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- 06/01/2021 00:00
Que Cortizo escuche a Merkel
Al igual que ocurre con los discursos que los líderes mundiales expresan anualmente ante las Naciones Unidas, los mensajes a la república que ofrecen los presidentes panameños, cada vez que inicia un periodo de sesiones de la Asamblea Nacional, se han convertido en ceremonias insípidas que, en verdad, generan pocos nutrientes para formar opinión pública.
Como consecuencia de la pandemia provocada por el coronavirus, en esta oportunidad el mandatario Laurentino Cortizo presentó el pasado 2 de enero, bajo la modalidad virtual, su informe al país desde un desértico hemiciclo del palacio Justo Arosemena, sede oficial del Órgano Legislativo.
Durante poco más de una hora, el jefe de Estado leyó cifras y datos con la intención primordial de divulgar cómo encontró al país cuando inició su periodo constitucional (1 de julio de 2019) y cuáles son sus principales iniciativas para empujar el istmo hacia mejores días, sobre todo por la situación compleja y especial que ha creado el covid-19. [Todavía no comprendo por qué los asesores insisten en permitir que un presidente divulgue estos informes tan extensos sin la ayuda de herramientas modernas como videos y filminas de PowerPoint].
Aparte del aumento por $20 mensual para el vale digital y la incomprensible aceleración para designar a dos nuevos magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) cuyos periodos vencen el próximo 31 de diciembre, todo indica que el otro elemento del discurso que generó algo de discusión fue que Cortizo, quien ya acumula año y medio en el poder, insista en inculpar a los “dos gobiernos anteriores” (léase Martinelli y Varela, pero no el de Martín Torrijos) como los autores de la peor desgracia administrativa y financiera que ha sufrido Panamá desde su nacimiento en 1903.
A los pocos minutos de concluir la participación de Cortizo, un mensaje por las redes sociales alcanzó fuerza viral: Un pensamiento atribuido a la canciller alemana Angela Merkel: “Los presidentes no heredan problemas. Se supone que los conocen de antemano. Por eso se hacen elegir para gobernar con el propósito de corregir dichos problemas. Culpar a los predecesores es una salida fácil y mediocre”. [Algunos achacan el origen de esta frase al tuitero colombiano André Giraldo, pero, a fin de cuentas, no nos importa el autor sino el texto].
Para honrar la salomónica frase anterior, dejemos a un lado la última intervención del mandatario y enfoquemos nuestros reflectores hacia el futuro. Propongo que, con la finalidad de eliminar de raíz tantos lamentos presidenciales, el Código Electoral incluya nuevos artículos que entren en vigencia antes del proceso electoral de mayo de 2024. Y que, desde ahora, tomen nota al respecto los potenciales candidatos no oficialistas (en orden alfabético para no herir susceptibilidades) Blandón, Lombana, Martinelli*, Méndez, Roux y uno que otro por ahí que se suba al barco. [El asterisco que acompaña a Martinelli implica que, a mi juicio, tanto el Tribunal Electoral como la CSJ lo inhabilitarán y, por ende, su nombre no aparecerá en la papeleta oficial].
En primer término, sugiero que, antes de tres meses de los comicios generales, todos los candidatos, tanto de partidos políticos como aquellos por libre postulación, suban a sus páginas web, durante la misma fecha y hora (para evitar el plagio entre unos y otros), el diagnóstico sobre cómo se halla el Estado panameño en sus diversos componentes: economía, salud, educación, seguridad pública, transporte, cultura, justicia, ambiente, etc. Y, al lado de cada supuesto problema, plasmar la fórmula que se aplicaría para resolverlo. Creo que con 25 ítems al respecto sería más que suficiente para no atiborrar a los ciudadanos con tanta verborrea.
En segundo lugar, los clubes cívicos u otras oenegés deben promover que los potenciales candidatos presidenciales firmen un documento público mediante el cual se comprometen, en caso de que alguno de ellos sea elegido por la mayoría del pueblo, a no manifestar queja o desazón de ninguna naturaleza por la condición como recibirían la república. Sin peros. Sin excusas. Sin discreciones. En palabras de uso vulgar: quien quiera ser reina que aprenda a lanzar besitos.
En tercera posición, y para colocar la cereza sobre el helado, los potenciales candidatos presidenciales también rubricarían otro affidavit o declaración jurada -ante los máximos líderes de las diversas religiones establecidas en Panamá- para confirmar ante el ecumenismo nacional que renunciarían de inmediato si, en algún momento del periodo presidencial de cinco años, enuncian reclamos públicos sobre la pobre o complicada herencia estatal que recibieron de su predecesor.
Sé a la perfección que, como solía decir Pedro Calderón de la Barca, toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son. Pero mi iniciativa está echada. Veamos cuántos la apoyan.