Miles de feligreses celebraron este lunes el Día de los Reyes Magos en Bolivia con la costumbre religiosa de llevar las imágenes del Niño Jesús a los templos...
- 28/12/2022 00:00
División convivencia y erosión
Acaba el 2022, sin dudas un año intenso, lleno de emociones y contradicciones, casi comparable con una montaña rusa.
Pensábamos que por fin salíamos del horror de la pandemia del covid y llegó la invasión de Rusia a Ucrania, haciendo que el mundo se vuelva trastocar, esparciendo incertidumbre sobre una posible tercera guerra mundial y aportando la cereza al proceso inflacionario que ya se venía gestando con la pandemia, con lo cual se incrementó la pobreza en el planeta y por ende los problemas sociales que ello conlleva.
Sin embargo, lo más sorprendente quizás sea que después de estas dolorosas vivencias, pensaríamos que la humanidad se uniría y sería más solidaria, pero parece todo lo contrario. Cuando se mira el panorama internacional no deja dudas —fundamentalmente en nuestra región— que las sociedades están más divididas, que la hiperpolarización política ha logrado, en buena medida, su cometido, fraccionar la sociedad.
Al fragmentar la colectividad es muy difícil que las sociedades logren progresar y salir adelante por si mismas, con lo que se vuelven más dependientes de las supuestas políticas sociales de los pseudos líderes que primero dividieron para poder reinar y de paso ocultar sus debilidades y carencias.
Producto de lo anterior se plantea en nuestra región serios problemas de convivencia, lo cual conlleva a que la hipersensibilidad este a flor de piel y cualquier situación por pequeña y hasta insignificante que esta sea genera una explosión de violencia. Podrá pensar el lector que el planteamiento es exagerando, pero, llamo a hacer el ejercicio, recuerde cuál fue la última vez que se sintió atendido con amabilidad y educación en una pequeña tienda o en alguna gran compañía.
Piense en las condiciones que a diario tratan de imponer las grandes corporaciones —fundamentalmente prestadoras de servicios— donde justamente el servicio pasa a un segundo plano, en aras de maximizar la utilidad económica. O mejor aún ¿logra recordar la última vez que alguien le cedió el paso en el tráfico, o que alguien le permita entrar primero al ascensor, o le abra la puerta para que usted pase?
Son pequeños detalles que reflejan la involución en la que se esta avanzando, producto de que además de estar divididos, la convivencia y armonía entre los seres humanos paso a un segundo —o quizás tercer— nivel; con la gravedad que ello implica, pues el foco se centra en la satisfacción de las necesidades personales e individuales, dejando de lado el interés y beneficio colectivo.
A su vez esto trae otro problema, incremento de la insolidaridad entre los seres humanos, degenerando en ocasiones en situaciones de desigualdad e injusticias; las cuales no logran ser corregidas por instituciones de los Estados, también erosionados y debilitados con el tiempo, entre otras cosas, producto de la división de las sociedades, por la falencia en la convivencia que las hace más egocéntricas de lo que el ser humano por naturaleza ya es, conllevando a que los ciudadanos se aparten aun más de la política, y los pseudos líderes entonces usen y abusen de las instituciones del Estado para sus propios intereses.
El debilitamiento de las instituciones estatales que contribuye con el círculo perverso de la división de las sociedades, la falta de convivencia entre las personas, con las consecuencias que se observan en el día a día en la región, y en buena parte del mundo.
Las consecuencias políticas de estos tres elementos —división, convivencia y erosión— se ven a diario cuando se constata que los niveles de pobreza aumentan dramáticamente; cuando se observa que la brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor, contribuyendo a que pequeños grupos de personas controlen inmensas fortunas, y como dijo el papa Francisco recientemente: “… los hombres en el mundo, hambrientos de poder y de dinero, devoran de igual modo a sus vecinos, a sus hermanos" y añadió: "¡Cuántas guerras! Y en tantos lugares, todavía hoy, la dignidad y la libertad se pisotean. Y las principales víctimas de la voracidad humana siempre son los frágiles, los débiles".
Es claro que estamos ante una situación verdaderamente explosiva que atenta contra todos y que solo los ciudadanos empoderados, consciente de su rol en la colectividad podrán revertir y comenzar a construir un mundo mejor, más solidario y justo.
Parece haber consenso entre economistas y analistas con relación al 2023, será un año difícil. Esperemos que esas dificultades hagan reflexionar al homo sapiens sobre lo que es verdaderamente importante para todos, y dejen de lado la división, la insolidaridad, y la erosión de las instituciones del Estado.