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El empleo de nuevas tecnologías de la información y comunicación, reforzado con herramientas basadas en tecnologías que en su momento eran distantes, lamentablemente facilitan la comisión de delitos, según como podemos ver en novelas o TV (Vrg. Espejo Negro/Black Mirror, en inglés), por mal uso mediante la aplicación de inteligencia artificial, suplantaciones de identidad empleando programas que sustituyen voces o imágenes (deepvoice/deepfake), hacen necesario, que las empresas e instituciones públicas adopten planes de ciberseguridad estructurados para prevenir posibles ataques.
Dentro de las múltiples corrientes modernas de la criminología debemos mencionar la introducción de la llamada “cibercriminología”, que estudia delitos y faltas que se cometen en el ciberespacio, empleando tecnologías de la información y comunicación, por cibercriminales, que realizan hechos frecuentes como phishing, ransomware, malware, entre otros, cuyo objeto de estudio, gracias a la integración con otras disciplinas, es tratar de ofrecer estrategias de prevención.
Y es que la prevención es fundamental, pues se convierte en la principal arma contra la cibercriminalidad. En 2024, se identificó que en América Latina y el Caribe, se superó la capacidad de la región para fortalecer su ciberseguridad, y desafortunadamente es la región de más rápido crecimiento en incidentes cibernéticos divulgados, con una tasa promedio anual del 25 % en la última década.
Se observan ataques preocupantes como sucedió con el “Banco do Brasil” (Brasil), en el cual se accedió ilegalmente a la información personal y datos financieros, con los cuales se logró cometer, posteriormente, delitos financieros; o lo ocurrido a la “Consejería Jurídica del Poder Ejecutivo Federal” (México), a la cual se le secuestro más de 300GB de información.
En cuanto a Panamá, sea empresa privada o institución pública, es imprescindible implementar prácticas de seguridad que reduzcan la probabilidad de sufrir hechos que estén vinculados a filtración de datos personales o de “ransomware”, por las cuales se extorsiona a un usuario, exigiendo un pago para la liberación o recuperación de un equipo “secuestrado” por un programa malicioso.
La expresión ransomware está compuesta por: ransom que significa rescate, y ware, software. Y, estamos ante un tipo de malware malicioso se impide al usuario utilizar sus equipos, y el cibercriminal controla el equipo infectado, a través de diversos tipos de ransomware, como son scareware, bloqueadores de pantalla y cifrado.
Si bien es cierto que depende de cada empresa e institución determinar qué planes de seguridad va a emplear, qué programas de recuperación de datos y respaldos contratar, no todo este tema es exclusivo para los empleados; pues de esa estrategia de educación continua vemos la importancia de empoderar a todos los usuarios.
Así, entonces, se requiere reforzar planes de estudios en todos los niveles educativos donde se brinde suficientes herramientas a nuestros ciudadanos, para que cada vez menos sean propensos de ser víctimas de estos ataques. Es importante señalar que, hoy en día, gracias a tantos programas empresariales es menos común encontrar que alguien entregue por teléfono o correo electrónico datos de su cuenta bancaria o los números y códigos de seguridad de una tarjeta de crédito, por ejemplo.
Estos mismos planes que reforzarían la capacidad de respuesta a nuestros ciudadanos, no solo incidirían en la reducción de estos tipos de ataques, sino que también ayudarían a la reducción de tantas estafas cometidas por medios virtuales, ya sea por un Marketplace de Facebook, una tienda virtual de Instagram o las comunes conductas vía aplicaciones de chat al estilo de WhatsApp o similares.
En consecuencia, hay que enfrentar y hablar de un proyecto de literacidad digital en Panamá, que implica construir planes educativos a favor de nuestros ciudadanos, también fortalecer el mercado laboral con personal idóneo, apto para afrontar estos retos específicos, buscando reducir afectaciones incalculables a ciudadanos, instituciones y empresas.