Este martes 18 de marzo se llevó a cabo el sepelio del cantante panameño de música urbana Chamaco.
El artista fue asesinado de varios impactos de bala...
Siempre me ha gustado la historia de Panamá con todos sus matices fascinantes y no podía perder la oportunidad de ver el documental: Hijo de tigre y mula, basado en la negociación de los Tratados Torrijos-Carter. Soy un convencido que debe ser visto por todo el gabinete ministerial, porque sirve como una clase de ciencias políticas avanzadas en el contexto histórico que estamos viviendo, para cualquiera maestría de ciencias políticas o de MBA para clases de liderazgo gubernamental, y explico por qué:
Primero: porque nos da un contexto histórico: los mismos que se opusieron a los tratados Torrijos-Carter hoy son los que reivindican el Canal de Panamá como propiedad de Estados Unidos, se declaran admiradores de Ronald Reagan y son los autoproclamados defensores de “hacer a Estados Unidos grande otra vez” a través de una renovada doctrina Monroe para el siglo XXI.
Segundo: el documental valora, sin sesgos ideológicos, la capacidad de un hombre que hizo posible la conquista canalera con su forma de liderazgo, no está revestida de tintes ideológicos, ya que reivindica la conducción política de un hombre que entendió cómo lograr una victoria de un país pequeño.
No se puede descartar que Torrijos fue un líder que nos enseña cómo se construye un liderazgo colectivo.
Al transcurrir la narrativa, vemos cómo Omar Torrijos Herrera, en vez de construir un liderazgo unipersonal cerrado, construye un liderazgo colectivo en donde no había tendencias ideológicas.
Apreciamos cómo un Nicolás Ardito Barleta un hombre de derecha, Gabriel Lewis Galindo, podían compartir con Rómulo Escobar Bethancourt, Adolfo Ahumada, entre otros, que eran considerados en ese momento histórico de izquierda, para la construcción de una visión que fuera más allá de sesgos ideológicos , si no que fuera la visión y el rumbo de una nación: Panamá.
Este equipo de liderazgo compartido que generó Omar Torrijos le dio sentido de patria a Panamá durante los años 70, 80 y hasta la invasión.
Tercero: Torrijos crea sentido de pertenencia, una visión compartida del país, que se ha venido perdiendo en las últimas generaciones, producto de la alta conflictividad por décadas, producto de la mala distribución de riqueza, de la inequidad, pero sobre todo por la falta de liderazgos que orienten, que estimulen y que rompan con la suspicacia natural que todos los pueblos tienen.
Torrijos construyó una sociedad basada en la confianza; el maestro confiaba en su líder, el obrero confiaba en su líder con una visión de nación. Esto también se ha perdido; hemos pasado de la confianza a la suspicacia.
Entonces, pudiéramos resumir en esta primera parte del documental cómo Torrijos construye un equipo multiideológico que supo poner a Panamá primero.
Cuarto: la útima lección y una de las más importantes es cómo Torrijos logra construir la búsqueda de aliados, un ejercicio de pragmatismo para presionar a la derecha norteamericana de que lo mejor era entregar el Canal a Panamá. Esto lo logra con grupos tan diversos como el Estado de Israel.
Torrijos no hizo la causa de Panamá una causa única y exclusivamente de los panameños; lo convirtió en una causa mundial.
Recientemente, escuché las declaraciones de personeros del gobierno que señalaban que el conflicto con Trump era un conflicto que solamente se iba a resolver por una instancia dentro del país.
Creo que es un error y la película lo demuestra; en la medida que los países pequeños como Panamá hacemos de nuestros temas globales, en esa misma medida ganamos espacio y vocería mundial
No podemos tampoco soslayar la capacidad de construir unidad nacional que hoy tanta falta nos hace a través de la comunicación asertiva como herramienta política
Hoy nuestra nación enfrenta temas grandes de profundo calado, tanto internos y externos, que requieren de un liderazgo que una al país.
Esto requiere un cambio de la estrategia de gobernar; decía Felipe González que se gobernaba desde la Moncloa, casa de gobierno de España; no desde la sede de los partidos políticos o desde los sindicatos.
Yo creo que si algo nos enseña Torrijos es que se gobernaba desde las calles del país, escuchando al pueblo, escuchando a los diversos sectores de la sociedad; hoy es mucho más fácil articular esta estrategia porque hoy contamos con las redes sociales.
En conclusión, Hijo de tigre y mula es una obra para reflexionar sobre el liderazgo del país en el siglo XXI; de cómo construimos una visión compartida y de gobernanza, buscando que nuestras causas sean reivindicativas, no siendo entreguistas al poderoso. sino potenciando nuestro rol en el escenario mundial.