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- 10/11/2020 00:00
Lo contrario al populismo
Las enciclopedias virtuales, muy de moda en nuestros tiempos, así como los manuales de definición básica, definen el concepto “populismo” como “tendencia o afición a lo popular” y postura que se inclina hacia los intereses populares.
El “populismo”, como corriente política, surge en América Latina no por casualidad. El “populismo” irrumpe en lo “cotidiano político” como una nueva forma de respuesta de carácter social ante la incapacidad de los partidos tradicionales, sobre todo de derecha y centroderecha, que simplemente agotaron su “discurso de mediación ante las masas”.
Algunos analistas sociales opinan que el “populismo” funcionó como un tanque de oxígeno a un sistema basado en la injusticia social y que era necesario “reciclar”, para no ir hacia otros derroteros más riesgosos, como lo era el caso de las revoluciones sociales con inclinaciones hacia Gobiernos socialistas.
El discurso sobre la “Democracia” y la “Libertad” de las élites económicas no encontraba eco de aceptación ante un movimiento sindical, campesino y estudiantil, razón por la cual era necesario que otros actores políticos pudieran mediar ante el reclamo de las “masas ignoradas y despreciadas por los sectores oligárquicos, para los cuales la miseria y la riqueza respondían a un mandato divino. De acuerdo con Gino Germani, el populismo no hace más que incorporar “a los excluidos de la política” a un nuevo tipo de consenso social, en el cual el discurso sobre la libertad iba más allá que el simple deseo de expresión.
No es lo mismo la democracia y la libertad desde la perspectiva de un empresario y un banquero, dueños, muchas veces, de los partidos tradicionales, que la libertad para un obrero y campesino. La Democracia, desde la visión de los sectores “dominantes”, significa que el orden de cosas existente, que ha permitido acumulación y riquezas, siga como está. Si este ciclo se altera, entonces, la “democracia” corre peligro.
Sin embargo, para los ciudadanos de a pie, históricamente utilizados para legitimar Gobiernos de turno, la democracia se reducía a la acción mediante la cual depositan un voto para “cambiar las cosas malas” y hasta allí, porque se supone que la “voluntad de las mayorías”, equivocadas o no, es suficiente para darle carácter legal a los “Gobiernos democráticos”. No obstante, esta democracia no iba acompañada de reformas importantes de tipo social, lo cual, a mediano o largo plazo, dio origen a golpes de Estado, Gobiernos populistas o revoluciones “per se”.
De manera curiosa, los Gobiernos populistas que surgieron utilizando los mismos mecanismos legales defendidos por los partidos tradicionales, luego de un tiempo en el poder, fueron catalogados como peligrosos para los sectores económicos dominantes. Es decir, no solo es suficiente que se gane con la mayoría del voto, sino que el discurso tiene que ir de la mano de los intereses de los empresarios, banqueros, grandes comerciantes, etc.
Cuando un Gobierno, de tipo “populista”, “se pasa de la raya” y atenta contra los intereses de “libertad y democracia”, entonces es legítimo que sea derrocado por la mejor vía correspondiente, que pueden ser golpes de Estado civiles o militares, como fue el caso de Bolivia (Evo Morales) y Chile (Augusto Pinochet). Para el caso de la masacre producida por los militares en Chile, donde se invocó la democracia y la libertad, jamás aprecié ninguna opinión de censura por parte de algún partido tradicional de América, a pesar de que dicho evento fue catalogado como un verdadero genocidio.
De acuerdo a Agustín Cueva, para las “democracias restringidas” de América Latina, donde solo se contempla el beneficio de las élites y donde los postulados de libertad únicamente están en función de perpetuar el estado de injusticia en que “viven los pobres”, la salida no puede ser otra que una revolución profunda que cambie las estructuras de acumulación que satisfacen a una parte ínfima de la población o la vuelta de los Gobiernos “populistas” que recogen las inquietudes y aspiraciones de los excluidos, aunque solo sea por medio de reformas.
Fuera de esto, lo demás es una apelación a la defensa de valores que ya resultan “abstractos” para los pobres. El populismo solo vino a poner una “curita” a una herida que hace rato se desangra.