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- 08/04/2021 00:00
Cómo se eligen los constituyentes
Independientemente del método que cada uno prefiera para modificar la Constitución, algo en lo que todas las opiniones coinciden es en que debe hacerse.
Unos aspiran a cambiar todo, extremo en el que no creo, porque, desde 1215, cuando se aprobó la Carta Magna, algunas de sus normas han venido repitiéndose en todas las constituciones del mundo, mejor redactadas, con más detalles y con mayor abundancia y también así ha ocurrido con casi todas las constituciones, en el pestañeo que tienen de existir en el mundo, no más de 250 años, si incluimos lo que se denomina “parte orgánica”, que es la descripción de la organización del Estado y que es nada en la historia de la humanidad.
Las disparidades de opiniones están fundamentalmente en el momento para hacer los cambios que se necesitan y en quiénes serán los llamados a hacerlos, pues en el ambiente de justificada desconfianza que envuelve a nuestra sociedad, nadie cree en nadie.
Sabemos que no queremos que los cambios sean hechos por los diputados; especímenes que se han convertido en gusanera, como los denominó en algún momento un admirable colega, con cinco excepciones. Sabemos que hay dos temas principalísimos: acabar con la gusanera de la Asamblea y para ello cambiar la forma en que son elegidos los representantes del pueblo al Órgano Legislativo, y que queremos un Órgano Judicial que, en verdad, oportunamente y sin miedos, administre justicia como se debe administrar; lo que no sabemos, porque no está claramente dicho en la Constitución ni en ninguna parte, es cómo se eligen los constituyentes que necesitamos.
Lo que sí dice la Constitución es que deben elegirse por provincia, 60 en todo el país, en proporción a la población y que podrán postularse tanto independientes como por partidos políticos, dejando al Tribunal Electoral, un organismo que no se ha caracterizado por combatir el clientelismo que nos carcome como cáncer, la reglamentación sobre la forma en que se deben elegir y ya sabemos que, desde hace ya bastante tiempo para acá, el Tribunal Electoral no hace sino dar repetidos traspiés en la administración de los procesos electorales, concediendo indebidas y considerables ventajas a unos y acentuando las desventajas de otros, sin consideración a la equidad e igualdad de oportunidades para todos los candidatos, sean o no de partidos políticos.
En estas circunstancias, bien haría el Tribunal Electoral en circular ese necesario reglamento para la elección de los constituyentes, en el que deben quedar plasmadas las condiciones que ofrezcan igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos que aspiren a ser considerados para constituyentes; de modo que el “statu quo” que nos tienen montado los partidos políticos, que no han sabido darle sentido a su propósito de ser genuinos hacedores de democracia, no sea otra vez el mecanismo que nos montará, esta vez en una Asamblea Nacional Constituyente, una gusanera parásita que nos haga un Estado del que solo podríamos salir con una guerra de independencia o una revolución inglesa, francesa o bolchevique, ninguna de las cuales es deseable repetir