• 12/09/2018 02:03

‘¿A quién tenemos que comprar? ¡Páguele!'

Si la frase es innoble, igualmente infame fue otra expresión atribuida al presidente de ese país

Esta frase, obscena e ignominiosa, fue expresada textualmente por el representante de una empresa constructora que llegó a un país sudamericano en busca de alzarse con jugosos contratos de obras públicas. Si la frase es innoble, igualmente infame fue otra expresión atribuida al presidente de ese país: ‘Necesito carne, yo pongo el cerebro', indicando su preferencia por rodearse de subalternos sin criterio propio. Peor aún: la generalizada declaración de empresarios locales resignados: ‘Si hay que pagar, pagamos'.

Estas expresiones fueron citadas en reciente entrevista y en varios libros suyos por un extraordinario joven periodista investigador del diario La Nación que ha dedicado más de veinte años a desentrañar las madejas de corrupción tejidas, entre otras, por empresas alemanas, norteamericanas y brasileñas en Argentina. La credibilidad de sus afirmaciones se sustenta en que sus hallazgos son expresas confesiones de los propios perpetradores y empresas.

Un primer caso referido es de la alemana Siemens AG que confesó al Departamento de Justicia norteamericano haber pagado US$106.0 millones en coimas a funcionarios argentinos entre 1998 y 2004, incluyendo a un director ejecutivo central en Alemania y a dos altos ejecutivos argentinos. Siemens también había reconocido sobornos a funcionarios en al menos 290 proyectos en Latinoamérica, Asia, Medio Oriente y África.

Otra investigación involucró a la norteamericana IBM en sus esfuerzos por lograr contratos con el Banco de la Nación. Se confirmaron depósitos bancarios en Suiza por más de US$8.0 millones, a exdirectores del Banco de la Nación y del Banco de Inversión y Comercio Exterior, remitidos por sociedades uruguayas y posteriormente a Luxemburgo.

Odebrecht no faltó entre los investigados. El proceso que inició en Brasil en marzo de 2014 y recién este año se judicializa en Argentina, donde se pagó a ministros, secretarios privados, funcionarios de medio nivel, contadores, jueces, fiscales, periodistas, hasta choferes, y aportes a campañas electorales. Un aspecto novedoso fue la ‘cartelización' dirigida por el presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, quien decidía cuál obra correspondería a cuál constructora, con la obligación de ingresar los montos por sobreprecios a una bolsa única con destino predeterminado. ¿Blue Apple rioplatense?

El increíble Cuaderno de Centeno es la última novedad de corrupción estructurada y sistemática, que recién comienza a develarse. Incluye una pesquisa sobre lavado de activos utilizando una cadena de hoteles Kirchner en Calafate, que reveló que los hermanos Báez supuestamente hospedaban diariamente a mil obreros, pero no reportaban gastos de lavado de ropa de cama ni detergentes para vajillas ni consumo de alimentos, etc. Los bancos suizos ya devolvieron a Argentina 15 millones de euros depositados en cuentas del clan Báez.

A muchísimas conclusiones imposibles de resumir se llega con estos relatos, comenzando con que nos exponen las organizaciones para pagos de coimas, sus engaños, sus encubrimientos y supuestos blindajes. Pero se plantea una importante interrogante: si el entramado malsano llega tan alto y extenso, ¿cuál sería el peligro de una implosión? ¿Podría dañar las instituciones involucradas, inclusive el sistema de Gobierno? El autor aboga por no tolerar el ‘borrón y cuenta nueva' por lo perjudicial para la moral de la sociedad actual y futura. Según el periodista, las empresas corruptas, aunque poderosas, deberán ser sancionadas y si por ello desaparecen, otras empresas medianas, cuyos ejecutivos nunca hayan coimeado, podrán crecer y renovarse en un grupo empresarial valiente con robustos valores éticos.

A propósito, el investigador: Hugo Alconada, cuyo último libro es La raíz de todos los males , que continúa sus anteriores Las coimas del gigante alemán , La piñata , y muchos otros.

¿No nos suena todo esto muy cercano en tiempo y espacio?

EXDIPUTADA

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