• 29/06/2024 00:00

Entremés del buen juez, teatro virreinal independentista

En el “Entremés del justicia y litigantes”, el autor se adscribe a conceptos fundamentales acerca de la justicia, la razón y la libertad [...]

“Al que ser juez quisiere va esta sentencia: Con la virtud y estudio tenga paciencia”, (fragmento, Castillo, s.XVIII).

El poeta y dramaturgo peruano Fray Francisco del Castillo escribió una pieza cómica acerca de la práctica judicial en el país de los incas titulada “Entremés del justicia y litigantes”. El texto fue probablemente escrito entre 1761 y 1770 (Reverte, 1985, citada por Hopkins, 2016). La pieza, creada para protagonizarse en entreactos y como pasatiempo del público mientras esperan la puesta en escena de la obra principal, registra una severa aproximación al ambiente social limeño del que se presentan sus convencionalismos con humor y un espíritu burlón. Es por ello por lo que se afirma que el entremés se mueve “entre dos mundos de la expresión artística”; de un lado, el lienzo fijo de las costumbres y modos de hablar de una sociedad en un tiempo determinado, y de otro, el lienzo de la literatura donde vuela la imaginación del autor para dar vida a personajes cómicos o ridículos.

“El título del entremés de Castillo señala sus figuras principales: el justicia (juez) y los litigantes (demandantes). También hay que considerar la participación del escribano, el alguacil y el reo”, (Arellano, 2008). Hopkins (2016) señala que la acción está centrada en Lima y lo que causa hilaridad en los oyentes es la trama donde el juez se ve atrapado por los constantes litigios que, por nimiedades, someten a su consideración para que condene - injustamente, a su juicio - a un inocente de nombre Simonete. Se trata entonces de una sátira judicial en la que la burla recae en la “lentitud de la justicia, la complejidad y excesiva prolongación de los procedimientos y procesos, la dificultad en el lenguaje judicial y legal, los altos costos de los juicios, la venalidad de los funcionarios, los falsos testigos, la compulsión litigiosa, el entrampamiento, los pleitos ridículos y absurdos, la oratoria impertinente y falsa erudición”. Dentro del drama que le toca vivir al juez, Castillo se las ingenia para filtrar rasgos de la personalidad de este protagonista imaginario y que permiten que el lector -o el oyente - perciba que se trata de “un tipo de pensamiento ilustrado, que tiene que ver con una visión positiva, ordenada, racionalista, práctica, eficiente y humanitaria de la administración de justicia”, (Hopkins, 2016). Entre sonrisas y carcajadas del público, Castillo introduce elementos que no pueden provenir sino del Siglo de las Luces.

En el “Entremés del justicia y litigantes”, el autor se adscribe a conceptos fundamentales acerca de la justicia, la razón y la libertad, lo que quizás explique su vigencia por más de treinta años en las tablas. Se afirma que, a pesar de las ordenanzas virreinales sobre todo aquello que pudiera quedar censurado como “teatro político”, el virrey Amat y la “Perricholi” disfrutaron de esta obra. María Micaela Villegas y Hurtado de Mendoza, “La Perricholi”, una de las actrices más célebres del siglo XVIII, “antecedente de las grandes divas del espectáculo, fue muy celebrada por su belleza y por el romance que inició con el sexagenario virrey Manuel de Amat y Junyent Planella Aymerich y Santa Pau, Marqués de Castellbell”, que se convirtió en la relación más escandalosa de aquel siglo, (Zugasti, 2016).

Estudiosos de la totalidad de la obra de Castillo como Vargas Ugarte (1961) y Reverte (1989) indican que, en el caso de este Entremés, habría recibido influencia de la pieza “Los litigantes” de Racine (1668) que, a su vez, reconoce el aporte de “Las avispas” de Aristófanes (422 A.C.) y del libro Casos célebres e interesantes de Pitaval (1747) que, en francés, por aquella época se leía en Lima. Caparrós (2009) añade que en el Entremés, Castillo rinde un homenaje de agradecimiento a sus mecenas limeños citándolos por sus cualidades; José Perfecto de Salas, asistente del virrey Amat, y Cristóbal Sánchez Calderón, clérigo del Tribual del Santo Oficio. Lo que no pudo saber Castillo es que, años después, uno de sus benefactores, Sánchez Calderón, sería destituido como inquisidor mayor debido a su conducta codiciosa.

El “Entremés del justicia y litigantes” llegó a Panamá por acción de Perfecto de Salas cuando se desempeñó como fiscal de la Audiencia de Chile al enviar la obra como parte de un lote de publicaciones destinadas a libreros ístmicos con quienes tenía negocios. Sin embargo, la pieza se representó primero en Guatemala en 1794 en el teatro Antonio Camato recientemente construido (Hernández, 2009, citado por La Prensa, 2020).

El vivo interés por parte del gobierno virreinal peruano en promover el teatro como producto cultural utilizándolo en la morigeración de los sectores populares fue conveniente y progresivamente aprovechado por los patriotas para divulgar postulados libertarios.

El autor es embajador peruano
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