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- 11/04/2024 00:00
De encuestas, cujíes y motetes
Hasta hace unos años me interesaba seriamente en las encuestas en tiempo de elecciones. Si bien son recurso valioso y no solo en elecciones, hoy estoy curada de la ingenua credulidad “a pies juntillas” en las mediciones de candidaturas; cumplen su función si son objetivas, pero también sirven para mover la opinión de indecisos. Los candidatos favorecidos anuncian con entusiasmo que llevan “decenas de puntos de ventaja” o que “está acortando la diferencia”; y los de la cola las rechazan. Hay empresas serias contratadas para realizar encuestas científicas, objetivas; algunas son pagadas por candidatos y partidos políticos; otras, sesgadas “porque el que paga la música manda en el baile”; o “mangajas” como la que tanto alarmó a la amiga que hace unos días me llamó al borde de un soponcio. “¡Mira quiénes van adelante en las encuestas!”, me dijo así, en plural, aunque solo es uno el candidato. Fiel a mi creencia de no dar crédito a ciegas, tomé nota de quiénes la publicaban y solo con ver el color usado en el cuadro, lo borroso del nombre de la encuestadora, el diseño y demás detalles, la verdad: solo faltaba el logo del partido, era un “cují”.
Los politólogos, radiólogos de la política, proceden bisturí en mano a la disección de porcentajes, factores, etc. que reflejan las encuestas. Cuando recibe malas calificaciones la gestión de gobierno enseguida salen los funcionarios a refutar resultados, “percepciones equivocadas”, lo “prematuro” de la medición, que si la situación mundial, el covid, el precio del petróleo y porque sí y porque no; y hasta objetan la pérdida del grado de inversión de Panamá dictaminada por Fitch, uno de los gurús mundiales de las finanzas. En candidaturas los remedios se encaminan a mejorar los gestos, el vestir, a prepararse mejor para el próximo debate; chupar pastillas para aclarar la voz; no vayas tan lentamente como la candidata Gordón ni tan despepitado como la tri-candidata Zulay Rodríguez; baja un poco las cifras en las promesas que eso de prometer números tan altos no cala bien,
En las escasas semanas que faltan para el 5 de mayo, debe recordarse a los candidatos el peso de la palabra comprometida. Vino a mi memoria el ministro que dijo que “el gobierno financiará el presupuesto del año 2000 con recursos internos sin recurrir a empréstitos adicionales”. Me dije entonces, ¿cómo alguien con las neuronas en buenas condiciones se atreve a hacer tal afirmación? Sobra aclarar que le salió mal el compromiso. Hoy, en 2024, endeudados hasta la coronilla y de ñapa con la mala calificación de Fitch existen justificadas alarmas y oscuras predicciones para los años próximos. Para remachar, el ministerio de Economía y Finanzas presenta proyecto de ley que propone el no pago de obligaciones incumplidas 2020-2024 con el Fondo de Ahorro de Panamá (FAP), y que ese tamal que le quede a los que lleguen al poder en 2025. Pero es de notar que en estos últimos meses el gobierno abultó la planilla; que inaugura obras que dejará “a medio palo” pero ya contratada$; aumentos prometidos a tutiplén; compromisos incumplidos que ahora van a cumplir, etc. No se necesita mucho cerebro para tener claro que es “captación de votantes” el propósito de estos apuros. Será difícil para el triunfador el 5 de mayo el motete de problemas que recibirá como pesada herencia. Retener el poder, por razones obvias, es el propósito primordial para el PRD, pero “se los va a llevar candanga” con lo que ellos mismo crearon; e imagino que seguirían “con tu misma gente, en tu mismo ambiente”, también por razones obvias. Pero el cuco es que hasta ahora ningún gobierno ha logrado un período consecutivo.
No existe el político perfecto, pero nosotros, las verdaderas víctimas del desgreño, la corrupción y el abandono gubernamental, tenemos el voto para escoger a los mejores. Un gobierno descoordinado, sin autoridad clara ni don de mando irá rumbo al despeñadero; perderá el respeto del pueblo; será tan débil que se le “prenderán ranchos” a lo largo y ancho del país y la inestabilidad social será consecuencia que tendremos que pagar. Por tanto, dedique tiempo a estudiar conducta personal y profesional pasada de los candidatos; la del partido que representan; capacidad ejecutiva y experiencia de trabajo. Muy importante, conducta y decisiones en el ejercicio del poder si alguna vez lo tuvieron; la viabilidad de lo que prometen; no creer en promesas “pompas de jabón”, en “pajarito preñado”; quíteles la piel de oveja a los lobos que esconden. Sobre todo cierre el paso a los que tienen comprobado historial de corrupción. Es nuestro derecho y debería ser nuestro deber.
Demos valor al voto honesto, razonado. Solo así lograremos sanear la desprestigiada Asamblea Nacional, las alcaldías y autoridades de corregimientos. Aprovechemos el democrático privilegio del voto para no ser los “paganini” de los pillos pegados a las ubres del Erario. Es la oportunidad para reverdecer esperanzas en mejores días que esta vez cifro en candidaturas independientes y en historiales limpios en miembros de partidos. Dijo Abraham Lincoln: “Una papeleta de voto es más fuerte que un fusil”.