• 18/02/2021 00:00

Enfrentando la catástrofe laboral COVID-19

“Lejos de plantear un escenario “apocalíptico”, estamos ante un frío ejercicio de “matemática simple”. No hay forma de matizar la brutal destrucción […]”

La devastación de la pandemia de la COVID-19 en un año ha dejado más de 332 mil contagiados y 289 mil desempleados. Ambas cifras van a aumentar. En el 2020, el virus acabó con 15 % de los empleos del país, pero la planilla estatal no disminuyó, por lo que todo el impacto laboral lo sufrió el sector privado. El año pasado, la empresa privada panameña perdió 257 960 empleos formales, un tercio de su fuerza laboral asalariada, acentuando la contracción que inició en el 2013, cuando esta representaba 53 % de lo empleos del país, para caer a 38 % en el 2020, una caída de 15 puntos en siete (7) años. Esta tendencia va a continuar.

En una economía que genera unos 45 mil empleos anuales, llevará más de seis (6) años recuperar los empleos perdidos en el 2020. El empleo formal en la empresa privada retrocedió 15 años. Los 615 mil trabajadores en sus planillas, a finales del 2020, son menos que los 618 mil que había en agosto del 2006.

La crisis laboral aún no toca fondo. Para mediados del 2021, la pandemia habrá arrasado con 40 % de los empleos formales de la empresa privada panameña. Una verdadera tragedia.

Las implicaciones son severas, máxime ante el deterioro de la situación fiscal y la inminente pérdida del grado de inversión, que encarecerá el costo del dinero. Gran cantidad de empresas ya quebraron, muchos préstamos no se van a pagar y los ingresos de la Caja del Seguro Social, que ya disminuyeron un 40 % en el 2020, seguirán bajando.

Por otro lado, Panamá genera principalmente empleo informal. En la última década (2010-2020), 92 % de todos los empleos generados fueron informales (en el 2019 fue 100 %). Hoy, los informales aportan 53 % de la Población Ocupada No Agrícola, y 44 % de todos los empleos del país, superando a los trabajadores asalariados privados (38 %) y funcionarios (18 %), por lo que representan el mayor grupo poblacional en la estructura laboral del país.

La COVID-19 no “generó” empleo informal, sino que destruyó empleo formal. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define empleo informal como “empleo no protegido”; es decir, trabajadores que no tributan sobre la renta devengada en el empleo informal y sin acceso a la seguridad social, lo cual incluye a los empleados de empresa privada sin contrato de trabajo, trabajadores por cuenta propia (aunque coticen a la Caja del Seguro Social y paguen impuestos), patronos con menos de cinco empleados, empleadas domésticas y personas que prestan servicio doméstico y trabajadores familiares. Los emprendedores (informales) son y seguirán siendo el motor del empleo.

Es hora de enfrentar realidades más allá de “buscar culpables” de problemas que no entendemos. No hay manera de maquillar los hechos. Aterricemos. ¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo vamos a generar empleo?

70 % de los empleos en Panamá son presenciales. Mientras haya cuarentenas y toques de queda, habrá desempleo. De hecho, tres (3) de cuatro (4) empleos perdidos a la fecha se dieron en los cinco (5) sectores más vulnerables a las restricciones de movilidad, como lo son comercio, agricultura, construcción, logística y hoteles/restaurantes.

Dadas las proyecciones de aumento de la Población Económicamente Activa (PEA), mantener la tasa actual de desempleo (18.5 %) requerirá crear unos 49 mil nuevos empleos anuales, 4 mil más que el promedio 2014-2019. Bajarlo a 10 % en cinco (5) años requerirá crear 85 mil empleos por año por cinco (5) años (40 mil más que el promedio histórico).

Un programa masivo de inversión pública en infraestructura tendría un enorme impacto en materia de generación de empleo directo, indirecto e inducido, pero ¿es viable? ¿tiene el Gobierno los recursos para ello?

La cuarta parte de los empleos perdidos a la fecha se dieron en el comercio, ¿es viable la recuperación del terreno perdido dadas las pérdidas acumuladas y el alto nivel de endeudamiento del sector?

Por otro lado, perdimos 47 mil empleos agrícolas en el 2020, algunos recuperables con acciones inmediatas. Finalmente, la industria, quizás el sector menos afectado por la crisis, plantea una potencialidad importante, mientras que la logística, severamente impactada por la pandemia, se recuperará conforme se activen el comercio y la industria.

Lejos de plantear un escenario “apocalíptico”, estamos ante un frío ejercicio de “matemática simple”. No hay forma de matizar la brutal destrucción de empleo y devastación del tejido empresarial del país. La “factura” económica y laboral de la pandemia la está pagando el sector privado. Sin sector privado no hay empleo, y sin empleo, no hay país.

Asesor empresarial.
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