• 27/12/2024 17:20

Dislate

El proceso de recuperación del Canal tuvo como norte que su único propietario siempre fue Panamá; recuperamos lo nuestro, que nos habían arrebatado; aquello que trastocaba nuestra soberanía. En este país nadie duda de ello

Teniendo de fondo 35 años de la cruenta invasión del 20 de diciembre, sin esperar que pasara la Nochebuena, el futuro inquilino de la Casa Blanca nos regala una desvergonzada amenaza que conlleva la más rotunda e injuriosa dislocación de la historia, cargada de duros agravios contra la dignidad de los panameños. Con eso de que la frontera sur de Estados Unidos “llega hasta Darién”, los enemigos de la sabia decisión que tomaron Carter y el general Torrijos, al eliminar las “causas de conflicto”, se han sentido envalentonados para exteriorizar su rancia oposición al progreso histórico que encarnó todo el arduo proceso de recuperación de nuestro Canal, incluyendo, por supuesto, la sangre de los mártires del 9 de enero.

A ellos jamás les bastará que hayamos quedado “bajo el paraguas del Pentágono”; que seamos un pueblo amigo y agradecido con ese país norteño; que en el mundo funjamos como sus aliados en muchos temas, y que la mayoría de los panameños soñemos con que nuestros hijos estudien o se especialicen allá. Es evidente que desprecian el valor de la negociación y de las formas pacíficas de resolución de conflictos que dominaron las conversaciones y gestiones de aquella gloriosa época en que todos los países representados en la ONU apoyaron nuestra causa. En la junta directiva del Canal, que tiene poder de decisión en el tema, están representados los grandes usuarios, Estados Unidos en primer lugar, así como las navieras. Adicionalmente, no es un tema de competencia del Gobierno, incluso, por mandato constitucional. En este contexto, amenazar a Panamá con iniciar un proceso de “devolución” si no bajan las tarifas es una exigencia totalmente infundada; constituye un gigantesco absurdo y una infantil necedad. Además, como ellos nunca han sido dueños de la vía interoceánica, mal podrían aspirar a que formalmente le devuelvan nada; siempre fueron usufructuarios de un canal en virtud de un tratado que panameño alguno jamás firmó. Los dardos contra el orden democrático no solo son lanzados por nacionales, ya sea en fuga o en pleno ejercicio de sus libertades ciudadanas, sino también vienen allende nuestras fronteras por parte de quienes conceptos como soberanía son entendidos con absoluta y grotesca simplicidad, pero el pueblo panameño es muy consciente de su a alcance, confirmado por ejemplificantes eventos a lo largo de nuestra historia. Después de que en 6 años de administración panameña se alcanzó para el Tesoro Nacional la misma suma de dinero que bajo control estadounidense en 86 años, y que en 15 años ese aporte de multiplicó por 9, sumándole el fantástico desarrollo social y comercial de las áreas revertidas y la ampliación del Canal, la referida amenaza lo único que deja ver es otra bravuconada más para obtener no sé qué cosa. ¿Será el voto incondicional de Panamá en el Consejo de Seguridad?

El proceso de recuperación del Canal tuvo como norte que su único propietario siempre fue Panamá; recuperamos lo nuestro, que nos habían arrebatado, aquello que trastocaba nuestra soberanía. En este país nadie duda de ello. Por eso, amenazarnos con despojarnos de lo que tanto nos costó recuperar, más recibir migrantes, pareciera más bien una clase de pellizco para lograr algo en el futuro. ¿Total sumisión? La sumisión no es la vía para sacarle jugo a la fruta.

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