Ciclistas, atletas, patinadores y paseantes de la capital colombiana tienen una cita infaltable desde hace 50 años: la ciclovía de los domingos y festivos,...
- 24/04/2024 23:00
Duele, duele
Me duele tener que aceptar que aquella patria tan pequeña y de tantas cosas bellas, de los insignes poetas R. Miró y R. Blades, que tanto disfruté, ya no existe. Parece mentira, pero vivimos tiempos en los que muchos panameños, conscientemente, se han empeñado en destruirla.
Parece de Perogrullo seguir hablando de corrupción, pero no, hay que hacerlo, este es nuestro problema más grave. Históricamente hemos vivido serios conflictos y peleas por el poder político. Entre otros, se han dado golpes de Estado civiles y militares, magnicidio, invasión con un costo de miles de vidas y todo con el fin, único, de llegar al poder para robarse los bienes del Estado. Durante el llamado periodo democrático la cuestión ha empeorado. Si ayer pocos robaban mucho, hoy, muchos roban en demasía.
Decía el dictador paraguayo A. Stroessner “hay que promover la criminalidad porque esta genera complicidad y la complicidad, a su vez, genera lealtad”, sin lugar a dudas, este es el modus operandi del peor problema que tiene nuestro país, el crimen organizado. En nuestra mente limitamos el crimen organizado a actividades de pandillerismo, narcotráfico, trata de personas y lavado de dinero. Pero en Panamá el asunto es mucho más amplio y bastante más complicado, pues participan políticos, importantes poderes económicos, banqueros, prestigiosas firmas de abogados y contadores que estimulan la evasión de impuestos. El establishment panameño que prefiero llamar la Casta, en honor a J. Milei, ese grupo dominante y elitista, son los que han destruido la patria y por eso, hoy, la gran mayoría de la población admira, ve con muy buenos ojos y desea un gobernante al estilo de N. Bukele.
No sé cuándo se dio el punto inflexión, pero en mis tiempos en el hogar se inculcaba la honradez, el amor al trabajo, los altos valores morales y era lo natural. Hoy día la ética sigue siendo relevante en la formación del hogar, pero queda limitada a sus cuatro paredes, pues apenas se sale a la calle, como los tiburones cuando olfatean sangre, el robo de los bienes públicos y el “juega vivo” son el comportamiento generalizado. Desafortunadamente, la corrupción está incrustada en el ADN del panameño y en no pocas mentes es bochornoso ser honrado, pues este nuevo comportamiento no condena ni castiga la corrupción, sino el fracaso ante el éxito del corrupto.
El hartazgo que generó la minería no es más que la punta del iceberg de los muchos problemas que afronta el pueblo. El inmenso repudio, sobre todo a la corrupción, manifestada por una nueva generación de jóvenes poco complacientes exigieron más cambios y piden a gritos, decencia. Todos los analistas políticos y la ciudadanía en general, reconocemos que se está formando un nuevo Panamá, con rostro joven y con menos temor de manifestar su descontento.
Nada le hace más daño a la patria que el odio que vivimos entre nosotros y que desde el poder, sin lugar a duda, se convertirá en venganza. Ese odio nos tiene muy divididos, polarizados y que amplificado por las redes sociales nos destruye como sociedad. Esto es así, porque cuando miles de panameños pueden ver, en su teléfono móvil, cómo viven estos corruptos, sienten odio y dolor por su precaria y vergonzosa situación. ¡Basta ya de odios! La unión, como nos canta nuestro himno, es indispensable para salvar el país.
Para mí, estas elecciones son las más importantes que ha vivido la nación, pues estamos a un paso de convertirnos en un país fallido y caótico. Este gobierno que está de salida, sin influencia ni poder, que no haga más nada y dedique sus últimos días a conformar una transición lo más efectiva posible y sobre todo no contratar ni un centavo más de deuda.
En pocos días elegiremos un nuevo gobernante cuya principal función debe ser conformar una amplia gran alianza, compuesta por las mejores mentes para que administre la riqueza que tiene el país con total honestidad. Debe construir un liderazgo y consensos necesarios para solucionar nuestros problemas estructurales, evitando la procrastinación o sea el “patear la lata” ante los graves problemas que tiene la nación. Debe constituir un buen plan que implica priorizar proyectos y actividades, determinar responsables, asignar recursos y definir plazos con el objeto de lograr un objetivo común. Debe priorizar la solución de los problemas más graves, como lo son: el IVM, el agua, la salud y la educación. Todas las otras promesas electorales como el tren Panamá a Chiriquí, los cambios a la Constitución, los paneles solares y demás pueden esperar frente a la urgencia de solución al caos administrativo que tenemos. El país necesita rediseñarse para explotar sus riquezas y cualidades, debemos estar listo para aprovechar las nuevas oportunidades, que siempre están y hay que acompañarlas para que emerjan.
Finalmente, compatriota, te insto a que el 5 de mayo te levantes temprano y ejerzas tu derecho a voto por el que consideres es el mejor. Construyamos para nuestros hijos y nietos una nueva patria, en la que, aunque pequeña, todos cabemos y gocemos las tantas cosas bellas que la patria nos regala.