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El país se encuentra en un momento crucial, enfrentando desafíos y oportunidades que influirán en su desarrollo económico. Aunque ha experimentado un crecimiento sostenido, persisten problemas como la desaceleración de sectores clave y la desigualdad social, que amenazan la estabilidad y la inclusión económica. Según el Inec, en junio de 2024, el Índice Mensual de Actividad Económica mostró una variación interanual del 1,7%, inferior al 5,7% del año anterior. Este decrecimiento refleja la desaceleración en sectores como: comercio, construcción y agricultura; mientras que en transporte, almacenamiento y comunicaciones e intermediación financiera, no lograron compensar plenamente esta caída.
Paralelamente, el producto interno bruto (PIB) también mostró signos de ralentización, con un crecimiento del 1,7% en el primer trimestre de 2024, en contraste con el 7,3% de igual periodo de 2023, porque las exportaciones de bienes y servicios cayeron 14,6%, impactadas por el cierre de la extracción de cobre y la reducción en los ingresos del Canal de Panamá, por las medidas operativas en la temporada seca. Estos desafíos evidencian la necesidad de fortalecer la resiliencia económica y diversificar la dependencia de sectores vulnerables, como la construcción, que enfrenta fluctuaciones en la inversión, y la minería, presionada por aspectos sociales y ambientales.
Inversión extranjera directa y calificaciones financieras: Es otro punto esencial para el crecimiento económico del país, que también ha mostrado variaciones. En 2023, cayó 30,7%, reflejando un entorno inversor incierto. Sin embargo, el repunte del 36,3% en el primer trimestre de 2024 destaca el resurgimiento del interés internacional. Aun así, la recalificación soberana por parte de Fitch Ratings señala la necesidad de una gestión de riesgos más efectiva para restaurar la confianza en el mercado panameño.
Desigualdad y desafíos fiscales: Pese al histórico crecimiento económico del país, la desigualdad sigue siendo un problema crítico. El coeficiente de Gini permanece alrededor de 0,5, reflejando una distribución inequitativa de los beneficios del crecimiento. Además, la ineficacia en la recaudación fiscal, con un incumplimiento del impuesto sobre la renta del 80,5% en 2022, lo que equivale a una brecha del 7,9% del PIB, muestra la necesidad urgente de fortalecer el sistema tributario. Estas deficiencias no solo afectan la estabilidad financiera del Estado, sino que también contribuyen a perpetuar la desigualdad y la exclusión social, al no garantizar una redistribución justa de los recursos.
Mercado laboral: También enfrenta retos significativos, con una tasa de desempleo del 7,4% y una participación económica del 62,4% en 2023. Esto refleja una incapacidad del mercado para absorber a la fuerza laboral, lo que limita el crecimiento económico y reduce el bienestar de las familias. La creación de empleos de calidad y la mejora de las condiciones laborales son imprescindibles para aprovechar el potencial humano del país y fomentar una mayor participación económica.
Perspectivas inflacionarias: El contexto inflacionario muestra señales de estabilidad moderada, con un aumento del 0,8% en el Índice de Precios al Consumidor en julio de 2024 y una variación del 1,5% en el periodo de enero a diciembre de 2023. No obstante, esta aparente estabilidad podría estar ocultando presiones inflacionarias latentes, especialmente en sectores energéticos y alimentarios, que podrían impactar negativamente el poder adquisitivo y la estabilidad macroeconómica si no se gestionan adecuadamente.
Oportunidades: A pesar de los desafíos, Panamá se encuentra en un momento crucial para capitalizar iniciativas que pueden redefinir su desarrollo económico hacia un modelo más sostenible e inclusivo. La adopción de la Taxonomía de Finanzas Sostenibles, pionera en Centroamérica, representa un avance significativo en la atracción de inversiones responsables y alineadas con objetivos de sostenibilidad, posicionando al país como un líder regional en este ámbito. La integración de referencias como las Taxonomías Verde de la Unión Europea y la clasificación de industrias verdes de China subraya la creciente tendencia hacia la sostenibilidad financiera en América Latina, alineándose con los avances en países como Chile, Colombia y México. Además, la implementación de los estándares NIIF S1 y S2 del International Sustainability Standards Board proporciona un marco clave para la divulgación de riesgos y beneficios sostenibles, incentivando a las empresas panameñas a gestionar mejor sus impactos ambientales y sociales. No obstante, su adopción requiere fortalecer la infraestructura de datos y mejorar las capacidades técnicas para evaluar riesgos. Los reguladores financieros desempeñan un rol crucial al promover la normativa y la integración de prácticas sostenibles en la inversión y financiamiento.
En este contexto, Panamá necesita políticas que impulsen la resiliencia y diversificación económica para superar sus debilidades estructurales y maximizar sus fortalezas. Estas acciones mejorarán su competitividad regional, fomentarán la creación de empleos en sectores emergentes y contribuirán a reducir las desigualdades socioeconómicas, preparándose de manera más efectiva para los desafíos futuros.