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- 26/09/2016 02:02
No a la politiquería en el deporte
Existe en nuestro país una equivocada ‘visión ' que ha contagiado al país y logrado incluso que los Gobiernos (por desinterés e ignorancia) la convaliden como suya. Se piensa que con el deporte espectáculo (circense) sustentado en la improvisación, la construcción de canchas sintéticas, la gestión para sedes de torneos internacionales (sin objetivos ni metas claras), la realización de campeonatos nacionales improvisados (al no ser producto de una actividad deportiva distrital o provincial) y desde luego, que en el pernicioso turismo deportivo disfrazado de fogueo internacional, se encuentra el desarrollo del deporte del país.
Nada más alejado de la Verdad. Esos mecanismos han servido para que el deporte patrio sea un instrumento politiquero ante la nula voluntad y esfuerzo de las conducciones políticas del país y del oportunismo mediocre, vividor y sin enfoque de no pocos actores de la vida deportiva, que convierten al Instituto Panameño de Deportes (Pandeportes), con la complicidad de quienes son nombrados para que lo dirijan, en un mero administrador de coliseos y suministrador de fondos de los contribuyentes para que sigan las nocivas prácticas anarquizantes que mantienen postrado y en el ridículo a nuestro país, en el ámbito deportivo. ¡Ese es el doloroso drama panameño! y sus funestos síntomas son evidentes para quien quiera verlos.
No se considera al deporte ‘como un elemento fundamental del sistema educativo, que su práctica es salud, corrector de desequilibrios sociales y creador de hábitos favorecedores de la inserción social ' y además no se entiende que la práctica de las disciplinas deportivas implica una serie de valores (disciplinarios, éticos y humanos) que deben ser motivados y enseñados desde la escolaridad.
Lo único que interesa a los agentes de estas nefastas prácticas es ‘el deporte de alto nivel competitivo ', controlado por ‘organizaciones deportivas ' federativas que tergiversan su función como factor esencial en el desarrollo deportivo, por el estímulo que significa para el fomento del deporte de base, ignorando que el nivel competitivo debe ser el resultado del deporte como una política de Estado fundada en una estrategia con objetivos realizables a corto, mediano y largo plazo, que integralmente coordine el desarrollo del deporte a nivel municipal, distrital, y provincial. Así como en la educación intermedia y universitaria, de manera que el deporte, además de la actividad competitiva, cumpla funciones de prevención social, recreativa, de salud y combate al ocio y la vagancia.
No les interesan ni la planificación ni las estrategias porque esa labor estructural es silenciosa y suele no verse ni sirve para ser mostrada como un logro o rédito politiquero; no obstante, ser la única vía para liberar al deporte panameño de la calamidad que padece y transita sin rumbo.
Por esa politiquería en Panamá se mantiene en total abandono a las bases de donde surge la masificación y nacen las futuras promesas, confinando al deporte en un deliberado desorden donde medran la anarquía, la falta de procesos, capacitaciones y planificación.
Por ello, es necesario que con sensatez, energía y buena voluntad se termine con estas lamentables prácticas y que los Gobiernos, así como nuestra poderosa y creativa empresa privada, no vean al deporte de manera subalterna, en el cual por falta de visión en este tema, solo invierten en las disciplinas deportivas donde pueden lograr dividendos mediáticos y pecuniarios, sin tener que promocionar, invertir y dedicarle tiempo y esfuerzo a que la población panameña tenga acceso a la práctica del deporte. Teniendo siempre presente las palabras del Premio Nobel de la Paz (1987) Oscar Arias: ‘Siempre he confiado en el deporte como un agente transformador de las sociedades. Estoy convencido de que entre más personas estén persiguiendo ejercitarse, menos estarán persiguiendo las drogas. Entre más se suda en el deporte, menos se llora en la vida '.
ABOGADO