirará en principios como la superioridad económica y estratégica, por encima de “fantasías idealistas” (Marco Rubio, futuro secretario de Estado).
El núcleo de esta modalidad de crecimiento es la doctrina de ese país después del fin de la guerra fría en el sentido de evitar a toda costa el surgimiento de un nuevo rival en la escena internacional, tal como está sucediendo con China y, en menor escala, con Rusia, porque al parecer Europa ya está en jaque.
No cabe duda de que Trump se mueve en esta dirección, pero también es evidente que estos contrincantes no darán a torcer sus brazos sin dar la pelea. Parece que a Panamá la quieren involucrar en la tormenta que se avecina. Se requerirá mucha sabiduría de sus autoridades y serias reflexiones por parte de su clase dirigente. Esos embates no se contendrán con bonitas declaraciones; habrá que pararse firme.
El viento se llevó el compromiso adquirido por John F. Kennedy en 1963, durante el Primer Congreso Mundial de Alimentación celebrado en Washington, bajo los auspicios de la ONU, de que la cooperación multilateral garantizaría la erradicación del hambre y todas las carencias del bienestar.
“Solo nos falta la voluntad”, dijo. Reemplazarla por tonadas que toquen desde Washington como una marcha obligatoria, chocará de frente con la fuerza, cada vez más poderosa, de quien venga en dirección contraria a su “espacio vital“.