• 18/08/2024 00:00

El Festival del Manito en Ocú, cuna de nuestra identidad

Nuevamente el pintoresco pueblo de Ocú, se apresta a recibir a los cientos de visitantes que años tras años se dan cita a una de las concentraciones folclóricas más autóctonas, en remembranza a las costumbres y acervo cultural del hombre de la campiña interiorana, como legado y raigambre a un estilo de vida que marcó la identidad de un pueblo orgulloso de sus raíces.

El Festival Nacional del Manito en su versión 51, se celebra este año del 15 al 18 de agosto, representa una vitrina al turismo y la marquesina donde se posan postales vigentes de un mosaico cultural que acuña en la niñez y la juventud el reservorio que mantiene viva las más ricas costumbres y tradiciones de una región, con sabor a tierra adentro.

El espíritu que anima a los organizadores de este evento folclórico (docentes, padres de familia y demás actores y patrocinadores) es el de conservar las tradiciones con la presentación de una serie de veladas con dramas en vivo de escenas costumbristas, que aún se cultivan en honor a un patrimonio familiar.

Tal es el caso del matrimonio campesino, tierna expresión de amor y fervor cristiano, en donde una pareja ocueña, ataviada a la usanza de tiempos en otrora, une sus vidas a través del sacramento del matrimonio.

El Duelo del Tamarindo, famosa y dramática forma de mostrar los dotes de coraje y valentía. Con este sangriento desenlace que se iniciaba con un baile de mejoranera o marucha y el deleite de algunas bebidas fermentadas (chicha fuerte y chirrisco entre otros) encendían los ánimos y con tan solo arrastrar una manta de ballesta, machete en mano o peinilla (espada o sable), saldaban y/o transaban deudas de agrias rencillas que iban desde pleitos de tierras, hasta la disputa por el amor de una mujer.

La fiesta de calle —como en los viejos tiempos— es amenizada con la guitarra mejoranera o bocona, violín y acordeón. Las cantaderas de décimas, se suman a las justas de salomas y gritos. Los concursos de la Pollera Montuna Ocueña y el de cantalantes con tonadas del alegre tamborito ocueño, en las diversas categorías, son algunas de las manifestaciones de la alegría contagiosa de los nativos de esta región y que hoy las presentamos con mucha espontaneidad y orgullo, para el deleite de propios y extraños.

En el desfile típico del domingo, más de veinticinco comunidades de los ocho corregimientos que conforman el distrito de Ocú, hacen gala de la autenticidad de la calidad de vida del hombre del campo que, curtido por las inclemencias del tiempo, labraba la tierra, parrandeaba, cumplía con la familia y los cultos religiosos celebrados en la iglesia del pueblo.

Las juntas de embarra, los penitentes de la otra vida, la carga del rancho para la nueva vivienda y la presentación de los diferentes platos típicos; así como el traslado de enfermos en hamaca en busca de curanderos o de atención médica, son algunas de las facetas socioculturales de las familias ocueñas de antaño.

Muchas de estas estampas costumbristas aún forman parte de la vida cotidiana de la gente que vivimos acá en Ocú y llevan como timbre de autenticidad el montuno ocueño de manta sucia, la pollera montuna y el sombrero blanco de junco, exhibidos con el donaire y garbo de la mujer ocueña ... de la mujer bonita.

El Festival Nacional del Manito en Ocú más que la conservación de un legado, es la manifestación que se suma al retén de la vorágine de influencias foráneas por las incontrolables migraciones que diezman y nublan nuestra identidad, para dar paso a comportamientos de grupos sociales de dudosa procedencia que carcomen valores culturales, propios de una herencia ancestral y reserva moral de la panameñidad.

Los esperamos en Ocú, la tierra del Manito ... la tierra que jala.

El autor es administrador público y docente
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