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- 11/04/2022 00:00
La dirigencia de la Capac; ¿propósitos ocultos?
Todos los empresarios, dado que viven de las ganancias generadas por los trabajadores, se oponen a cualquier aumento de salarios y a la existencia de sindicatos, porque los trabajadores organizados tienen mejor capacidad de lucha para lograr aumentos de salarios y mejores condiciones de trabajo. Para los empresarios estos son costos que reducen sus ganancias. Esta es la esencia de su férrea oposición a que existan sindicatos. La historia reciente de las negociaciones de la Convención Colectiva Suntracs-Capac nos permite argumentar una tesis: dado que el Suntracs es el principal Sindicato del país, en cuanto a su membresía, organización, conciencia ideológica y política de clase de su dirigencia, y capacidad de combinar estos elementos en su lucha por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, esto lo ha convertido en un objetivo de los grupos de poder económico para debilitarlo y en lo posible, destruirlo. Según los empresarios (y los Gobiernos de turno), el Suntracs sería un mal ejemplo para los trabajadores, sindicalizados o no, y gremios profesionales, porque, con sus luchas, ha demostrado la importancia de la organización de los trabajadores para lograr mejores salarios y condiciones de trabajo. Podría ello -dirían- estimular a más trabajadores a que se organicen y luchen, y haría más difícil explotarlos. Hay que debilitarlo, con el objetivo estratégico de destruirlo. Eduardo Rodríguez, uno de los empleados de la Capac, en el 2014 dijo que el aumento de salarios que el Suntracs tuvo en el 2014, “jamás lo volverían a tener”. La conducta desde entonces ha sido ofrecer migajas de un centavo y empujar al Sindicato a hacer huelga, con el propósito de desgastarlo. Contrariamente, con cada huelga a la que ha obligado la Capac, el Suntracs se ha fortalecido.
La negociación recién culminada, reeditó toda la estrategia de esta dirigencia retrógrada de la Capac, ofreciendo nuevamente migajas a los trabajadores, empujando al Suntracs a la huelga. La huelga es un instrumento de lucha de los trabajadores, que por derecho ejercen cuando ya no les queda otro recurso, como resultado de la conducta de la patronal de negarse a reconocer aumentos salariales y mejores condiciones de trabajo. Jamás en la historia los trabajadores han tenido como objetivo hacer huelgas. Cuando lo hacen es porque no tienen otra alternativa.
En las convenciones colectivas de 2014 y 2018, cuando han ocurrido las dos huelgas más grandes del Sindicato, se observó una conducta intransigente de la dirigencia de la Capac para acordar aumentos de salarios. Se negaron a discutir propuestas salariales desde el principio, cuando saben que es el punto esencial de conflicto. Siempre la dejan para el final, como parte de su estrategia, y al momento de ya no poder postergar más la discusión salarial, la Capac ha propuesto un centavo de aumento por hora, sabiendo que eso es un insulto para los trabajadores de la construcción. En el 2014 ofrecieron un centavo, en el 2018 hicieron lo mismo, y elevaron el tono de la discusión, insultado a los trabajadores, diciendo que en su mayoría provenían del interior del país, sin educación y que ganaban un salario que jamás pensaron tener. En esta campaña infame, fueron activos participantes, la dirigente de los grupos inmobiliarios y el representante de la Capac, Eduardo Rodríguez, respaldados por los medios de comunicación y mercaderes de la pluma y la palabra.
En la negociación firmada el lunes en la madrugada, la intransigencia de la dirigencia de la Capac fue aún mayor. Se rehusaron a discutir el tema salarial desde el inicio, repitiendo su estrategia, y plantearon que los dos primeros años no habría aumentos y ofrecieron un centavo para los últimos dos años. La propuesta sobrepasó la ridiculez de las dos Convenciones Colectivas previas. En las negociaciones de 2018 varias cosas surgieron. Fue claro que se pretendía afectar el Sindicato. En algunos proyectos se exteriorizó el propósito de golpear el Sindicato, y directivos de la Capac manifestaron conductas agresivas y prepotentes, como Gastón Regis, y más ideológicos contra el Sindicato. La principal razón por la cual los empresarios se rehúsan a aumentar salarios, es económica: no están dispuesto a sacrificar sus ganancias. Pero también hay razones ideológicas y políticas, que en este caso era debilitar el Suntracs, por lo que la dirigencia de la Capac se negó a cerrar la negociación sin huelga. En el 2014 y el 2018 la Capac empujó al Suntracs a la huelga. El propósito es el mismo: no sacrificar sus ganancias y debilitar el Suntracs.
La situación se aclaró más cuando el secretario general del Suntracs, Saúl Méndez, denunció que sectores de la dirigencia de la Capac, que no tenían proyectos de construcción, eran los que más se oponían a cerrar un acuerdo sin huelga, porque querían aprovecharla para negociar con los bancos intereses que tienen pendientes, debido a la falsa moratoria que otorgó el Gobierno. Se negaban a compartir sus enormes ganancias con los trabajadores, buscaban debilitar el Suntracs, pero también oportunistamente buscaban beneficios particulares. No pretendían compartir los miles de millones ganados antes y durante la pandemia y debilitar al Suntracs, con ayuda de los dueños de los medios de comunicación y los mercaderes de la pluma y la palabra. La dirigencia del Suntracs mostró siempre flexibilidad, reduciendo sus demandas a ajuste de salario, comprendiendo el contexto en que se daba la lucha, logrando un acuerdo, que, si bien no es todo lo que aspiraban, tal como lo señaló su secretario general, al momento de firmar el acuerdo, lograron desmontar la estrategia de la dirigencia retrógrada de la Capac, que se negaba a dar aumento alguno. La lucha que se avecina para el movimiento popular es dura; el ambiente de aumentos de precios continuará deteriorando el poder adquisitivo de los salarios de todos los trabajadores, organizados o no, el Código de Trabajo lo quieren modificar para beneficiar aún más a los empresarios, quieren aumentar la edad de jubilación y reducir las pensiones y privatizarlas y pretenderán inculpar a los trabajadores, porque se rehúsan a aceptar que la crisis sea pagada por ellos, aunque no sean los culpables, sino víctimas. Urge impulsar la organización de los trabajadores en Sindicatos que no respondan a la patronal (amarillos), los gremios de profesionales deben exigir mejores salarios y condiciones de trabajos, así como los maestros y profesores. Los trabajadores en Panamá, con crisis o no, continúan generando riquezas y se hace necesario que sean mejor distribuidas. En plena pandemia, los trabajadores de la construcción generaron 12 mil millones de balboas de ganancias para los dueños de las empresas, y recibieron en salarios, apenas 12 balboas de cada 100 de riqueza producida. Esta desigualdad es inadmisible. En cuanto al Suntracs, confiamos en que este momento lo hará aún más fuerte, y estimulará a otros trabajadores a seguir su ejemplo de organización y lucha.